Marta María Pérez Bravo y Kcho en el Museo Nacional de Bellas Artes

Elaine Caballero Sabugueiro
4/3/2020

Dos artistas de Cuba, de los más renombrados, tendrán próximamente exposiciones personales en el Museo Nacional de Bellas Artes (edificio de Arte Cubano) —ubicado en calle Trocadero entre Zulueta y Monserrate, en el municipio de La Habana Vieja—, el espacio más importante de la Isla para visualizar su producción creativa.

La primera muestra, a inaugurarse el viernes 13 de marzo a las 4:00 p.m., lleva por nombre Firmeza, y es la primera exhibición, en este sitio, de la artista del lente Marta María Pérez Bravo, en la Sala Temporal del segundo nivel de la institución.

De izquierda a derecha, Marta María Pérez Bravo, el director del MNBA,
Jorge Fernández, y la curadora de la exposición, Laura Arañó Arencibia. Fotos: de la autora

Se trata de un recorrido visual y antológico compuesto por 57 fotografías y diez videoartes de la autora de Tres exvotos y otras emblemáticas imágenes. Abierta al público hasta el venidero 15 de junio, Firmeza ha sido curada por la especialista Laura Arañó Arencibia.

El trabajo fotográfico de Pérez Bravo se caracteriza por documentar una acción. Es la protagonista y cómplice de sus instantáneas, despojadas de cualquier color que no sea el blanco y negro por excelencia. Ninguna otra mujer aparece en escena. Ningún soplo de vida humana, que no sea su cuerpo y su rostro, podrán hallarse en sus piezas.

“Las acciones son breves, cortas, las fotografías las han hecho indistintamente mi hija Laura, algún amigo o alguien con la disposición de ayudar”, explica a la prensa.

Son imágenes depuradas y orgánicas tomadas durante años a la manera tradicional, o sea, sin utilizar las nuevas tecnologías, con excepción de algunas piezas de esta próxima exposición, donde fue necesario disponer del photoshop para lograr la intención deseada por la artista.

Obra de Marta María Pérez Bravo. Imagen tomada de Internet.

La religión es otra de las facetas reflejadas en su obra. Toma como referente los estudios del padre del espiritismo, Allan Kardec, para adaptarlo a su pulso creativo. Sobre las fotos de Firmeza comenta Pérez Bravo: “tienen una línea consecutiva tanto formal como conceptual, que ha ido variando en cuanto a intenciones. Temas que inicialmente giraban alrededor de la religión afrocubana ahora se han ido depurando un poco más hacia el espiritismo, con elementos más sencillos y simples, cosas básicas. En definitiva es arte, no religión, me interesa que cada espectador haga su propia interpretación de las imágenes”.

En fecha reciente, Pérez Bravo hizo una exposición en México en el contexto del Festival de Fotografía Mexicana, evento dedicado a la mujer. Desde 1998, el Museo Nacional de Bellas Artes cuenta con cerca de 20 obras de su autoría. Su trabajo también se encuentra en las colecciones del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (España), la Maison Européene de la Photographie (Francia) y el Museo de Arte Latinoamericano en Buenos Aires (Argentina).

 Algunos de los trabajos creativos de Marta María Pérez Bravo. Imagen: tomada de Internet

Desde la década del 80 del siglo XX, la artista emergió como una de las figuras imprescindibles de la fotografía cubana. Ese período se caracterizó por un cambio formal y temático a nivel de imagen, en el que Marta María Pérez Bravo aportó, junto con otros prestigiosos creadores, una visualidad nueva y necesaria para revitalizar las artes y la fotografía insular.

Kcho, en ningún lugar como en casa

El pintor, escultor y grabador Alexis Leyva Machado, Kcho, regresa al Museo Nacional de Bellas Artes con la muestra En ningún lugar como en casa, también con carácter antológico. En general, el proyecto expositivo abarca diferentes espacios del centro artístico por un período de seis meses, desde el 19 de abril hasta el 6 de octubre.

De izquierda a derecha, Kcho, el director del MNBA Jorge Fernández, y la curadora de la exposición,
Corina Matamoros Tumas. Foto: de la autora

A disposición del espectador “estarán las obras más conocidas de Kcho y también se traerán otras hechas en el extranjero que nunca se habían visto en Cuba, excepto por catálogos” afirma la curadora de la exposición Corina Matamoros Tumas.

Los hitos pictóricos más significativos del artista podrán verse en el patio del Museo, donde se localizarán la mayoría de las instalaciones, así como esculturas de gran tamaño; mientras que en la tercera planta habrá dos secciones: una referida a la colección del Museo Orgánico de Romerillo, y otro espacio con dos nuevas series de dibujos de Kcho.

La primera de estas series se basa en un proyecto que no pudo materializarse en China, seguido de obras recientes producidas en Barcelona. “Además, vamos a empapelar algunas paredes de la sala y él va a pintar in situ”, detalla Matamoros Tumas.

Complementan la exhibición piezas en los exteriores del Museo y también se pretende emplazar una obra cerca del edificio de arte universal. De igual forma, la zona del patio en el edificio de arte cubano acogerá un taller de grabado que contará con la participación de artistas nacionales y extranjeros, como el colectivo mexicano Asaro, de Oaxaca, entre otros invitados. Al finalizar el taller, Kcho donará los equipos al Museo.

El artista, que arriba a sus 50 años de edad, confiesa que desde joven entendió “que hay obras que pertenecen a un lugar. Después de treinta años de trabajo es bueno sentir que todo lo que uno ha hecho tiene un sentido, un objetivo claro”.

“En esta exposición vamos a contar una historia que no es solo mía. Siempre lo digo, para ser Kcho mucha gente ha tenido que ser parte de mi vida. Lo que he hecho ha sido complicado, difícil, pero lindo, intenso, y lo he disfrutado muchísimo”, añade.

Volver a sus caminos es hallar “en sus casas, en sus calles, en sus desechos un testimonio, un mensaje que pueda reflejar toda la humanidad”, detallan las palabras del dosier de prensa.

Dos muestras, una para explorar los horizontes de la fotografía y el videoarte, con Marta María Pérez Bravo, y otra para seguir en la ruta creativa de Kcho, son la propuesta exclusiva del Museo Nacional de Bellas Artes para este 2020. Adentrarse en el arte cubano es siempre una experiencia sensorial, que crece con los años y genera una placentera adicción a aquellos que disfrutan del viaje por diferentes colores, ritmos e intenciones artísticas.