Múltiples maneras de percibir a Fidel

José Ángel Téllez Villalón
3/12/2018

Múltiples han sido las miradas a Fidel en la ya majestuosa caravana de experiencias artísticas iniciada junto con su nueva expedición del 25 de noviembre del 2016. Muchas fotografías y pinturas. Dos de ellas, han tenido como centro sus miradas y coincidentemente han sido facturadas por dos jóvenes pintores y montadas en la sala transitoria el Memorial José Martí de la Plaza de la Revolución.

Ambas, desde la impronta del hiperrealismo y a partir de las fotografías legadas por grandes del lente como Osvaldo Salas, Raúl Corrales, José Agraz, Liborio Noval, Luis Pierce (Luis Korda), Ernesto Fernández, Roberto Salas, más las de Alex Castro y Roberto Chile.  

La primera fue: Semblanza, exposición personal del avileño Reinier Saavedra Sotolongo que ocupó esta sala en agosto del 2017. Metáforas construidas con una misma operatoria, un zoom óptico hecho a emblemáticas fotografías del Comandante, y la colocación en sus pupilas de símbolos o imágenes que remiten a momentos emblemáticos del héroe [1].

La más reciente: Miradas, del joven creador Carlos Arístides e inaugurada el pasado miércoles 21 de noviembre, se constituye por nueve óleos de gran y mediano formato. Se realizó en los últimos meses y acompañan a su escultura: Equilibrio, fiel reproducción de las manos del líder histórico y uno de los tesoros del Memorial.Son, al decir del periodista Wilmer Rodríguez a cargo de las palabras del catálogo: Nueve formas distintas de percibir a Fidel.


Fiel reproducción de las manos del líder histórico. Foto: Tomada de Cubarte
 

Una serie que según contó al Periódico Cubarte, comenzó en 2016, justo tras el deceso del Comandante en Jefe, a la que se suman otros tres retratos y varias piezas tridimensionales no figurativas [2].

Dos grandes motivaciones, atraviesan cada obra y la exposición toda. Una épica y otra técnica. La de representar un símbolo, desde tiempos, poses y en locaciones diversas, y la tan cara del hiperrealismo de emular con la cámara fotográfica en eso de reproducir, reflejos, trasparencias y gotas. De ahí la selección de las imágenes y las paletas de colores.

Las dos enredadas en arte, funcionales simbólicamente en un contexto de inevitables comparaciones con nuestros personales fideles de cada día. Para los que lo prefieren fuera del pedestal o de la aureola mística, inalcanzable, avistan curiosidad en el carmelita Fidel niño de Raíces, oescudriñan su mirada de Hombre verde botella asomado desde una copa. Los más ortodoxos, elegirán al Fidel con Boina de Liborio Noval, en un claroscuro bermellón de Carlos Arístides.

Significados que se suman al hecho mismo de que un pintor recién graduado, lejos de buscar el éxito en el mercado pintando voluptuosas féminas arropadas en seda y vertidas sobre luminosos almendrones de los 50, escoja a un natural Fidel en blanco y negro, bebiendo agua como los cortadores de caña y atravesado o extendido en una palma.

Lo más loable de Mirada no es entonces el derroche técnico del joven artista, sino conseguir en nosotros la experiencia de examinarnos en los espejos del alma de Fidel. Dilucidar qué sentimientos o sensaciones desembocaba en sus pupilas. Si una rigurosa y gris “Mirada” u otra divertida y soleada de “Machetero”, lo resumen mejor; o nos descubren mejor bajo su luz. Visibilizarlo en nosotros mismos.

Esta es la segunda exposición personal de Carlos Arístides Medina Maceira (La Habana, 1996) quien cursó estudios en la Academia Eduardo Abela de Artemisa (2013) y se graduó en la capitalina Academia de Bellas Artes San Alejandro (2015). Pintor que como evidencia la ya referida obra Equilibrio, también incursiona en la cerámica, con algunos reconocimientos.