Pedro de Oraá: persistencia de lo concreto

Maikel José Rodríguez Calviño
7/9/2020

El reciente fallecimiento de Pedro de Oraá priva a las artes visuales cubanas de una figura fundamental, imprescindible, cuya fructífera carrera no solo evidencia el sostenido trabajo que su gestor desarrolló a favor del abstraccionismo cubano; también nos ofrece una de las poéticas visuales más sugerentes dentro del arte insular contemporáneo.

Pedro de Oraá encarnó al artista plural, inquieto e incansable. Fotos: Internet
 

Pintor, escultor, diseñador, dibujante, editor, poeta, crítico: Pedro encarnó al artista plural, inquieto e incansable, acérrimo defensor de los principios estéticos que enarboló hasta el final de su vida. El típico artista que, muchas veces en silencio, sin ansias de protagonismos transitorios, se limita, tal y como dijera el crítico Hamlet Fernández en una pequeña semblanza publicada en Facebook, a hacer el arte que prefiere y sabe hacer.

De Oraá cursó estudios de Pintura y Escultura en la Academia de San Alejandro, y de Construcción Civil en la Escuela de Artes y Oficios de La Habana. Desde 1958 estuvo vinculado al grupo de los Diez Pintores Concretos, colectivo de creadores interesados en explorar los caminos discursivos del concretismo[1], tendencia desconocida hasta aquel momento en el contexto pictórico nacional. El grupo (que contó con la participación, entre otros, de Salvador Corratgé, Mario Carreño, Sandú Darié y Rafael Soriano[2]) tuvo su presentación oficial con la muestra 10 pintores concretos exponen dibujos y pinturas, realizada en 1959 en la galería Arte, color, luz, que el propio Pedro y la también pintora Loló Soldevilla fundaron dos años antes con el objetivo de fomentar el arte abstracto en La Habana.

 

Tras el triunfo revolucionario se desempeñó como diseñador, primero en el Teatro Nacional de Cuba; luego, en el Consejo Nacional de Cultura. En 1961 fundó Ediciones Pálpite, y tres años después, mientras residía en Bulgaria, la Editorial Belic. Poeta y traductor, dio a luz una docena de títulos y colaboró con varias publicaciones seriadas, entre las que destacan las revistas Ciclón, Lunes de Revolución, Orígenes, Unión y La Gaceta de Cuba.

No podemos hablar de abstracción cubana sin mencionar a Pedro de Oraá. Gran parte del reconocimiento que actualmente gozan nuestras pintura y escultura no figurativas se debe tanto a su talento creativo como a sus esfuerzos por visibilizar y legitimar dicha tendencia dentro y fuera del país, a pesar de las incomprensiones que muchas veces han enfrentado los abstraccionistas del patio. Pedro fue de los que no desistió en explorar nuevas formas de decir, desarrollando una poética evolucionó desde un colorismo explosivo, cargado de luz y energía, hasta un cromatismo minimalista sustentado en cuidadosos estudios compositivos y una economía de recursos expresivos.

 

“El arte abstracto se propone presentar aquello que no se ve en la realidad de todos los días”, confesó en una entrevista realizada en noviembre de 2018 por el periodista y poeta Erian Peña Pupo. En gran medida, dicho aforismo condensa los intereses creativos de Pedro, un obseso con la búsqueda de esa belleza pura que se oculta tras el aquí y el ahora, tras el pasajero rostro de lo circunstancial; un artífice sincero que combinó dos requisitos indispensables en cualquier creador: fue gestor de una obra precursora y una excelente persona, hombre jovial y presto al abrazo, muy exigente con el tratamiento dado a su trabajo, como debe ser.

Mientras escribo estas líneas lo recuerdo sentado junto a Carolina Domínguez en la sede de Artecubano Ediciones, revisando las planas de Abstractivos, su libro-catálogo más reciente, ajustando fechas y títulos de piezas, colaborando con la edición… En una palabra: creando, pues el espíritu davinchiano que le animó no conocía el descanso. Ahora, que ya forma parte de la luz definitiva, fuente de todo arte, quedarán su obra y su impronta. Se impone volver sobre sus pinturas y esculturas, releer sus versos, revisitar esas zonas menos conocidas de su amplio quehacer.

 

Hasta siempre, Pedro. Siga experimentando con los fundamentos de la belleza: áreas, colores, texturas, líneas; equilibrio, proporción, ritmo, simetría. Le encontraremos siempre allí donde la realidad se desnuda de toda anécdota para transformarse en formas puras.   

Notas:
[1]Arte concreto o concretismo: tendencia dentro de la pintura abstracta que se desarrolló durante la década del treinta en torno al pintor suizo Max Bill. Según aclara el pintor, poeta y teórico Theo van Doesburg en su Manifiesto de arte concreto, publicado en 1930, esta vertiente de la abstracción propone un arte libre de cualquier asociación simbólica con la realidad mediante el empleo de colores planos y formas puras o concretas en sí mismas que despojan a lo pictórico de todo sesgo mimético, descriptivo o narratológico.   
[2] El resto de los artistas que integraron el grupo en diferentes momentos fueron Pedro Carmelo Álvarez López, Wilfredo Arcay Ochandarena, Luis Martínez Pedro, Alberto Menocal, José María Mijares, José Ángel Rosabal Fajardo y Dolores Soldevilla Nieto.