“El social” de Fátima y Macubá

Beatriz Vaillant Rodríguez
14/12/2020

Cae la noche. Es la época en que oscurece temprano. Se encienden las luces exteriores de la sede del Estudio Teatro Macubá, instalación cultural ubicada en la esquina de Santo Tomás y Princesa, en la ciudad de Santiago de Cuba. Los amantes del arte de las tablas comienzan a llegar para disfrutar de “El social”, de Fátima Patterson; versión del emblemático “Mi socio Manolo”, del multipremiado dramaturgo Eugenio Hernández Espinosa.

Fátima Patterson ha desarrollado una importante labor en la validación de la mujer dentro de la sociedad y el teatro cubanos. Fotos: Beatriz Vaillant Rodríguez
 

Mientras esto ocurre, adentro se disponen los elementos de la escenografía: escaleras que simulan andamios, una mesa en el centro de las butacas, cortinas, vasos, y la botella de ron con que los protagonistas Manolo y Cheo Malanga brindarán por el regreso, tema recurrente en el teatro cubano de los últimos tiempos, y que Fátima tampoco ha dejado escapar. Durante casi una hora los personajes, asumidos por Darwin Matute (bailarín con aptitudes para el teatro) y Douglas Kindelán (tramoyista devenido actor) respectivamente, relatan una historia contada en múltiples ocasiones, pero retocada por cada intérprete y director.

Manolo y Cheo Malanga crecieron en una cuartería de Santiago de Cuba —allí los ubicó su directora. Tras pasar un tiempo incomunicados, retornan al lugar que les recuerda quiénes eran. En ese espacio común —la casa del primero— debaten sobre sus vidas y evitan hablar de las complicaciones de los años. Sin embargo, como enuncia Manolo en uno de sus parlamentos, entre cielo y tierra no hay nada oculto. Entonces rememoran apodos de la infancia, interioridades de aquella etapa, e incluso viejas traiciones de mujeres.

La obra se basa en “Mi socio Manolo”, importante pieza de las tablas cubanas de la segunda mitad del siglo XX.
 

Con “El social”, Fátima revisita, en acto de justicia y permanente preocupación, dada la vigencia de sus cuestionamientos fundacionales, la obra de Hernández Espinosa, dramaturgo admirado por ella y con quien comparte la pasión de escribir desde la profundidad de lo caribeño, y de lo cubano en particular.

 

Luego de 15 intensas sesiones de trabajo, el resultado fue una puesta en escena que enalteció la genialidad dramatúrgica de Eugenio. La obra preservó la espiritualidad del texto escrito en 1971 con aires de modernidad sobre dos acuciantes problemas de antes y ahora: la violencia y la marginalidad. Por si fuera poco, “Mi socio Manolo” revela una arista en la teatralidad de Patterson: el desempeño con personajes masculinos.

Fátima comenta que la mayoría de sus espectáculos reflejan historias de mujeres, pero ahora asume la experiencia con hombres y agradece que “El social” le haya ofrecido esta oportunidad, especialmente en tiempos donde coexisten discursos difusos, de difícil comprensión, que apuestan por la desmemoria. “No pueden olvidarse los orígenes, el pasado, para tener mejor futuro”, expresó la artista. En la misma medida, aborda la marginalidad, el oportunismo, el arribismo y la venganza. La obra dialoga acerca de lo que ha ofrecido la Revolución en pos de dignificar y mejorar las condiciones de vida de los hombres, aunque algunos niegan la voluntad de sumarse a la construcción de una sociedad que, con sus imperfecciones, se erige entre las más justas y equitativas del mundo.

 

La Premio Nacional de Teatro 2017 se aventura en la puesta en escena de “El social” consciente del valor de la cultura popular y tradicional como elemento liberador y de resistencia en un país tenaz en sus empeños de independencia y soberanía, pues confía, al igual que sus hijos, en la capacidad para vencer.

Fátima Patterson, actriz y directora del Estudio Teatro Macubá, retoma este clásico de las letras cubanas por su avenencia a los tiempos que corren, aunque no desea una sociedad uniforme ni homogénea, sino diversa, matizada por el respeto y la inclusión. Para Fátima el socialismo es el único sistema preparado para materializar su aspiración, por eso se aferra y lucha desde las tablas.

Cheo Malanga agrede a Manolo sorpresivamente. Acaba la función y cae el telón. Regresa la luz a la sala y el público ovaciona y agradece a Fátima y a Macubá por “El social”.