Premio Oscar se desmarca por la fantasía y La forma del agua

Joel del Río
6/3/2018

La 90 edición de los premios Oscar favoreció como mejor película, director, diseño de producción y banda sonora al filme fantástico La forma del agua, sobre una limpia pisos muda (Sally Hawkings) enamorada de un monstruo anfibio, dirigida por el mexicano Guillermo del Toro. A este director se deben sendas obras maestras del cine fantástico (El espinazo del diablo; El laberinto del fauno) y a diferencia de la vertiente de aventuras y superhéroes, sus mejores filmes apuestan por el contraste entre quimera y realismo, cuentos de hadas y criaturas fabulosas, atrapadas en difíciles circunstancias históricas o sociopolíticas.  


La película narra una singular historia de amor. Fuente: Internet.
 

La fábula fantástica que es La forma del agua, se ambienta exquisitamente a principios de los años sesenta, en un centro de investigación aeroespacial de Baltimore (Estados Unidos) en plena Guerra Fría, con la consiguiente competencia entre soviéticos y norteamericanos en torno a la fabulosa criatura y la carrera espacial. Del Toro, como siempre, se pronuncia a favor de la diversidad y la concordia entre seres diferentes, con un filme donde el verdadero monstruo es el oficial norteamericano, cruel y machista, y la protagonista, además de muda, tiene como mejores amigos a un diseñador gay entrado en años y a una compañera de trabajo negra y gruesa, los dos bondadosos y comprensivos.

Y si bien en términos políticos La forma del agua evidencia un fuerte discurso antirracista, incluso cargado en contra de la prepotencia del gobierno y los militares norteamericanos, el Oscar subrayó las sutiles sugerencias antiTrump, multipremiando una producción dirigida por un mexicano, para así consumar el absoluto triunfo en Hollywood de los cineastas procedentes del sur del Río Bravo, a pesar de todo muro anunciado y posible.  Primero fue Alfonso Cuarón con el filme espacial Gravity, en 2013. Le siguió el doble y sucesivo triunfo de Alejandro González Iñárritu en 2014 y 2015 por Birdman y The Revenant. Ahora Del Toro es el elegido para ganar cuatro de los principales premios que se entregan en el año. El triunfo de los cineastas mexicanos hace añicos el mito de la superioridad norteamericana en cuanto al cine.

Para completar la fiesta de celebración de los mexicanos que fue la gala de entrega del Oscar, Coco, dirigida por Lee Unkrich y Adrián Molina fue elegida como mejor película de animación, y en igualdad de condiciones, triunfó su tema musical, Remember me, que fue cantado en la gala por el actor Gael García Bernal, con un lazo que exhibía los colores de la bandera mexicana, y luego entró en escena Natalia Lafourcade, con ecos de mariachi y un gran conjunto de bailarines. Filme de Pixar, la empresa mayormente ganadora del Oscar en la categoría de filme animado, Coco parece una declaración de amor a la cultura relacionada con el Día de los Muertos, aunque el argumento y el diseño de producción evidencien una intención medio turística.

Según la mayor parte de los pronósticos, entre los cuales se encuentra mi vaticinio personal, el Oscar a la mejor película debía galardonar Tres anuncios en las afueras, dirigida por Martin McDonagh, que fue la gran triunfadora en los Globos de Oro y los BAFTA. Por mucho que los cinéfilos nos alegremos del triunfo del buen cine fantástico, Tres anuncios… es un filme mucho más oscuro y comprometido, diatriba, apenas disimulada, al racismo y homofobia de la policía norteamericana, mientras se burla con ironía de la violencia e ignorancia que florece silvestre en los pequeños pueblos rurales, herederos del western lejano y legendario.  Una madre tenaz busca justicia para su hija asesinada, un crimen que nadie parece investigar, y por ello es que la madre decide provocar a los que debieran hacer justicia y coloca los tres anuncios que menciona el título.

Frances McDormand carecía de rivales a su altura en la categoría de mejor actriz, y antes de llegar al Oscar había barrido con todos los premios de la temporada: Globo de Oro, Bafta, Sindicato de Actores SAG, el Critic’sChoice… McDormand quiso rendir homenaje a todas las mujeres que trabajan en el mundo del cine, y pidió un aplauso para todas las nominadas, con fin de que ganaran mayor visibilidad en una ceremonia que se aprecia, vía televisión, en casi todo el mundo. Compañero de reparto de McDormand, Sam Rockwell había ganado casi todos los premios a que estuvo nominado, e igual ocurrió con el Oscar, por su caricaturesca y extraordinaria interpretación de un policía con altísimo grado de agresividad y cretinismo.

No solo estaban cantados los premios de McDormand y Rockwell. El Oscar siguió la huella de los restantes galardones del año y, además de premiar a los protagonistas de Tres anuncios…, fueron reconocidos finalmente el británico Gary Oldman, por una impactante caracterización de Winston Churchill en The Darkest Hour, mientras que la mejor actriz secundaria fue Alison Janney, multipremiada por I, Tonya por darle cuerpo a una de las peores madres que registra la historia del cine.

Además de la equívoca elección de La forma del agua por encima de Tres anuncios…, el reparto de premios optó por decisiones salomónicas cuando trató de entregarle al menos un galardón a todos los filmes medianamente impactantes que estaban nominados. La patriotería en estilo histórico-bélico  de Dunkirk se alzó vencedora, muy merecidamente, en sonido y edición; el melodrama gay Call me by your name fue soslayado en casi todas las categorías, pero los académicos se emocionaron con entregarle el premio de mejor guión adaptado al anciano James Ivory, por su trabajo con la novela que André Aciman publicó en 2007, y que el cineasta convirtió en un guión netamente cinematográfico.

En la categoría de mejor filme de habla no inglesa triunfó la producción chilena Una mujer fantástica, mientras que su protagonista Daniela Vega presentó en la ceremonia una de las canciones nominadas, precisamente la que acompaña a  Call me by your name. Apasionada defensa de la diversidad sexual, el filme tuvo gran éxito también en La Habana, y cuenta la historia de Marina, una mujer transgénero que padece la pérdida de su amante, veinte años mayor que ella, de modo que ha enfrentarse a los reproches y prejuicios de una sociedad conservadora, machista y violenta.