¿Hay consumo literario en Cuba?, pues…

Ernesto Cuní
12/2/2019

La Feria Internacional del Libro de La Habana (FILH) pone anualmente a disposición del público lector millones de ejemplares de más de 500 títulos, y aunque realiza un diseño comunicacional para que estos lleguen a esa gran masa, tal vez este no sea tan efectivo en tiempos en que la comunicación y la promoción tienen otra dinámica.

La Feria Internacional del Libro de La Habana (FILH) pone anualmente a disposición del público
lector millones de ejemplares de más de 500 títulos. Foto: radioreloj

 

No obstante, es mi punto de vista, el consumo del producto libro sigue siendo bajo, a pesar de que Cuba es uno de los países, si no el único, que más hace por este: es totalmente subsidiado por el Estado.

Así y todo, no es para nadie un secreto que la mayoría de esos miles de personas que acuden diariamente al recinto ferial Morro-Cabaña y al resto de las subsedes habaneras, no acuden a las presentaciones de libros ni terminan comprándolos.

El fenómeno no es privativo de Cuba y, paradójicamente, un visitante foráneo me dio algunas claves para entender el hecho y sobre lo que para él es certeza: nuestro país está en la avanzada del hecho libro y su consumo.

El chileno Patricio Rojas Figueroa es un hombre conciso en sus palabras y certero en su pensamiento. Es director ejecutivo de la Feria Internacional del Libro Zicosur (FILZIC) de Chile.

Durante una breve intervención, en el Salón de Mayo del Pabellón Cuba, ofreció detalles del porqué de su visita a este país, al cual ha venido en varias ocasiones: “Es una feria distinguida por la promoción de autores propios, narra la identidad local”.

Sobre el tema en cuestión, mostró conocimiento de causa y profundidad de análisis. Citó las estadísticas de consumo literario en América Latina, esta nuestra región que desde hace siglos lucha con un poder hegemónico que impone el gusto y el consumo: “son bajas”, aseguró.

En el propio Chile, según comentó, se hizo una encuesta de consumo de bienes culturales y arrojó que dos de cada mil personas allí consumen literatura, una nación con varias editoriales. Representa un veinte por ciento de la población, que accede a una literatura principalmente de ficción, poesía y un poco de dramaturgia. 

Ese veinte por ciento está dominado en un noventa por ciento por las grandes editoriales latinas que dictan lo que hay que leer: Planeta, Alfaguara y otras que publican a los grandes autores de Latinoamérica y deprecian al escritor local, apuntó. 

Se refirió al proceso de lectura escolar, obligatorio, insufrible, del tipo educación bancaria definida por el pedagogo brasilero Paul Freire y a la que el educando no puede eludir porque no hay más remedio. Fuera de ahí, según su apreciación, el resto de los mortales no leen.

Y ni siquiera pensar en que los escritores del área saquen lucro de su producción literaria, son pocos los que fraguan esa aludida encomienda, “un escritor en Chile no vive de la literatura, no todos son una Isabel Allende”, subrayó.

A esas alturas de su intervención, ya mi sentencia sobre lo que sucede en Cuba respecto al hecho se modificó, cuando Patricio comentó, no sin antes aclarar su desconocimiento sobre las estadísticas cubanas: “Hay dos cosas que me hacen pensar que esa crisis en Cuba se supera, la primera, aquí el libro tiene una identidad cubana, los autores hablan de la Cuba que ven, a favor y en contra, pero hablan de Cuba y no de otras realidades”.  

Foto: Tribuna de La Habana
 

Y lo dijo con evidente convicción, de quien ha leído literatura cubana de todas sus regiones. Afirma que el escritor de Holguín, Moa u otra localidad del oriente del país habla de una Cuba que no es igual a la que describe uno de La Habana: “tienen un patrimonio propio”, aseveró.

La segunda, capital e importante, es que “el lector cubano tiene mucho nivel intelectual, superior al de cualquier lector latinoamericano. El consumo literario en Cuba es mucho mejor que en cualquier lugar de Latinoamérica”, concluyó.

Y eso se debe, en gran medida, a la madurez que ha alcanzado la FILH, ya en mayoría de edad con esta veintiocho edición. Por eso Patricio vino a retroalimentarse con la literatura cubana y sus autores.