Qué pista… qué revista: Girasoles… te los traigo yo (II)

Emir García Meralla
4/5/2020

Opina, la revista y todo su concepto social y cultural, había calado en el gusto y en el imaginario popular cubano de los años ochenta; tanto que Juan Formell, en su carácter de filósofo y cronista popular, lo reflejó en un tema que se volvió popular, sobre todo su estribillo: qué pista… qué revista. Y es que Opina, como medio de comunicación, siempre estaba al corriente de los intereses de sus lectores, y además de ello se adelantaba a determinados acontecimientos culturales con una cobertura interesante. Había logrado, jugando a un periodismo de vanguardia para ese momento, que importantes escritores cubanos se acercaran y colaboraran en sus páginas; por lo que sus lectores tuvieron acceso a capítulos de libros que en ese instante estaban en fase de impresión; sobre todo aquellos de literatura policial, que era el género literario en boga en esos años, aunque otros también se beneficiaron de esta práctica.

Como medio de comunicación, Opina siempre estaba al corriente de los intereses de sus lectores. Fotos: Internet
 

Escritores como Daniel Chavarría, Armando Cristóbal Pérez y sobre todo Félix Mondéjar (conocido por F. Mond) atraparon a lectores cautivos gracias a esta revista. En honor a la verdad, aquella práctica desaparecería de las publicaciones cubanas en la década siguiente y provocaría un divorcio profundo entre los escritores y su público.

La sección cultural de la revista se complementaría, además, con reportajes y entrevistas a los artistas de moda, y cubriría todas las modalidades posibles. Un repaso a sus páginas nos introduce a nombres de pintores que hoy son de dominio público, pero que en los años ochenta comenzaban a cimentar su carrera, y la mejor manera de hacerlo fue por medio del proyecto Telarte y su taller experimental, donde los diseñadores cubanos de ropa ganaron una notoriedad impresionante.

Flora Fong, Manuel Mendive, Larrinaga, Zaida del Río y Aldo Menéndez fueron algunos de los nombres de pintores cubanos contemporáneos que pasaron a formar parte del vestir y del hablar de los cubanos en esos años; y cabe decir que aquel trabajo de Opina sirvió como complemento social y de difusión al naciente proyecto del Fondo Cubano de Bienes Culturales que liderara Nisia Agüero, un nombre que se volverá imprescindible a la hora de hablar de la promoción y difusión de las artes plásticas, la calidad de vida y el buen gusto en el vestir de parte importante de los cubanos.

La revista, y todo su concepto social y cultural, había calado en el gusto y en el imaginario popular cubano de los años ochenta; tanto que Juan Formell, en su carácter de filósofo y cronista popular, lo reflejó en un tema que se volvió popular, sobre todo su estribillo: qué pista… qué revista.

Pero Opina fue más allá de todo lo que proponía en la publicación y se involucró en tres eventos trascendentes para la música cubana: el premio Opina de la popularidad, que se entregaba en una fastuosa gala en el cabaret Tropicana y al que nombraron premio Girasol; el establecimiento de una plataforma de presentaciones en las fiestas de carnavales ubicada en la cafetería Zulmar, en el malecón habanero; y el más ambicioso de todos, al fundar y patrocinar a una orquesta de música popular bailable: Dan Den, que dirigiera el pianista Juan Carlos Alfonso.

Juan Formell, en su carácter de filósofo y cronista popular, reflejó el éxito de Opina en un tema que se volvió popular, sobre todo su estribillo: qué pista… qué revista.
 

Desde su primera edición en el año 1982, los premios Girasoles fueron un gran acontecimiento social y cultural en Cuba; eran herederos de los que desde fines de los años cincuenta hasta 1962 entregó la revista Show, que dirigiera por siempre el abogado Carlos Manuel Palma —conocido como el abogado de los artistas cubanos—, cuya pasión por la música, los espectáculos y el arte en general desbordaron su fortuna, su fama y las fronteras de esta isla. Y es que las páginas de Show reflejaron la vida y milagro profesional de todos los artistas cubanos en cualquier confín del continente americano y Europa, por medio de una red de corresponsales (todos deudores de alguna forma de las habilidades de su director).

Show había tenido en su plantilla de colaboradores nombres importantes como los de Germinal Barral, conocido como Don Galaor, Orlando Quiroga, Enrique Núñez Rodríguez, y dos jóvenes llamados Omar Vázquez y Armando López; además de que ocasionalmente contribuyeron con sus ediciones, figuras literarias conocidas como Nicolás Guillén, o nacientes como Manuel Cofiño, entre otros que después ganarían notoriedad o que harían carrera importante en el suplemento cultural Lunes de Revolución.

“Desde su primera edición en el año 1982, los premios Girasoles
fueron un gran acontecimiento social y cultural en Cuba”.

 

A estas alturas de los años ochenta, Opina tendría en su nómina a Armando López como uno de sus editores y a Orlando Quiroga como columnista, mientras que Omar Vázquez alternaba su trabajo en el diario Granma y sus colaboraciones con esta publicación.

El premio Girasol se entregaba por votación popular y a ese resultado se llegaba mediante encuestas que se realizaban mensualmente y que después eran completadas con una página para votación en todas las ediciones de la revista —circulaba semanalmente— del mes de noviembre. Su rango de categorías era tan amplio que provocaba encarnizados debates familiares, pues lograr que los intereses de los miembros de una familia coincidieran, era una tarea titánica; así y todo, había resultados comunes.

Sin embargo, uno de los méritos de este premio, y de la publicación en general, era abordar todo el abanico de propuestas en materia de música que existía en el país en esos años; ninguna manifestación musical quedaba excluida o minimizada, y ello era resultado de una visión integradora de la música. Ciertamente, la producción de espectáculos musicales, conciertos, presentaciones y una representación discográfica estaban siempre presentes en cada entrega de la revista.

“Ninguna manifestación musical quedaba excluida o minimizada,
y ello era resultado de una visión integradora de la música”.

 

Opina premió, más de una vez, espectáculos de ópera y de zarzuelas —había una suficiente producción de ellas para mantener una cartelera anual— del teatro musical (que se repartía entre el Conjunto Nacional de Espectáculos y el Teatro Musical de La Habana); lo mismo ocurría con la cartelera de danza y de conciertos o recitales.

Fue tal el peso de este premio, que en una oportunidad sus organizadores llevaron a Tropicana a la Orquesta Sinfónica Nacional, dirigida en ese entonces por Manuel Duchesne Cuzán, para interpretar un repertorio que incluyó clásicos como la Quinta Sinfonía de Beethoven y canciones cubanas tradicionales interpretadas por Esther Borja; en otra ocasión, llevaron a la Orquesta Cubana de Música Moderna para que fuera la base acompañante de algunos cantantes surgidos en el espacio televisivo Todo el mundo canta.

El premio Girasol era la cima de la popularidad para todos los artistas cubanos y en su busca desplegaban toda la simpatía posible; pero también fue la plataforma de lanzamiento, o de regreso, para artistas que años antes habían tenido una carrera en géneros musicales como el pop —Alfredito Rodríguez, o el dúo de Maggie y Luis— y el rock, como el guitarrista y compositor Raúl Gómez.

Sin embargo, a la luz de los años solo ha sobrevivido de aquel premio y aquella revista el tema compuesto por Juan Formell y que interpretara su cantante Israel Sardiñas, cuyo estribillo dice: qué pista… qué revista…

En los años noventa, ante la crisis de papel que enfrentaría Cuba, la revista desapareció, y con ella una de las aventuras editoriales y sociales más interesantes de esta isla en la segunda mitad del siglo XX. De ella solo queda revisitar su papel como mecenas musical: la orquesta Dan Den será ese resultado.

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