La Habana y su Leal caballero

Yilena de la Caridad Héctor Rodríguez, Laura María Ortega Pérez
13/9/2018

Al pensar en La Habana vienen a la mente sitios como la Plaza de la Revolución, el Morro y Prado. Mas, si de humanos se trata, hallamos el nombre de Eusebio Leal Spengler, indisolublemente ligado a la capital y su historia.

Quien fuera discípulo de Emilio Roig, ha devenido en uno de los intelectuales más lúcidos de esta etapa; cuerpo y alma dedicados al cuidado y restauración de una ciudad en constante cambio.


A sus 76 años, Eusebio sigue dedicándose a la ciudad que lo vio nacer. Foto: Tomada de Internet

 

Quizás por eso su figura sea simbólica para muchos habaneros, beneficiados por los esfuerzos de la Oficina del Historiador, por embellecer el Casco Histórico o por restaurar lugares emblemáticos como el Capitolio.

En los últimos años, Eusebio Leal ha donado miles de libros, casi la mitad de su biblioteca personal, al Colegio Universitario San Gerónimo y a la biblioteca de Arquitectura de la Oficina del Historiador, según declaró en una entrevista para Cubaliteraria. Es su forma de conservar no solo la historia, sino también los valores morales, esos que tan escurridizos andan en la sociedad actual.

¿Cuál es la clave de su genialidad? Tal vez consiste en estar más allá de un buró, en romper los estereotipos del hombre culto y salir a luchar cada día por su patria, por la Revolución que acompañó desde los inicios.

Entre el cúmulo de condecoraciones recibidas, por su meritoria labor, ostenta tres títulos Doctor Honoris Causa, de diferentes universidades, la medalla de Alfabetización de la República de Cuba y el premio de las Ciencias Sociales.

Pero quizás lo que más honre su esfuerzo, al que ha dedicado su vida, sea la declaración de La Habana como ciudad maravilla. Él expresó hace poco: “Siempre fue maravillosa para mí: La Habana que conocí, la Habana que cambió, La Habana actual.”

Esa es la dama que aún seduce al historiador, quien arribó a su cumpleaños 76 el pasado 11 de septiembre y sigue, como niño, prendado de una belleza de casi cinco siglos.