Ilmar López-Gavilán o el violinista que le cortó la cabeza al dragón

Ana María Domínguez Cruz
15/2/2021

No cree en la suerte. El violinista, compositor y arreglista Ilmar López-Gavilán prefiere pensar que la suerte es la abreviatura de ese estado de ánimo que se experimenta cuando nos encontramos en un proceso óptimo para recibir una oportunidad que se nos presente, y aprovecharla.

“La suerte es un como un juego de emociones, y no siempre se está listo. Cuando la oportunidad llegue, debe encontrar la preparación. Si se está listo, se puede percibir la oportunidad que llega. Si se tiene una perspectiva negativa, no se la puede ver. Tampoco es bueno sentir ansiedad porque tampoco se deja ver la oportunidad. Y yo he tratado de estar preparado siempre”.

“El violinista, compositor y arreglista Ilmar López-Gavilán prefiere pensar que la suerte es la abreviatura de ese estado de ánimo que se experimenta cuando nos encontramos en un proceso óptimo para recibir una oportunidad que se nos presente, y aprovecharla”. Imagen: Internet
 

Y le creo. Ilmar llevaba la música dentro. Su familia musical seguramente influyó, pero no hay otra explicación que no sea su talento innato para comprender la petición que le hiciera su maestra de violín al Ministro de Cultura cuando Ilmar solo tenía 14 anos. Habló en su nombre, y pidió que se le permitiera viajar y formarse en una escuela superior, porque su desarrollo dependía de eso.

Ilmar viajó a Moscú para cursar los estudios del Nivel Medio en el Conservatorio Tchaikovsky, lo cual era un gran mérito y una extraordinaria experiencia. Su madre le acompañó durante el primer año. Su hermano Aldo se quedó en la Habana con 8 años, y le enviaba regularmente casetes con grabaciones de su aprendizaje musical, de los sucesos de la casa, “y era como una conexión instantánea”.

Después, con 18 años, tuvo la oportunidad de estudiar en Madrid al ganarse una beca que solo otorga la Reina de España. Al terminar, quiso estudiar con un maestro, primo de Isaac Stern, cuyo nombre identifica una sala en el Carnegie Hall, y se mudó a Los Ángeles. Por fortuna, siempre estuvo listo cuando la oportunidad llegó.

¿Cómo llegaste a Nueva York?

Pensé en mudarme a Nueva York, donde tanta confluencia musical existe, pero a la vez me resultaba difícil porque en Los Ángeles tenía cierta estabilidad.

Encontré a Wynton Marsalis en el club habanero La zorra y el cuervo y le comenté mi idea. Me dijo: “Ven a Nueva York. Si quieres matar al dragón, tienes que cortarle la cabeza y la cabeza del dragón es Nueva York”. Eso le dijo su papá y fue lo que me dijo a mí. Me inspiró y viajé.

Después, continuaron llegando las oportunidades: La Manhattan School Music, premios en concursos, la posibilidad de tocar en orquestas de manera segura y mi maestro de entonces me dijo: “Te lo debes a ti mismo. La seguridad de una orquesta ofrece estabilidad y más aun si es la Filarmónica de Nueva York, pero no puedes perder la oportunidad de seguir buscando”.

Ilmar fundó tiempo después el Harlem Quartet, conocido, entre otras cosas, por acompañar al pianista y compositor norteamericano Chick Corea en la grabación de su disco Hot hause, premiado con los Grammys en dos categorías: la Mejor Improvisación de Solos de Jazz y Mejor Composición de Música Instrumental.

Melissa White (violín), Juan Miguel Fernández (viola) y Paul Wiancko (cello), junto a Ilmar, combinan música estándar de cuarteto del cuerdas con jazz, música latina y obras contemporáneas a la par que ganan audiencias nuevas y jóvenes a través del descubrimiento y la presentación de un repertorio sui generis.

Harlem Quartet ha colaborado como Michael Brown, Awadagin Pratt, Misha Dichter, Fei-Fei, Ida Kavafian, Carter Brey, Paquito D’ Rivera, Eddie Daniels, Anthony McGill,  David Shifrin, Tim Garland, Stanley Clarke y John Patitucci por solo mencionar algunos, además, ha tocado en escenarios de renombre internacional.

¿En este momento de tu vida, y aun en el actual contexto pandémico, cómo te encuentras tú?

Es duro no tocarle al público, como ha exigido esta pandemia, nuestras presentaciones han quedado pospuestas; sin embargo, puedo decirte que la vida del cuarteto promete porque, entre cosas, es más fácil lograr contratos por el pequeño formato que trabajamos.

Como cuarteto, ya sabes, hemos tenido mucha suerte [le corrijo: es preparación + oportunidad + aprovechamiento]. Recuerdo con alegría cuando nos invitaron a tocar en la Casa Blanca, durante la presidencia de Barack Obama. Como parte de una tradición, en Navidad, colocamos unos papeles con nuestros deseos escritos en el arbolito, y se comprometen a leerlos. Mi deseo fue que se eliminara el bloqueo a Cuba, y cuando vi a Obama viajar a Cuba, pensé que había leído mi papelito…

Hemos hecho muchas grabaciones durante este periodo, he profundizado en mis clases porque me apasiona enseñar. Y sobre todo le he dedicado más tiempo a la familia, a estudiar con mis hijos, que siguen los pasos musicales de la familia.

Mirando hacia atrás, y augurando lo que está por venir, Ilmar López-Gavilán le cortó la cabeza al dragón. De lo contrario, nadie supiera de él, de su cuarteto, de su música en una ciudad tan aplastante como puede ser Nueva York. Ni él mismo.

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