Las primeras referencias que tuve de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) llegaron por el año 2009, cuando comenzaba mis estudios de Historia del Arte en la Universidad de Oriente. Recuerdo que para los universitarios, de manera general y para los de ciencias humanísticas, de modo particular, la sede de la Asociación era un escenario propicio para la confluencia de jóvenes, amantes de la creación y la reflexión crítica.

Los sábados eran días esperados, sobre todo para los que creíamos que la vida bohemia era parte de la vida universitaria y la casa número 104 de la calle 13 en el reparto Vista Alegre era, sino el mejor, al menos uno de los mejores lugares para el encuentro: música en vivo, algún que otro trago y buenas conversaciones eran motivos más que suficientes para llegarse.

Por supuesto, entendí muy pronto que la Asociación era más que eso. Mi joven profesor de Teoría de la Cultura Artística, Rolando Leyva Caballero, contribuyó a ampliar mi visión. Gracias a él, supe que la organización tenía secciones, equipos de trabajo, talleres, eventos, festivales. Pero la mayor novedad fue saber que yo podía ser parte de eso. Él, que era ya un veterano de la brigada Saíz, me dijo que podía entrar a la sección de Crítica e Investigación, que debía organizar mi expediente y presentarlo.

Al principio tuve miedo. No creía tener algo lo suficientemente bien escrito como para presentarlo. Por eso me limité a participar en las actividades coordinadas por la organización y le dejé el resto al tiempo. No obstante, en esa etapa también comenzaba a escribir con cierta sistematicidad. Poseía esa ingenua o, si se quiere, petulante idea de que tenía cosas que decir y cualquier tema del ámbito sociocultural me parecía una buena ocasión para esbozar algunas líneas.

“La Asociación Hermanos Saíz es la organización cubana que reúne en sus filas lo mejor del pensamiento cultural y la creación artística joven”.

Cuando tuve tres o cuatro textos, medianamente presentables, me decidí. El propio profesor Rolando me avisó en cuanto la convocatoria para el crecimiento salió. Envié mi expediente y un tiempo después recibí la noticia de que había sido aceptada. No tengo certeza de la fecha exacta en que me entregaron el carnet; debe haber sido en el primer semestre del 2014, período en el que aún cursaba mis estudios universitarios. Sin embargo, recuerdo como si fuera ayer a Rubén Aja Garí, entonces presidente de la organización en Santiago de Cuba, sentado con nosotros en el patio de la sede. Fue una desenfadada y cálida bienvenida.

Han pasado varios años desde entonces, y sigo sintiendo la misma satisfacción por pertenecer a la Asociación Hermanos Saíz. Hoy, que desde los espacios de reflexión política y cultural tienen lugar diálogos ineludibles sobre el papel de las instituciones o de la institucionalidad en la vida social, vale la pena repensar sobre la pertinencia de las organizaciones de las que formamos parte, a fin de entender cómo y cuánto contribuimos —desde la institucionalidad— a consolidar un proyecto cultural de justicia, equidad y bienestar.

No tengo la menor duda de que la AHS es una entidad cultural pertinente, necesaria, diría indispensable; aunque con temor a que mis adjetivaciones sean entendidas como lisonjas y no como razonables valoraciones. ¿Qué aporta la AHS al panorama cultural cubano contemporáneo? ¿Por qué sigue siendo un referente para los jóvenes comprometidos con la creación bella y útil? ¿Por qué muchos deseamos que su 35 aniversario sea solo el inicio de un largo camino de éxitos y renovaciones?

La Asociación Hermanos Saíz es la organización cubana que reúne en sus filas lo mejor del pensamiento cultural y la creación artística joven. Las obras más transgresoras, experimentales, reflexivas, críticas… encuentran en sus predios un lugar de enunciación. Para los talentos emergentes deviene en una especie de puente; capaz de conectar inquietudes creativas con espacios de socialización y promoción.

Es una institución sin pausas, sin recesos. Sus eventos ocupan las agendas de trabajo de sus filiales a lo largo y ancho del país, durante todo el año. Su sistema de becas y premios garantiza la producción constante de libros, discos, exposiciones, conciertos, obras de teatro, programas radiales, materiales audiovisuales que enriquecen el escenario sociocultural de la nación, aportándole, en la mayoría de los casos, un espíritu de transgresión que dialoga, permanentemente, con lo clásico.

Y hago esta precisión porque creo que vale la pena resaltar el compromiso de la AHS con lo clásico, con lo paradigmático. No es casual que cada año la organización entregue el Premio Maestro de Juventudes a artistas e intelectuales consagrados al ejercicio de pensar y actuar en bien de nuestra cultura. No es casual tampoco, que la Asociación sostenga una importante alianza con la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac). Entre ambas entidades persiste una diáfana y enriquecedora conversación, alejada de tutelajes o paternalismos; y mediadas por el respeto y el mutuo reconocimiento, en tanto organizaciones fundamentales para el desarrollo armónico de nuestra sociedad civil.

“Música en vivo, algún que otro trago y buenas conversaciones eran motivos más que suficientes para llegarse”.

En otro orden, es preciso destacar las contribuciones de la AHS en la protección y promoción de manifestaciones artísticas alejadas de las pautas y dinámicas del mercado, sobre todo en esferas tan complejas como el mundo editorial o la industria musical. La organización abraza a todas aquellas expresiones de encomiables valores conceptuales y estéticos, que enaltecen lo mejor del legado cultural nacional e internacional.

La Asociación es un termómetro de la producción artística e intelectual joven. A lo largo de estos 35 años ha velado por la legitimación de expresiones culturales de avanzada, comprometidas con premisas y praxis cosmopolitas, en que las conexiones entre lo local y lo global son medulares.

Los últimos dos años han sido un total desafío. La pandemia que azota a la comunidad internacional ha forzado a las instituciones a volcar sus actividades al escenario virtual. La AHS ha logrado insertarse, muy bien, en estas nuevas dinámicas, logrando incluso una visibilidad que hace unos años no tenía.

Si algo le debemos agradecer al confinamiento, es la posibilidad de trazar líneas de comunicación más expeditas entre un buen número de asociados de toda la isla. Los grupos de WhatsApp o Telegram no solo han permitido el desarrollo exitoso de los eventos auspiciados por la Asociación, también han favorecido la concepción de proyectos de alcance nacional como la revista Zona Crítica, en su nueva etapa editorial.

Video: Cortesía de la AHS

Ahora bien, militar en la Asociación Hermanos Saíz me convierte en una ferviente defensora de su espíritu y su letra. Empero, soy consciente de que nos queda mucho por hacer. Al igual que varios de mis colegas, me opongo a los textos cien por ciento triunfalistas y laudatorios.

Pero lejos de criticar porque sí, me gustaría hacer algunas sugerencias. Creo, por ejemplo, que debemos trabajar de manera gradual y sistemática en la reconstrucción de la historia de la organización, en la apertura de centros de información que nos permitan salvaguardar nuestras memorias.[1] Conocer nuestro patrimonio es un aspecto medular no solo para la defensa de nuestra identidad como institución, sino también para justipreciar nuestros aportes a la nación. Esa historia debe ser plural, descentralizada, polifónica. No puede ser la historia de la AHS en la capital. Tiene que ser una historia nacional que vaya desde la Punta de Maisí hasta el Cabo de San Antonio, incluyendo la Isla de la Juventud como es lógico.

Por otro lado, considero necesario promocionar aún más los principios y las máximas de trabajo de la organización. Nuestros Estatutos deben ser documentos de consulta permanente para sus miembros, sobre todo para los que comienzan. Pienso que puede ser favorable que el ritual de iniciación a la AHS incluya la entrega, digital o impresa, de los textos fundamentales para comprender su funcionamiento, dígase estatutos, reglamentos, acuerdos de los congresos nacionales u otros materiales de similar naturaleza.

Este proceso puede ser muy bueno. En primer lugar, porque permitiría elevar la cultura jurídica de los jóvenes creadores. En segundo lugar, porque sería un magnífico camino para fortalecer el sentido de pertenencia de sus miembros. Si bien es cierto que la entrada a la AHS es voluntaria, es preciso alimentar, sistemáticamente, el interés por estar, por permanecer. Finalmente, creo que este proceso también puede contribuir a enriquecer los documentos que, hasta este momento, han delineado nuestros senderos.

“Es una institución sin pausas, sin recesos. Sus eventos ocupan las agendas de trabajo de sus filiales a lo largo y ancho del país, durante todo el año”.

Asimismo, creo que la organización debe evaluarse todo el tiempo, sin autocomplacencias ni conformidades. Puede ser que lo estemos haciendo bien, pero siempre lo podemos hacer mejor. El debate franco y horizontal con los asociados, la evaluación sistemática de nuestros mecanismos de trabajo, el distanciamiento de conservadurismos, de dogmas, las búsquedas de soluciones sobre la base del consenso deben seguir siendo pilares fundamentales para la AHS.

Ser la vanguardia no es una tarea fácil. No se trata de slogans o de campañas promocionales. Se trata de ser los primeros en desafiar convencionalismos, en denunciar anquilosamientos, en proponer otros caminos, en obtener mejores resultados, en enarbolar a toda costa la justicia, en salvaguardar lo mejor de la humanidad.

Ser la vanguardia no es nada sencillo. Se trata de estudio permanente, trabajo sistemático, disciplina, transparencia, compromiso, amor. Durante 35 años la Asociación Hermanos Saíz ha seguido pautas como estas; y aunque mucha senda queda por recorrer, creo que ha dado pasos firmes y certeros en sus empeños.


Nota:
[1] Y digo centros de información en plural porque creo pertinente que, independientemente, del centro de información que pueda existir en la sede nacional de la AHS, las filiales provinciales deben tener y enriquecer sus archivos constantemente.