“Mi generación era una generación aspirante a cineastas, artistas e intelectuales”, afirmó la Dra. Graziella Pogolotti, Premio Nacional de Literatura, durante una conferencia realizada en el Salón de Mayo del Pabellón Cuba, como parte del segundo encuentro teórico de la décima edición del Festival de Las Artes, que realiza la Universidad de Las Artes desde el 27 de mayo hasta el 2 de junio.

La también Maestra de Juventudes de la Asociación Hermanos Saíz se refirió al contexto internacional en que se gestó su generación, en el que potencias del llamado primer mundo, como Estados Unidos, Francia e Italia, dominaban el desarrollo intelectual. “Mi generación bebió de todas esas fuentes. En aquel momento estábamos llenos de proyectos que no teníamos forma de cristalizar. Esperábamos la creación de un interlocutor, un destinatario, un público para nuestros proyectos”, aclaró.

“Integramos la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo, una institución con el auspicio del Partido Socialista Popular. Se dividía en secciones, en música estaban Harold Gramatges y Juan Blanco; en cine Alfredo Guevara, Julio García Espinosa, Tomás Gutiérrez Alea y Santiago Álvarez, fundadores del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic); y en teatro Vicente Revuelta, uno de los grandes renovadores de la escena cubana”, afirmó la además Presidenta de la Fundación Alejo Carpentier .

Las ideas y las prácticas que se fueron acumulando en aquellos años convergían con un proyecto social, en el cual el Estado desempeñaba un papel en el impulso de las actividades y los nuevos públicos. En 1959 se van instituyendo un grupo de instituciones que nacían de esos proyectos, como el Icaic, la Casa de Las Américas y la Imprenta Nacional, entre otras, resaltó.

La Dra. Graziella Pogolotti, eminente crítica de arte, ensayista e intelectual cubana, intercambió con los estudiantes y profesores en primera persona, a partir de sus experiencias en los polémicos años sesenta, fecundos para la cultura cubana en todos los ámbitos y que, como toda creación artístico-literaria, no estuvieron exentos de desencuentros.

Al término del conversatorio, puntualizó la expansión de la vida cultural en los sesenta y la cristalización de proyectos a través de la erupción de una nueva generación, que en la mayor parte de los casos sostuvo un diálogo intergeneracional.