Ocurre en domingo o “lo que realmente somos”

Kenia Méndez Mederos
25/10/2019

Ocurre en domingo, la más reciente propuesta de Teatro de La Luna volvió a las tablas en el marco de la decimoctava edición del Festival de Teatro de La Habana. La puesta, que nos llega de la mano de Raúl Martin, está basada en la obra La mayoría de los suicidios ocurre en domingo de la dramaturga Anna Burzynska.

Ocurre en domingo, la más reciente propuesta de Teatro de La Luna. Fotos: Buby, cortesía de Raúl Martín.
 

Clara (Yaikenis Rojas) y Nicolás (Luis Manuel Álvarez) son pareja, ambos proceden de pueblos lejanos y poco importantes de Polonia, han llegado a la capital para “salir adelante” y de momento parece que lo han logrado. Buenos empleos, un apartamento acomodado y Alexa[1] —la asistente “virtual” que los acompaña y que tanto aporta a la propuesta escénica— dan fe de ello. Todo parece estar bien, el momento de ruptura llega cuando se descubren incapaces de disfrutar un domingo.

“Por fin vamos a tener el cabrón tiempo, el día de la verdad”, dice uno de ellos para anunciar el momento que los descubre: se han construido otras historias, que hablan de otras vidas; han pretendido ser en función de lo que han logrado tener; han renegado de sus raíces y, sobre todo, han mentido una y otra vez para cubrir cada línea de sus biografías que pudiera delatarlos. Ya no saben cómo vivir de otra manera: esos trabajos, ese dinero, ese piso, esas ropas y zapatos, es todo lo que son.

Hablar de valores, de nuevos ricos, de los medios que utilizamos para progresar, de lo ético y lo oportuno, de lo simple y de lo realmente importante es apenas uno de los aciertos de esta obra. Ver Ocurre en domingo también implica mirarnos desde nuestras relaciones, prioridades y tiempos, mirarnos para pensar en lo que realmente somos.

Hablar de valores, de nuevos ricos, de los medios que utilizamos para progresar, de lo ético y lo oportuno, de lo simple y de lo realmente importante es apenas uno de los aciertos de esta obra.
 

Sobre las intenciones y aportes esenciales de la obra, La Jiribilla conversó con su director Raúl Martin:

¿La idea era hablar del tiempo o el tiempo es solo el pretexto para todo lo demás?

El tiempo es un factor importante en el texto. El tiempo que falta porque los individuos lo ocupan en asuntos que, en cierto modo, se inventan. El tiempo que sobra cuando a esos individuos los “desocupan” de golpe. Pero no es el tiempo, es el protagonista de esta historia. Se trata de la obsesión de una clase social emergente de mantener un estatus o aparentarlo. En ese juego cuando “sobra” el tiempo los protagonistas no tienen otra opción que desmantelar sus mentiras y la verdad es devastadora. En este sentido tener tiempo se convierte en una realidad acusatoria.

La obra aporta “ una mirada irónica y crítica hacia una clase social que ha surgido con fuerza en Cuba”.
 

La obra habla de un contexto otro ─que creo bien podría ser el nuestro─, de cualquier forma y atendiendo a las nuevas formas de empleo y usos del tiempo en Cuba, ¿qué aporta al espacio nuestro, a los cubanos con varios trabajos, a los cubanos sin tiempo?

Aporta, sobre todo, una mirada irónica y crítica hacia una clase social que ha surgido con fuerza en Cuba. En Polonia, en la década de los 90; en Cuba en este siglo. Eso y el hecho de ser un conflicto humano, universal, de la relación de pareja versus sociedad, trae la obra a nosotros inevitablemente. El factor tiempo para los cubanos tiene una significación especial. La espera es, hace muchos años, protagonista de los días de los cubanos. La falta de tiempo irrumpió de golpe. Esta combinación antagónica es un conflicto que acerca la obra a la realidad cubana actual.

“Ya sabemos que el teatro no cambia el mundo ni la naturaleza humana, pero si puede aportar, como muchas artes, la posibilidad de sentirnos retratados”.
 

Hablar de valores, volver a las esencias, hacer que la gente se mire reflexivamente desde una perspectiva que supere la relación de lo bueno y lo malo, es y será un reto, ¿qué ha logrado Ocurre en domingo en este sentido? ¿Qué les dice el público?

Ya sabemos que el teatro no cambia el mundo ni la naturaleza humana, pero si puede aportar, como muchas artes, la posibilidad de sentirnos retratados, poner el dedo en la llaga, exponer el conflicto y hacernos pensar. Eso sí ha pasado con la obra. Lo ha comentado el público habanero y también sucedió en Ecuador cuando asistimos al Festival Internacional de Teatro de Manta. La frase “¿Qué vamos a hacer ahora?”, cuando la pareja se percata de que deben pasar un domingo en casa; y lo que esa frase desencadena; remueve al espectador porque los implica en una historia propia, cercana o, al menos, reconocible: la historia de los valores perdidos. Una pérdida que despoja de motivaciones humanas a una pareja que se percata de que, si lo material se derrumba, la relación se desploma.

 

Nota:
[1] El personaje es interpretado por Laura de la Caridad González.