La fotografía, primera imagen técnica creada por el genio humano, como tantos otros inventos, fue resultado de un viejo sueño: registrar la realidad con mayor exactitud en un tiempo de realización mucho menor que el de la pintura, y, algo no menos importante, a muy bajo coste. En este sentido, no deja de ser sintomático, que a las fotos se les llamaran retratos, en clara alusión al género pictórico con el que se asoció el tan anhelado sueño, a más de ser uno de los mayores pasos dado por la humanidad en su proceso de democratización del conocimiento por la imagen visual.

Yudel Francisco “hace un cierto trámite entre los valores cromáticos de una pincelada de carácter expresionista”.

En esta perspectiva estético-comunicativa, se explica que a partir de su invención y desarrollo en el antes pasado siglo, el arte pictórico tomara dos líneas muy bien definidas: las obras que se distanciaron cada vez más de la representación de la realidad, y las que asumieron la fotografía como referente de representación de su propuesta visual. Las pinturas relacionadas con la primera de las líneas apuntadas, se tradujo en un sin número de movimientos pictóricos de relieve internacional hasta llegar a la abstracción; en tanto, en la segunda, se daría un proceso parecido antes de culminar en los movimientos denominados pop art e hiperrealismo. Sin embargo, puede afirmarse que una tercera línea ha cabeceado durante todo este tiempo entre las dos anteriores; nos referimos a aquellos estilos personales resultantes de la fusión de diferentes movimientos plásticos.

Yudel Francisco “en ningún momento se acomoda al realismo más chato”.

Este es el caso de la obra del pintor Yudel Francisco Cruz, recién expuesta en la galería del Palacio de Lombillo, en La Habana Vieja. En sus óleos de mediano y gran formato, Yudel nos ofrece una muy válida propuesta visual que tiene por referente las fotos de época de asunto familiar. Con ellas el pintor hace un cierto trámite entre los valores cromáticos de una pincelada de carácter expresionista, que en ningún momento se acomoda al realismo más chato. En consecuencia, el pasado se objetiva presente desde una sensibilidad dada a regodearse en las texturas de ropajes y ambientes familiares, donde el sosiego intima con el color, y este con la vida.

En los cuadros de Yudel Francisco “el pasado se objetiva presente desde una sensibilidad dada a regodearse en las texturas de ropajes y ambientes familiares”.

En todos los casos las poses, es decir, las pinturas, son de evidente matriz fotográfico. Sin embargo, ello no desdice los presupuestos estéticos sobre los que se asienta la propuesta pictórica comentada. En un mundo tan complejo y agitado, tales cuadros nos recuerdan que también en otros tiempos la humanidad confrontó grandes problemas y dudas; pero, con los más justos y sabios, antes de continuar su camino, su destino, supo hacerse de una imagen para perpetuarse entre los sueños y seres más amados. Este es el mensaje último de la exposición de Yudel: Hagamos hoy otro tanto.

“(…) tales cuadros nos recuerdan que también en otros tiempos la humanidad confrontó grandes problemas y dudas (…)”.