Faro de luz para el patrimonio occidental

Elaine Caballero Sabugueiro
9/4/2020

Desde tiempos inmemoriales los faros son la esperanza de los que prefieren los secretos del océano. Su luz anuncia tierra habitable, dónde comer, dormir y despertar con los pies en el pavimento. Por el mar llegaron, al “Nuevo Mundo”, los primeros adelantos y la sangrienta colonización. En otras palabras, el mar es el mejor testigo del tiempo, de la historia cubana y universal.

Por tratarse de una isla, nuestro país cuenta con un número importante de faros. En el municipio de San Antonio, en Pinar del Río, se ubica una de estas edificaciones conocida como el Faro de Roncali. El sitio de referencia ha sido nominado, en la categoría de Conservación, al Premio Nacional de Restauración y Conservación 2020 que cada año otorga el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural.

Faro Roncali, inaugurado en 1850. Foto: Tomada de Radio Taíno
 

Inaugurada en septiembre de 1850, la construcción lleva el apellido de Federico de Roncali, gobernador de la Mayor de las Antillas en la época colonial. Como las historias que van de voz en voz casi siempre se convierten en leyenda, se dice que, antes de existir el faro, los marineros se guiaban por un árbol de grandes proporciones que resultaba difícil de divisar en las noches o en los días de tormenta. Ese es el posible origen de esta obra arquitectónica de veinticinco metros de altura aproximados.

En su fabricación, se utilizó mano de obra esclava bajo la guía de un grupo de ingenieros del Cuerpo de Bomberos Españoles. Para construirlo se emplearon piedras redondeadas de veinticinco centímetros de grosor.

Otra de sus potencialidades radica en la luz, cuyo alcance es de treinta kilómetros de distancia con una frecuencia de dos destellos cada diez segundos. Para lograr esa fuerza lumínica se colocó un fanal con un juego de prismas y lentes provenientes de Francia.

Construida para trascender en el tiempo, la torre sirve de guía a numerosas embarcaciones que recorren el Mar Caribe y el Golfo de México; así como a cruceros que hacen estancia en la Península de Guanahacabibes —declarada por la Unesco como Reserva Mundial de la Biosfera en 1987—.

En el punto más alto del faro, como sucede en estos casos, la vista es fenomenal. La vegetación de la zona anuncia el verde en sus diferentes posibilidades, colores y matices. Así, el lugar nos habla de antigüedad; de fortaleza; de la historia guardada en esas paredes que han visto rostros envejecer, edificios cambiar, árboles secarse y que conocen otros secretos aún vírgenes para el conocimiento humano.

Fauna que abunda en los alrededores del faro. Foto: Internet
 

De igual forma, el bar-restaurante Cubar del municipio de Viñales, resultó nominado al Premio Nacional de Restauración y Conservación 2020 en la categoría de Restauración. Hablamos de una vivienda de tipo colonial del siglo XIX con paredes de ladrillos, cubiertas de madera y tejas criollas. Asimismo, la fachada y el patio mantienen su estilo, mientras que en los interiores se observa un diseño más contemporáneo, sin abandonar las tradiciones arquitectónicas de la localidad.

Diseño contemporáneo del bar-restaurante Cubar ajustado al estilo colonial del inmueble.
Foto: Internet