Luis Martínez Pedro: rodeado de agua por todas partes

Marilyn Garbey Oquendo
7/8/2018

La obra de Luis Martínez Pedro puede ser apreciada en todo su esplendor en La Habana. Una muestra exhibida en el Edificio de Arte Universal, con el sugerente título de “El agua por todas partes”, acerca a los espectadores al imaginario de quien es considerado uno de los grandes exponentes de las artes visuales del país.


“Una poética donde confluyen abstracciones y figuraciones, trazos geométricos y líneas que buscan volúmenes”.
Fotos: Internet

 

Se presentan piezas de diferentes series, realizadas a lo largo de una vida intensa. “El ojo del agua”, de 1960; “Playa de Jibacoa”, entre 1946 y 1948; “Hombres de mar”, realizada en las décadas del 20, 30 y 40; “Mujeres y mar”, concebida en varias décadas; “Ojos” y “Flora cubana”, de los 70 (esta última perteneciente a la colección del MOMA, en Nueva York); “Otros signos del mar”, también de los 70; “Desnudos y paisajes”, de los 80. Y por último, la que tal vez resulta más conocida dentro su vastísima producción, “Aguas territoriales”.

Recorrer la sala es un goce para los sentidos. Los colores y sus diferentes tonalidades, la variedad de técnicas para trabajar, la diversidad de enfoques sobre el tema y la cantidad de obras exhibidas, provocan el asombro y, al mismo tiempo, la reverencia ante una poética donde confluyen abstracciones y figuraciones, trazos geométricos y líneas que buscan volúmenes.

Uno de los momentos más extraordinarios es aquel en que se contempla el cuaderno de bocetos del artista, que aún permanece inédito, y que da fe de cuán laborioso era Martínez Pedro. Ojalá algún día se publique y podamos hojearlo, para encontrar allí algunos de los hábitos y obsesiones del creador.

Según afirma Manuel López Oliva, con la obra de Martínez Pedro “el mar penetró en el arte”. Porque fue una de sus más grandes inspiraciones, una de sus más constantes fascinaciones. El mar, sus movimientos, sus coloraciones, los pescadores, la gente que habita muy cerca de la playa. Contemplar el mar, comprender sus oscilaciones, intentar develar sus misterios, plasmarlo tal y como lo ha percibido, llevarlo al lienzo o al papel, fue tarea que desveló al artista a lo largo de su existencia.

Hay una frase de Loló de la Torriente que acompaña la exposición y que puede arrojar luz sobre la vida del pintor: “Solo una sensibilidad afinada pudo encontrar, en la expresión de los signos del mar, el alma apasionada, soñadora y absoluta de nuestra isla orogénica.”

Luis Martínez Pedro nació en La Habana en 1910 y estudió en la Academia de San Alejandro en 1929. Al acercarse a su biografía es posible constatar que fue un hombre muy laborioso, que participó en una gran cantidad de exposiciones, tantas que es imposible enumerarlas en estas cuartillas. Para la mítica revista Orígenes diseñó portadas y dibujó viñetas. Fue Lezama el autor de las palabras del catálogo de la exposición que Martínez Pedro realizara en 1971, “Otros signos del mar”, y allí exclamó el poeta:

“Esos ejercicios de Martínez Pedro donde el ojo se obstina en perseguir hasta sus últimos chisporreteos una parábola que termina por diseñar el secreto interno del caracol”.


Luis Martínez Pedro  presidió la Asociación de Pintores y Escultores de Cuba,
creada oficialmente en diciembre de 1948
 

En la Bienal de Sao Paulo, en 1953, ganó un premio; la UNESCO también lo distinguió. Entre 1958 y 1961 formó parte del grupo Diez Pintores Concretos. Ejerció la pedagogía en la Escuela Nacional de Arte. Ilustró el poemario Cuatro canciones para el Che, de Nicolás Guillén. Realizó dos murales en la Escuela Vocacional Vladimir Ilich Lenin. En 1981 recibió la Orden Félix Varela, otorgada por el Consejo de Estado de la República de Cuba. Murió en La Habana, en 1989.

Puede apreciarse el dominio que tenía Martínez Pedro de técnicas como el óleo sobre tela, la tinta sobre papel, el lápiz o el creyón sobre la cartulina. De la cerámica hay pocos pero bellísimos exponentes, los dibujos exhibidos confirman lo que numerosos críticos señalaron sobre sus extraordinarias aptitudes como dibujante.

Como espectadora, viví una maravillosa experiencia ante la obra “Los pies del pescador”, fechada en 1942, hecha en tinta y aguada sobre cartón. Y quedé admirada ante los remolinos que trazó,  pues son como un imán para el ojo que los ve. No se puede permanecer impasible ante belleza, ya que despliega un misterio que provoca fuertes emociones.


“Los pies del pescador” (1942)
 

Durante los más meses más calurosos del año permanecerá en  exhibición la obra de Luis Martínez Pedro. Miguel Barnet dijo en una ocasión que el ojo del pintor es “la luz que conduce a la reflexión, que ilumina el sueño”. Aquellos que un día apreciaron su labor, y quienes aún la desconocen, tienen ahora la oportunidad de dialogar con el dibujante del mar.