Evolución de un artista autodidacta y la resurrección de un espacio

Saylin Hernández Torres
28/9/2018

La Lisa, cuerpo y alma es la muestra fotográfica que ocupa por estos días las paredes de la galería municipal Wifredo Lam, en Marianao. Rachel Diez Díaz, una joven artista de formación autodidacta pero de indudables aptitudes para el arte del lente, debuta en el mundo de la creación visual con esta exposición, en la que sorprende al espectador con los enfoques particulares de su entorno más inmediato.

El andar cotidiano, la vida diaria, la ciudad y su gente, forman parte de las preocupaciones de esta novel fotógrafa que, desde la descripción de lo local, capta la esencia e idiosincrasia de una nación, a partir de imágenes que convidan a la reflexión sobre lo que somos y cómo vivimos.

Su técnica y calidad estética sobresalen en una treintena de instantáneas en blanco y negro y a color, curadas por Jorge López y Duliet Carmona, y avaladas por un currículo en el que destaca, entre algunos galardones en concursos de fotografía en festivales de cultura universitarios, su tercer premio en el certamen Captura Cuba en una imagen, convocado por la revista digital Habana Live.

Entonces la preocupación asoma: ¿Qué sucederá con la obra de Rachel Diez una vez concluida su temporada en la Wifredo Lam, adscrita al Centro Provincial de Artes Plásticas y Diseño y a la Dirección Provincial de Cultura de La Habana?

Según los trabajadores de la galería, que debe su nombre al más universal de los pintores cubanos, la labor de esta institución se limita a asesorar a los artistas —en su mayoría aficionados o en el comienzo de sus carreras— con el montaje y curaduría de las muestras y la disposición del espacio.

Sin embargo, de acuerdo con lo que se entiende en el mundo por galería de arte, más allá de ser simples intermediarios entre el creador y el público, estos centros constituyen un eslabón fundamental en la orientación y divulgación del trabajo de los mismos, y son el sitio al que acuden la crítica y los coleccionistas interesados en las obras de arte.

Disminuyendo la dimensión de este concepto a un plano más local y considerando que los creadores que usualmente exhiben en la Wifredo Lam de Marianao no figuran en el Registro del Creador del Consejo Nacional de las Artes Plásticas, lo cual les impide comercializar su obra, la galería debería al menos desempeñar algún rol en su visualización e incluso llevar un registro de ellos a nivel de catálogo para dar seguimiento a su trayectoria.

Mas la gestión artística se dificulta cuando se carece de los medios necesarios. Y es que al no contar la institución con ordenadores para digitalizar y organizar el trabajo o facilitar la promoción de las exposiciones a través de las redes sociales y otros medios utilizados en la actualidad por millones de personas en esta era de Internet, artistas como Rachel Diez pasarán inadvertidos, excepto por las miradas curiosas de algún que otro transeúnte que se asome por las cercanías de la Avenida 51 y 122.

Sobre una nueva directiva para subir la parada y comenzar a pedir como carta de presentación a los futuros expositores de la galería, su pertenencia al Registro del Creador, habla el artista visual Alejandro Durán, su director.

Esta iniciativa, si bien serviría para aumentar la calidad de las propuestas de exhibición del espacio, vetaría por completo la entrada al talento que emerge de la comunidad, sin guías o estudios pero con esmero y calidad, e incluso eliminaría de su programación a los propios estudiantes de su vecina Academia de Bellas Artes San Alejandro, con la cual podría establecer conexiones favorables para el crecimiento de ambas instituciones.

De llegar a implementarse dicha enmienda, la Wifredo Lam tendría que ajustar sus estándares para recibir a artistas consagrados, adaptados a exponer en destacadas galerías del Fondo Cubano de Bienes Culturales y de Génesis, o a los jóvenes en ascenso que cuentan con la oportunidad de exhibir su obra en Collage Habana o Galería Galeano, gracias a iniciativas como Post-it, que apuesta por el arte emergente.

Un espacio mínimo para el almacenamiento que no garantiza la adecuada conservación de la obra de arte, más la falta de mobiliario y de climatización en un espacio diseñado arquitectónicamente para ello, atentarán contra la cartelera anual de la instalación, planificada en la actualidad de un año a otro con las solicitudes de exposición de los propios artistas del territorio, que se acercan con el deseo de mostrar su creación.

En busca de mantener a flote las tradiciones que ha llevado a cabo desde que fuera fundada en 1980, a duras penas esta galería municipal convoca cada año a su evento de artes visuales Panorama 42, en homenaje a la dirección donde Wifredo Lam viviera en Marianao y en donde se dice que vio la luz su famosa pieza La jungla, lo cual muestra la voluntad de los 11 trabajadores de este colectivo que labora, como ellos mismos afirman, “por amor al arte”.

Rescatar este espacio en el orden constructivo y redimensionar su alcance, al otorgarle nuevas responsabilidades como gestor de los nuevos creadores que a él se acerquen, podría ser una buena manera de revitalizar el deprimido movimiento de artistas aficionados, que tantas figuras aportó un día a la cultura nacional.

Tramitar la entrada de los principales exponentes de su catálogo a otras galerías y servir no solo de vitrina para su arte, sino de sitio de encuentro con la prensa y otros artistas que enriquezcan con la crítica constructiva su trabajo o que les ayuden a encaminar sus carreras, sería una buena forma de mantener viva la premisa de que el verdadero talento, como el de la joven que hoy deja su huella en esta institución local, puede emerger de los lugares más insospechados, solo en espera de su descubrimiento.

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