Este era uno de esos encuentros a los que te citan una hora antes por temor a que llegues tarde y la persona invitada haya tenido que empezar su intervención con poco quorum. Este es el caso de que vas sin saber qué decir porque ya “se ha dicho tanto”; pero vas. Este es el momento que decides no perderte la oportunidad y al final hasta pides una foto para que quede la evidencia. Esta es (sin lugar a dudas) una clase de autenticidad, humildad, sensibilidad, vocación de servicio y una larga lista de valores que pudieran sumarse si nos referimos a un diálogo con Corina Mestre.

Artista y pedagoga cubana Corina Mestre. Foto: Tomada de la cuenta de Twitter de Luis Morlote Rivas, presidente de la Uneac

Ella no necesita presentación, despojada de todo vestigio de superioridad por las responsabilidades que tiene, se sienta y comienza a hablar. Nosotros, jóvenes instructores de arte integrantes de la Brigada José Martí, la escuchamos ávidos de beber de su experiencia. Una tarde en la que participamos de las acciones de la VI edición de la Jornada de presentación Escaramujo, nos une el texto Palabras a los intelectuales y nos tocó contar con su presencia por más de dos horas. Digo “nos tocó” como frase alejada de todo tipo de obligación o cansancio. Su plática se tornó amena (como nos suponíamos) y sin ningún tipo de chovinismos ni jactancia; tuvo como hilo conductor el pensamiento de Fidel y la necesidad de hacer la verdadera cultura.

Una vez que indagó sobre la composición del auditorio se dispuso a ubicarnos en el rol que tenemos. Narra desde su experiencia personal y deja claro que se considera una hija de la Revolución, a la cual agradece la persona que es hoy.

No faltaron las bromas y alguna que otra pregunta para enganchar la respuesta con sus anécdotas personales. Puso sobre la mesa sus valoraciones sobre el trabajo comunitario, el necesario acompañamiento al pueblo, el poder del discurso artístico por encima del discurso político en un país donde la cultura está en primer lugar.

Nos trajo a Onelio Jorge Cardoso, Mañach, Cintio Vitier, Fernando Ortiz, Retamar, Abelardo Estorino, Martí, con sugerencias de lecturas indispensables para nuestra superación. Nos hizo un llamado a estar permanentemente informados, conocer de historia, geografía, cultura general integral; armas que sustentan la labor del instructor de arte como orientador cultural e ideológico. “Los cubanos somos una cosa especial, tenemos esencia a partir de múltiples esencias, un ajiaco muy fuerte y esto no se debe perder de vista”.

Corina Mestre puso sobre la mesa sus valoraciones sobre el trabajo comunitario, el necesario acompañamiento al pueblo, el poder del discurso artístico por encima del discurso político en un país donde la cultura está en primer lugar.

“Uno es revolucionario por convicción”, nos dijo. Y visiblemente emocionada vuelve a mencionar a Fidel y ese fervor del pueblo a partir del triunfo de 1959, “ese que te eleva desde el punto de vista humano”.

La artista y pedagoga, que pudiese parecer distante por sus excelentes resultados en el ámbito escénico y académico, se nos mostró como la persona que ha contribuido en la formación de muchas generaciones… Sus ahijados —los nombra—.

Para ser consecuentes y coherentes con el momento histórico que vivimos, nos pone a reflexionar: ¿Cómo es posible que los pueblos no tengan memoria? ¿Cómo no trabajar con los grupos portadores en nuestras comunidades? Debemos, tenemos que estar listos y preparados para responder las interrogantes de nuestros alumnos porque somos paradigmas para ellos y sus familias.

Hubo momentos para hablar de los errores de los hombres, del bloqueo, del período especial, de la depresión ocasionada por la pandemia, de discriminación, del acceso a la cultura y su sistema de instituciones, de las alianzas con las fuerzas productivas, del trabajo con la religiosidad; cuestiones que antecedieron a sus consejos finales: “el instructor de arte debe estar a tono con los tiempos, comprender que lo que se tiene es para ofrecerlo a la gente, que se es tan bueno como lo último que se hace y el oído debe estar pegado a la tierra”.

Agradecimos a Corina el estar para la Brigada y ella se despidió (por esta vez) a su estilo. Repasó un poema de Olga Alonso que nos conmocionó y no hizo falta más. Quedamos convencidos de que la aspiración debe ir por el camino de hacer la verdadera cultura.