Presupuestos de papá

Yohandro Sánchez
16/2/2017

Diolinda no cree ser tan buena en Español como piensan mamá y la maestra.

Le gusta estudiar sola, en el baño. Y aunque mamá considera que esta es otra de sus "locuras", no se lo impide porque alguien le dijo una vez que los niños superdotados hacen cosas así.

Y, ¿qué madre va a impedir que su hija superdotada se desarrolle…?

Ninguna.

El baño es el lugar más tranquilo de la casa. Podía estar horas enteras estudiando sin distracciones.

Bueno, exactamente estudiando, no.

Estudiaba, sí, pero también pasaba el tiempo conversando con Miopía.

iEsa sí que sabe Español!

portada del libro Diolinda lo dice al revés
 

Sus notas altas en esa asignatura, incluso la medalla de oro en el concurso municipal del año pasado, fue gracias a Miopía.

Por supuesto, mamá no sabe nada sobre esto.
Para mamá, ella debe ser una niña rara, o loca.

A veces dice que sus cosas son locuras, pero en otras ocasiones asegura que es un genio. Cuando Diolinda la oye hablar no sabe si piensa que está loca, o que es muy inteligente, o las dos cosas a la vez.

Papá, sin embargo, sí la conoce bien, aunque no esté mucho tiempo en casa. Él sabe que no es ningún genio. Sabe que, cuando está “estudiando” en el baño, en realidad habla con Miopía.

Y así lo dice cuando llega y pregunta: "qué ha hecho Diolinda en todo el día". Y mamá responde: “estudiar”. Y él rectifica: “hablar con el espejo”.

Y cuando Diolinda lo oye decir eso se siente descubierta; papá sabe.

Él sabe que habla con Miopía sin que tengan que decírselo.
Ese es el más importante de los presupuestos de papá: es medio adivino.

Pero papá tiene otros presupuestos.

Todos los años trabaja con uno diferente. Cuando él le explicó lo que era un presupuesto no lo entendió muy bien. Pero para eso estaba Miopía porque, aunque papá fuera un sabelotodo, tenía el defecto de ser una persona mayor. Juntas, buscaron el significado en el viejo diccionario que había en la casa.

“Primero la letra inicial”, indicó Miopía: “A… F… H…, a ver que me perdí”.

—Yo lo hago —dijo Diolinda y repasó mentalmente desde la A, luego B, C, D, E… hasta la P, donde concluyó.

Ahí estaba.

PRESUPUESTO, TA. 1/ De presuponer. 2/ Suposición. 3/ Cómputo anticipado de gastos o ingresos.

Pero la única acepción que comprendieron ambas fue: Suposición, de suponer algo.

Entonces, papá trabaja con suposiciones.                              

La palabra era demasiado larga, tal vez por eso papá tenía que trabajar tanto con ella. Y un día llegaba tarde porque estaba discutiendo el presupuesto. Y otro día no llegaba porque se había recortado el presupuesto. Y así. Las suposiciones siempre tenían problemas que su papá debía arreglar. Por eso, una noche en que lo encontró abajo de unos papeles, le volvió a preguntar por el presupuesto.

—Papá, ¿el presupuesto es tuyo? —Diolinda estaba doblando una hoja en colores con muchas líneas y cuadritos. Él la miró con una sonrisa.

— ¿Y ya mi niña sabe lo que es el presupuesto?

—Sí —respondió con una tremenda seguridad.

—Entonces no puede ser mío; el presupuesto es de mi empresa.

— ¿Y por qué la empresa no te lo regala? —protestó—. Si tú
trabajas más con él…

Entonces papá comenzó a reírse. Rió mucho, hasta que le salieron las lágrimas.

Mamá también rió mucho, le dio un beso, y volvió a repetirle eso de ser un genio.

Diolinda recuerda que ese día sus padres se besaron como si fueran novios.

Hoy, de seguro no se besan. Mamá está molesta por lo que pasó en la escuela. La mandó a dormir y no permitió que viera la novela cubana. Dijo que iba a esperar a que papá llegara porque tenían que conversar.

Seguro va estar despierta hasta tarde.

Llegar temprano no es uno de los presupuestos de papá.

 

Fragmentos de Diolinda lo dice al revés, de Yohandro Sánchez. Premio La Edad de Oro 2016.