El rechazo claramente teledirigido al decreto 349, a mediados del año 2018, desencadenó una serie de reacciones que desembocaron en el proceso de cambio de régimen actual en Cuba. Esta clase de “momentos críticos” suelen ser la oportunidad esperada para que una serie de estructuras cultivadas y maduradas en el tiempo sean capaces de actuar y pasar a la ofensiva dentro del marco de una operación de golpe blando. Cada una de las señales que desde entonces se han visto, así como el arco temporal, la creación de condiciones y el ablandamiento progresivo y en ascenso del terreno psicológico e informativo, parecieran apuntar en esa dirección.

Preludio de una agenda de guerra cultural

El 9 de noviembre del año pasado se sumó al proceso de germinación de un dispositivo de revolución de colores la detención y condena a ocho meses de cárcel del rapero Denis Solís por delito de desacato. Ambos sucesos se volvieron de interés público por la presión social que buscaron alentar los grupos opositores.

El Movimiento San Isidro (en adelante, MSI) es llamado así por el nombre del barrio de La Habana Vieja en el que se concentra este nuevo intento de golpe blando. Seis de los 14 “artivistas” (artistas-activistas) que lo conformaban comenzaron una huelga de hambre para protestar por la detención de Solís; entre tanto, otro grupo se reunía en un parque cercano para realizar vigilias, campañas de “protesta cívica” mediante “susurros poéticos” (lecturas de poesía), provocaciones “directas” (transmisiones en vivo) a través de redes sociales e interpelaciones a los efectivos policiales que resguardaban los espacios.

Mientras la seguridad policial restringía el ingreso de personas, otros más se sumaban a la huelga de hambre y sed. El apoyo del Encargado de Negocios de Estados Unidos en Cuba, Timothy Zuniga-Brown, empezó a fluir diciendo “el mundo está mirando, la comunidad internacional reconoce su protesta pacífica”. El mensaje intentó convertir el evento en una “urgencia” a ser cubierta por medios internacionales de amplia audiencia, procedimiento muy típico dentro del repertorio de los golpes blandos, donde el corretaje informativo internacional actúa como efecto multiplicador de las ideas del “movimiento”, legitimándolas desde un lugar de “sentido común”. Zuniga-Brown atrajo un nivel de atención que hasta ese momento no había logrado el MSI por cuenta propia, más allá del efecto enjambre gestionado desde las redes de información y medios de propaganda plegados a los preparativos de la agenda de cambio de régimen desde 2018. En términos de gestión comunicacional, el mensaje de “el mundo está mirando” resultó ser una confesión de la necesidad de expandir el alcance (virtual) del movimiento mediante la simulación y exageración de los hechos.

La Fundación Nacional para la Democracia (NED) financia la subversión interna en Cuba. Foto: Tomada de Progetto CubainformAzione

El 26 de noviembre del 2020 detonó la excusa necesaria para sumar adeptos cuando la policía sacó a Carlos Manuel Álvarez, director del periódico El Estornudo, financiado por la NED, de la casa de Otero. Las autoridades explicaron que hubo una violación de reglas sanitarias: Carlos Manuel Álvarez no había seguido las reglas contra la covid-19 después de llegar desde el exterior. Seguidamente, el grupo reunido en torno a la campaña de “protesta cívica” se presentó el 27 de noviembre en las oficinas del Ministerio de Cultura en una actividad que fue ampliamente reseñada en medios locales e internacionales.

En una anatomía realizada al desarrollo de las acciones, el sociólogo Rafael Hernández describe cómo de un grupo más o menos heterogéneo, el 27N, la concentración se fue nutriendo de líderes del MSI y del Instituto Internacional de Artivismo Hannah Arendt (INSTAR), hasta conformar el panel que se sentaría a dialogar con el gobierno cubano respecto a los hechos recientes. El G30, como se le denominó, estuvo integrado finalmente por siete artistas plásticos, cinco artistas vinculados al cine, tres escritores, dos miembros del mundo del teatro, un músico, cinco miembros del MSI, cuatro del INSTAR y tres de medios de oposición al gobierno.

La agenda del encuentro, previamente acordada entre las partes, fue enunciada por una representante del MSI al inicio de la reunión en los siguientes términos: 1) revisión y transparencia del proceso judicial contra el rapero Denis Solís, 2) libertad para el artista plástico Luis Manuel Otero Alcántara, 3) derecho a tener derechos, libertad de expresión, libre creación y disenso, 4) cese de la difamación y descrédito por parte de los medios oficiales, 5) reconocimiento y respeto al posicionamiento independiente, 6) no más violencia policial, no más odio político.

Uno de los acuerdos tenía como base mantener un canal de diálogo entre instituciones y artistas, a la vez que se tomó el compromiso de que el Ministerio de Cultura mostrara interés urgente por las situaciones de Alcántara y Solís. Tales acuerdos se rompieron la semana siguiente y derivaron en hechos asociados a un esfuerzo de mayor calado donde se entretejen la vinculación de las “disidencias juveniles” con el anticastrismo convencional y los habituales canales de financiamiento y promoción, lo que pudiera entenderse como acumulación de fuerza en el marco de un campo de batalla que se ejecuta fundamentalmente desde “lo cultural”.

Pero es en este punto cuando se considera la reciente confluencia del MSI, conformado por artistas y académicos provenientes del 27N, ahora con la Unión Patriótica de Cuba (Unpacu), integrada por agitadores políticos vinculados directamente a la tradicional contrarrevolución mayamera, que se puede considerar la búsqueda de “unificación” y un probable intento de acumular impulso.

Ambos movimientos han contado con la sobreexposición de la prensa apoyada por los Estados Unidos, cuyo funcionamiento consiste en saturar sus páginas web y redes sociales de hechos derivados de las provocaciones de sus operadores a los cuerpos de seguridad y funcionarios del gobierno.

Unpacu y la “huelga de hambre en Santiago de Cuba”

Actores relevantes:

José Daniel Ferrer García.

José Daniel Ferrer Cantillo (hijo de Ferrer García).

Liusban John Utra.

Alegan ser víctimas de un cerco policial a su sede por parte de las autoridades de Santiago de Cuba. Esta organización opositora cubana se autodefine como “disidencia no violenta”; sin embargo, el recuerdo gráfico más importante de Ferrer García es el video en el que se autoagrede en medio de una declaración a los cuerpos de seguridad cubanos con la intención de denunciar malos tratos y tortura, lo que provocó una reacción airada de la Unión Europea, quien puso sobre el tapete la amenaza de tocar áreas sensibles de su relación con la Isla.

Ferrer García, quien fuera acusado por el gobierno cubano de recibir hasta 50 mil dólares de la poderosa Fundación Nacional Cubano Americana con sede en Miami, creó la Unión Patriótica de Cuba en agosto de 2011 luego de ser excarcelado en marzo de ese año. Afirman contar con más de diez mil activistas afiliados y 122 células. También manifiestan tener hasta 53 activistas presos en Cuba por motivos políticos y tener representación tanto en los Estados Unidos como en la Unión Europea.

En la web, la organización dice que su activismo “se basa en la resistencia y desobediencia no violenta, mismo principio en el que se han basado las revoluciones llamadas ‘de colores’, cuyos ejes de acción fueron en su día enunciados por Gene Sharp”.

“No estamos ante la primera vez en que el peso de la desestabilización política en Cuba recae sobre las esferas que la convención occidental define como “sociedad civil”. Pero a diferencia de las experiencias (fallidas) anteriores (…) el anticastrismo militante, dentro y fuera de la Isla, venía de padecer años de crisis de representación y estética”.

Es reconocida por la ONG Amnistía Internacional (AI) desde su creación y acostumbra a denunciar “el acoso y la intimidación y las detenciones que han sufrido sus miembros por parte de las autoridades cubanas”.

El “producto” Ferrer García ha gozado de la publicidad que le pueden conferir premios y distinciones como el Premio Libertad Truman-Reagan por la Fundación Victims of Communism Memorial 2020 (conviene recordar que Adrian Zenz, el principal “experto” con el que Occidente se basa para “denunciar” el “genocidio uigur” pertenece a esta organización), XIII Premio Internacional de Derechos Humanos de la Fundación Hispano-Cubana, con sede en Madrid, y el Premio Democracia de la NED.

En noviembre de 2019 estuvo involucrado en un delito de secuestro denunciado por un ciudadano cubano y terminó encarcelado, una acusación más que va a engrosar el expediente delictivo que mantiene desde 1993.

En 2013, Unpacu absorbió a la organización Foro Antitotalitario Unido (Fantu), liderada por Guillermo Fariñas: la huelga de hambre es su mecanismo habitual de protesta. Las veces que Ferrer García ha sido detenido ha denunciado torturas y falta de atención médica; siempre se ha demostrado que trata de montajes para amplificar el impacto mediático de sus acciones. En febrero pasado fue detenido durante 10 horas y tanto la recién estrenada administración Biden como la vicepresidenta del Parlamento Europeo, Dita Charanzová, pidieron su liberación, marcando un involucramiento mucho más directo con el cual desplazaron el eje del golpe blando del ámbito “cultural” al político-diplomático, esfera donde la concepción de este tipo de operaciones pone a prueba su capacidad de mantener un ritmo de escalada que defina un rumbo cada vez más agresivo en el tiempo.

Pocos días antes de su detención se vio involucrado en un evento violento durante una actividad de propaganda que se hacía pasar por repartición de alimentos “a la población empobrecida por la aguda crisis económica que enfrenta Cuba”, sin hacer referencia al bloqueo que los Estados Unidos ha infringido a ese país desde hace más de 50 años. Además, ha denunciado agresiones a su casa y sede de la Unpacu en el Reparto Altamira con la finalidad de mantenerse bajo la mirada de los medios, uno de los objetivos de la agenda.

Desde ese momento, varios de sus seguidores se sumaron a una supuesta huelga de hambre y los medios ADN Cuba y CiberCuba promovieron un relato exagerado de los daños físicos a causa de la descompensación. Por otra parte, sus mismos voceros reconocen que más de 20 activistas han abandonado la huelga de hambre debido al delicado estado de salud que presentaban.

Su hijo Ferrer Cantillo participa de la huelga de hambre incluso cuando su padre le dio “mil razones” para no hacerlo, según dice. Sin embargo, fue captado con una ración de alimentos en las manos en uno de esos momentos en que debía estar en “ayuno voluntario”. Un vecino ha revelado que Ferrer García ha recibido víveres aun cuando dice que solo consume agua.

Manifestación del MSI e intoxicación mediática

Actores relevantes:

Luis Manuel Otero Alcántara.

Maykel “Osorbo” Castillo.

Tania Bruguera.

Oscar Casanella.

Denis Solís.

El MSI se autodenomina “un movimiento de vanguardia con incidencia en la protección, promoción y defensa de los derechos civiles y culturales en la Cuba presente y futura”. Está conformado por un espectro de artistas que se organizaron en diciembre de 2018 contra el decreto 349, que intentaron proyectar como una forma de control del Estado sobre el arte y otras expresiones de creatividad; dicho decreto no llegó a implementarse.

El MSI tiene su núcleo originario en el llamado grupo del 27N, conformado por artistas e intelectuales que se organizaron el día después de que la policía allanara la casa de Otero en San Isidro el 26 de noviembre de 2020.

Se reunieron frente a las oficinas del Ministerio de Cultura y, en medio de llamados a diálogo por parte del gobierno, aprovecharon el evento para crear un efecto vitrina en beneficio del movimiento, toda vez que frustraban la viabilidad de la interlocución y desconocían al mediador gubernamental.

Su sostenimiento económico y estímulo proviene de enclaves como la Fundación Cadal (Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina) que, a decir de analistas como Martha Lidia Ferreira, recibe su mayor porcentaje de dinero para sus acciones de manos de las sucursales de la CIA para la región; la Fundación Atlas (vinculada a los hermanos Koch), la Fupad (Fundación Panamericana para el Desarrollo), la Usaid y la NED.

Otros intermediarios y trampolines para el consumo global son el Instituto de Periodismo de Paz y Guerra, Factual, Distintas Latitudes, Fundación Sueca de Derechos Humanos, Editorial Hipermedia, Diario de Cuba, Cubanet, la Universidad Sergio Arboleda, además de captadores de fondos desde las distintas agencias y fundaciones junto a otras ONG registradas en distintos países que enmascaran a medios como CiberCuba, ADN Cuba, Cubanos por el Mundo, Cubita Now, Cubanet, Periodismo de Barrio, El Toque, El Estornudo y YucaByte.

Estos medios se catalogan como “independientes o alternativos” aunque, en realidad, todos sus dirigentes residen en el exterior, la mayoría en Estados Unidos, y coinciden al calco en las narrativas pro cambio de régimen, mientras obedecen a la perfección al perfil del sistema de becas, subsidios y cursos de preparación de la NED.

Otero Alcántara, quien no se ha enterado de las deserciones de la huelga en Santiago, hizo la siguiente arenga el pasado sábado 3 de abril: “Ahora mismo en Santiago de Cuba hay 50 cubanos en huelga de hambre por algo como esto, porque nos abusan, nos avasallan. La Habana no es Santiago de Cuba ni viceversa. Vamos a enfocar la mirada hacia Santiago”.

De esto hablaba en el contexto de otra actividad con la misma excusa de preparar un “cumpleaños colectivo” como festejo para los niños de la comunidad en el marco del aniversario del MSI. Siguiendo el patrón de los voceros de Unpacu, también han denunciado “acoso de la policía, detenciones, arrestos domiciliarios y desapariciones de activistas como Tania Bruguera y Oscar Casanella”.

La agitación, que —por ahora— no suelen pasar de 50 personas, terminó en insultos a las autoridades y la correspondiente detención de Otero nuevamente, hechos que la prensa magnifica y encuadra. Esa misma prensa aprovecha para promover el nuevo pack mediático llamado “Patria y vida”, tema interpretado por varios músicos cubanos residentes en Miami junto a miembros del MSI que viven en Cuba.

El 4 de abril, el intento de detención del rapero Maykel Osorbo, uno de los intérpretes del “spot publicitario” del movimiento, la canción “Patria y vida”, bajo las cámaras de los teléfonos celulares logró escapar de la detención con el apoyo por personas que se encontraban en la zona y que fueron presentados en las redes como “vecinos” (probablemente se trate de agitadores con cierto entrenamiento en qué hacer ante estas situaciones), convirtiendo la situación en un “performance” donde se profirió a coro un estribillo-insulto contra el presidente Díaz-Canel.

¿Punto de aceleración?

La agitación en aumento del fin de semana a la fecha aparece luego de que se publicara el informe anual de derechos humanos del Departamento de Estado de los EE.UU. el pasado 30 de marzo, en el que mencionan “torturas a disidentes políticos, ejecuciones extrajudiciales y otros abusos”, al tiempo que afirman que las “restricciones” del gobierno en Cuba “siguen vulnerando la libertad de expresión, asociación, religión, creencias y movimiento”.

En el informe, el gobierno estadounidense también denuncia supuestas detenciones arbitrarias “en lugares no registrados” y refiere a informes recurrentes de que miembros de las fuerzas de seguridad y sus agentes “acosaron, intimidaron y agredieron físicamente a defensores de los derechos humanos… y que lo hicieron con impunidad”.

Agrega que las “técnicas de represión” en Cuba fueron exportadas el año pasado. “Funcionarios de la Seguridad del Estado se desplegaron con frecuencia en países como Venezuela y Nicaragua, donde capacitaron y apoyaron a otras organizaciones en el uso de tácticas represivas y abusos de derechos humanos y, en ocasiones, participaron directamente en los abusos”, indica el informe.

Por ejemplo, “los miembros de las fuerzas de seguridad cubanas estaban integrados en los servicios de seguridad e inteligencia del régimen de Nicolás Maduro en Venezuela y fueron fundamentales para transformar la Dirección General de Contrainteligencia Militar de Venezuela (DGCIM) de una pequeña organización enfocada en amenazas externas a una organización mucho más grande enfocada en vigilar a los venezolanos y reprimir la disidencia”, reza el texto oficial.

Con cierta sincronía, Erika Guevara-Rosas, representante de Amnistía Internacional en América Latina, denunció “últimos actos represivos contra opositores” ocurridos en territorio cubano y ataca de manera directa al presidente cubano Miguel Díaz-Canel.

El martes 6 de abril, José Daniel Ferrer García participó en una videoconferencia en la que manifestó que “lo que hacen contra nosotros sí es verdaderamente un bloqueo criminal”. En la actividad organizada por la plataforma Cuba Decide, dirigida por Rosa María Payá, hija del fallecido Oswaldo Payá, Ferrer García se refirió a las supuestas detenciones realizadas en las inmediaciones de su casa.

En la videoconferencia participaron personalidades de la política estadounidense y europea como la congresista cubanoamericana María Elvira Salazar, la vicepresidenta del Parlamento Europeo, Dita Charanzová, y el eurodiputado español José Ramón Bauzá.

Charanzová, defensora a ultranza de Unpacu, condenó “la represión y violencia sostenida” y manifestó estar “muy preocupada por la salud de los huelguistas. Sus vidas están en las manos del gobierno cubano. Mando todo mi apoyo a Ferrer y los huelguistas. Europa está con vosotros”.

Salazar, por su parte, aseguró que levantaría su voz por los activistas, quienes representan a todos los cubanos, agregó. “Yo me uno a la Unpacu, yo también soy la Unpacu”.

También estuvieron presentes líderes del “anticastrismo” (nómina de la Usaid) como el secretario del Directorio Democrático Cubano, Orlando Gutiérrez Boronat, quien ha expresado su apoyo a una invasión armada de Cuba para derrocar al gobierno socialista, si los soldados cubanos usan fuerza letal contra los cubanos que se oponen al gobierno.

Como ya se dijo, el apoyo del MSI a Unpacu es reciente. En efecto, fue registrado en la cobertura como un hecho novedoso porque, aunque las agendas y tácticas pueden ser similares, hay determinadas distancias. Por un lado, la habitual táctica de choque que protagoniza un perfil acostumbrado como el de Ferrer García, pero que ahora se le suma a un intento de golpe blando que triangula con fichas vinculadas al mundo artístico-cultural.

Estos hechos, con el envión del Informe Anual de Derechos Humanos de los Estados Unidos de fondo, parecieran marcar la confluencia entre la vieja oposición mayamera (poderosa, pero en declive), y un nuevo espectro de actores que se moviliza en torno a la imagen, la noticia viralizada, el conflicto diario, las redes sociales y un bien aceitado conjunto de actores que, vía la cultura, el arte, el performance y supuestos aires de renovación, dirigen la acción directa y la producción simbólica de otro experimento de cambio de régimen.

Memoria, renovación y la cultura como campo de batalla

No estamos ante la primera vez en que el peso de la desestabilización política en Cuba recae sobre las esferas que la convención occidental define como “sociedad civil”. Pero a diferencia de las experiencias (fallidas) anteriores, donde la relación con Miami, los círculos anticastristas y el terrorismo eran aún más notables, visibles e ineficaces, el anticastrismo militante, dentro y fuera de la Isla, venía de padecer años de crisis de representación y estética.

El paso del tiempo histórico, lo sabemos, ha producido cambios de importancia que ofrecen nuevas coordenadas culturales y, también, nuevas vulnerabilidades. Como es sabido, estos procesos híbridos donde se emplean tecnología de acciones pertenecientes al ámbito de las revoluciones de colores y las acciones de guerra no convencional dependen inicialmente de una fase de investigación de debilidades y flancos abiertos, así como de una previa definición de los objetivos demográficos, su estructuración ideológica y sus puntos de sensibilidad, justo donde operan elementos básicos como la familia, las afiliaciones identitarias y las aspiraciones individuales.

“(…) Con lo que ya se está colocando como la etiqueta ‘normalización’ en el ambiente sociopolítico cubano se inocularán las mínimas condiciones operativas que pudieran facilitar la idea de una ‘primavera cubana’, una revolución de probeta’”.

La cartografía de modificaciones políticas, económicas y tecnológicas del último lustro, donde se combina un cambio histórico de liderazgo político, la experimentación de un sector privado emergente y la llegada de la masificación de la tecnología telecomunicacional ha tenido un impacto significativo y amplio en la población. Y así como en muchos de los casos se traducen en mejoras en el proceso de interconexión con el mundo, es inevitable que ese mapa algo difuso también traiga los elementos potenciales que pueden explotarse en un marco de conflictividad interesada.

El beneficio de la retrospectiva nos permite considerar ahora a la red Zunzuneo y las primeras revelaciones de patrocinio de las agencias federales estadounidenses y europeas al movimiento juvenil rapero como una etapa embrionaria que hoy en día se implementan de forma más integral. Estos cambios, además, han tenido un impacto sustancial en una nueva generación cuyos lazos con la lucha revolucionaria, producto de la distancia temporal y la experiencia, se vuelvan más difusas y por lo tanto manipulables.

En 2014, en el contexto de la “apertura” de la administración Obama con el gobierno cubano, este equipo, a través de Misión Verdad, aventuraba la siguiente hipótesis: “Estamos atestiguando una actualización en los mecanismos, métodos y modos de la intervención. Toda armonización [de Estados Unidos hacia Cuba] en este momento es totalmente ilusoria. Con lo que ya se está colocando como la etiqueta ‘normalización’ en el ambiente sociopolítico cubano se inocularán las mínimas condiciones operativas que pudieran facilitar la idea de una ‘primavera cubana’, una revolución de probeta”.

Raúl y Obama en el estadio Latinoamericano, La Habana, 2016. Foto: La Jiribilla

Certificada esta hipótesis, se debe tomar también como otro factor externo decisivo el efecto económico producto de las reversiones de esa misma apertura que comenzaría a darse hasta alcanzar su punto más alto en el último lustro, con la campaña de “máxima presión” del Departamento de Estado de Mike Pompeo, bajo la administración Trump.

El registro audiovisual, el tratamiento noticioso internacional y lo que se destilan de las acciones en el terreno, en especial en el MSI, ya hablan de una reconocida “maduración de condiciones”. Situaciones como la detención/escape del rapero Maykel Osorbo el 4 de abril sintetizan, por un lado, la proyección narrativa y, por el otro, la puesta en práctica de los métodos “de colores”: el escarceo con la policía y la consiguiente “liberación” por parte de vecinos remite, por ejemplo, a lo que desde Serbia a principios de siglos se definió como acción dilema para las autoridades: o bien responden a la presión por la fuerza llevándose al detenido o bien, para evitar un mal mayor o la recriminación general dentro de la circunstancia, lo dejan ir. En cualquiera de las dos resoluciones del “dilema” el dato narrativo final sería la “debilidad” de las instituciones gubernamentales, sea por exceso o por defecto.

Esto ya nos habla de un grado de preparación y de la asimilación asentada de métodos aprendidos: las estructuras más rígidas y golpeadas del Estado se enfrentan al flanco “líquido” de la desestabilización con movilidad e infraestructura global.

Cualquier proceso de actualización o transición histórica de un modelo político producen ansiedades culturales. Bajo la etiqueta del cambio de los modos de hacer política y producir cultura es irresistible que algunos flancos queden abiertos. Y que, por lo tanto, un envión que es decisión política del Estado se enfrente a secuestros de esa misma iniciativa para insertarla en los códigos que le interesa a un Estado agresor. En este punto, las aspiraciones naturales de una nueva generación, en términos híbridos (empleando lógica de mercado, aplicación de métodos psicológicos, etc.), pueden “militarizarse” imprimiéndole energía a “la lucha” por un “sentido” histórico. El malestar juvenil es un factor global y extendido que aquí se traslada y contextualiza en el escenario cubano, con sus respectivos mecanismos de seducción y con sus supuestas “consecuencias del modelo”.

Pero aquí tenemos que hilar más fino. Toda operación de cambio de régimen ataca por sobre todas las cosas la legitimidad, bien sea política o legal, pero también histórica y cultural, operando en dos niveles: el de los pasos institucionales (ya harto conocidos bajo esquemas de lawfare o preocupaciones por derechos humanos alcanzando, cuando puede, instancias multilaterales), pero también en una ratio más profunda: sobre el ámbito afectivo y expresivo. El rap se ha convertido en un vehículo por excelencia para sintetizar todo esto. La cultura más allá de la discusión sobre sus valores y su herencia es también un patrón de consumo, y en este punto la expresividad conecta con el sobre-estimulado mercado del éxito, el reconocimiento y la farándula.

Y aquí viene la filigrana: el “contenido” que quizás de manera incauta o en su primera etapa presentaba el circuito de raperos que se ha ido vertebrando en torno a esta política podía pasar por la disconformidad habitual, hoy en día queda más que claro que la “producción” de estos contenidos más que de ejercicio espiritual reflejan un alto grado de ingeniería simbólica.

El ejemplo más claro y agresivo (y hasta ahora el más visible) lo encontramos en la canción-spot publicitario “Patria y vida”. A la desconexión histórica inevitable de una nueva generación que no aloja en su memoria (reciente) el significado y el contexto de la consigna “Patria o muerte”, se le amontonan nuevos significados para antagonizar su peso en herencia espiritual, reforzando el impulso de ruptura, ya no generacional, sino del propio torrente histórico.

A esta clase de acciones el reconocido escritor, publicista e intelectual ruso, Andrei Fursov, en el contexto ruso y el intento de “ruptura” histórica que se ha venido fraguando en su relación con Ucrania, lo define como una acción “psico-histórica”: la sustitución traumática de significados internos del propio lugar de la historia en el alma de una persona y un grupo social. Esto nos da medida 1) del grado de impacto que se busca y 2) del grado de artificiosidad de la operación, a pesar de que, siempre, en estos casos, se basan en un dato parcialmente cierto en la realidad de cualquier sociedad: la necesidad de algunas reformas, la adaptación de las estructuras de gobierno a un nuevo período histórico, las frustraciones no racionalizadas, etc. Ruptura histórica y caos en la memoria.

Y esa artillería cultural, al menos para los operadores externos, pareciera haber alcanzado el punto previo a la acumulación de masa crítica. Visto así, la “alianza solidaria” que se está oficializando entre las nuevas estructuras “culturales” del MSI junto a la Unpacu (compuesta por elementos y procedimientos más convencionales) en busca de un “frente amplio” así parecen señalarlo.

Desde cierto punto de vista, este sería también el puente generacional (bastante fracturado) que viene del anticastrismo del siglo XX y ahora el del XXI, bajo la proyección del campo de batalla 2.0 y las pautas discursivas del paradigma del imperialismo interseccional: identidad, minorías, DDHH, demonización del Estado, la corrección política y el sistema de señales de una moral posmoderna donde la soberanía individual prevalece sobre la nacional.

Visto así, la incapacidad del “régimen” de “proteger” a su población secuestra su legitimidad y también su soberanía, para convertirlo en un asunto “universal” de derechos ciudadanos que deben ser defendidos por la comunidad internacional (el énfasis en la juventud y la denuncia de “bloqueo del internet” le revisten de la codificación retórica de la Responsabilidad de Proteger), pero esto, como siempre, debe venir acompañado de un enorme volumen de inversión. Aplicar el stencil lingüístico de costumbre que lo uniformaría de acuerdo a las pautas de consumo occidentales siempre será un esfuerzo económico notable. Y también el punto de partida desde donde se pudieran caer las caretas.

Cuba en el rompecabezas internacional

Lo que ahora se destila de la consigna que emitió el presidente Biden en la Conferencia de Seguridad de Munich a principios de febrero (“America is back!”) aclara dos cosas importantes: 1) el retorno a la intensificación de los teatros de operaciones que quedaron relativamente suspendidos en 2016 y 2) la poco disimulada continuidad esencial en el paso de Obama a Trump a Biden, más allá de que las formas, mecanismos y justificaciones varíen, la sustancia sigue siendo la misma porque también lo son los intereses y objetivos.

Tal es la sinergia de base que así como en algunos escenarios la administración Biden retoma los mecanismos y posiciones de la administración Obama (Siria, Ucrania y Rusia), otros permanecen casi inalterados (Venezuela, Irán), mientras que otros adoptaron elementos derivados de esa continuidad: el retorno de una administración demócrata, con una casi repetición de los actores en los tiempos de Obama, no supuso una variación importante respecto al modo en que se asume Cuba: no existen siquiera señales de retoma de la política de “apertura” de 2014, mientras que se conservan las reversiones y aprietes de tuerca de la administración Trump.

Michelle Obama reunida con mujeres cubanas. Foto: Tomada de Granma

A este paisaje casi inamovible se le debe incorporar el componente de la simultaneidad de los acontecimientos, del timing general. Al mismo tiempo aumenta la presión en Venezuela, Cuba, Siria, Irán, la Federación Rusa (mediante Ucrania), la República Popular China y al mismo nivel de intensidad, Myanmar. Pero detrás de estos también se enfilan otros puntos donde la latencia conflictiva pudiera esperar el pivote necesario para ascender: Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Corea del Norte, Tanzania y Zambia.

En materia específicamente hemisférica, estos expedientes mencionados deben acompañarse también de modificaciones de forma respecto a la metódica del Departamento de Estado de la era Trump. En Brasil asume un nuevo canciller con un discurso diametralmente opuesto al de su predecesor: de la derecha de talante conspirativo y confrontacional el gobierno de Bolsonaro designó a un funcionario de claro perfil tecnocrático que además se maneja dentro de la epistemología del discurso liberal.

En Honduras se comienza a atestiguar una demolición controlada del liderazgo del país, cuando se comienza a sacrificar a una pieza como Juan Orlando Hernández. Con Colombia se intenta un “refrescamiento humanitario” que obliga al presidente Duque a ajustarse al canon demócrata en oposición al discurso “trumpista” de los últimos años. Visto así, en América Latina estamos viendo cómo comienza a asentarse la política exterior estadounidense para la región, aunque todavía no se le ha terminado de ver el rostro definitivo a ese nuevo esquema, pero que las distintas fases de acumulación (el conflicto en Apure, la probable caída de Hernández, la intensificación híbrida en Cuba) dan señales de ese contorno.

Pero el “America is back” de Biden, a pesar de promoverse como un supuesto retorno triunfal (con un panorama que ha sufrido profundas modificaciones en los últimos cuatro años, en lo doméstico y en lo global), en realidad produce otra fuga de significados que se contrastan con las distintas acciones multipolares que comprometen el significado de esa frase: el choque entre las autoridades diplomáticas chinas y estadounidenses en Alaska donde se trazó un límite, la firma de la alianza estratégica entre Irán y China, y la profundización de las relaciones entre Moscú y Beijing, revestido, además, de un cambio de tono y lenguaje mientras se reanima a la OTAN de su estado cuasi letárgico. Algo se escapa del cuadrante de la Casa Blanca y el “America is Back” se vuelve un asunto existencial, de vida o muerte.

Conclusión provisional

Un patrón de intensificación simultáneo con ribetes “multilaterales” pudimos verlo con mucha claridad cuando en el primer semestre de 2014 se consolidó el golpe de Estado en Ucrania, fracasó “La Salida” en Venezuela y aparece de forma arrolladora el Estado Islámico en Irak y Siria afectando significativamente en este último la correlación de fuerzas en el campo de batalla.

Trátese de Obama, de Trump o de Biden, el signo que mejor los unifica es el de la repetición mecánica de los patrones de agresión y los puntos de interés donde los ejercen. Algo que también establece sus propios límites. Así parecieran refrescarse mecanismos de desestabilización que ya conocemos, no existe en realidad una renovación de las formas: un imperio en crisis es, sobre todas las cosas, repetición e incapacidad de reinvención.

Naturalmente esto, más que restarle, le aumenta el grado de peligrosidad a las actuaciones. El nuevo intento híbrido de cambio de régimen en Cuba, por más que algunos elementos sean relativamente novedosos para el escenario cubano, no lo es para otras latitudes que pueden identificar la traslación de estos mecanismos casi sin fisuras.

No obstante, existe un desafío notable en el manejo de las claves culturales internas, su propia construcción moral y la necesidad (como está pasando en el resto del planeta) de hacer traducible el relato actual dentro de la misma clave de resistencia y custodia de soberanía y dignidad. No se trata únicamente, al igual que en Venezuela, de volver a derrotar las acciones cada vez más sofisticadas (y culturalmente dañinas) del cambio de régimen, sino de encontrar la manera de tomar la iniciativa que sea capaz de presentar un discurso más de afirmación que en oposición “a”.

“Trátese de Obama, de Trump o de Biden, el signo que mejor los unifica es el de la repetición mecánica de los patrones de agresión y los puntos de interés donde los ejercen (…) un imperio en crisis es, sobre todas las cosas, repetición e incapacidad de reinvención”.

A pesar de una peligrosidad que puede medirse en el corto, mediano y largo plazo de las acciones en torno al MSI, es imperiosa la necesidad de no desestimar, como dirían en las ciencias sociales posmodernas, ese “lugar de enunciación”. Reconocer los elementos ulteriores más profundos que hacen a la nueva generación “contracultural” objeto de seducciones y manipulaciones servirán para revertir el momento actual, pero una victoria de esta naturaleza sin llenar vacíos corre el riesgo de convertirse en un triunfo táctico con posibles efectos negativos en lo estratégico.

El diagnóstico realizado sobre la agenda de cambio de régimen, con el MSI en primer plano, describe la configuración de un movimiento de naturaleza híbrida y desregulada que se inserta en la dinámica global de una pugna política enmarcada en el neoliberalismo tardío.

Ese intento de disolver el pacto social y la continuidad intergeneracional en la Isla, buscando fabricar brechas en el ámbito de la “cultura”, a partir de una diversificación simplista de gustos y preferencias que se diferenciarían “radicalmente” del “pasado”, su memoria y legado, se refuerza con la contradicción sistémica que atestigua el Sur global hoy por hoy: sostener las bases orgánicas de la soberanía estatal y el relato nacional en medio de un contexto global que socava estos aspectos de forma permanente. Así, el movimiento artificial de cambio de régimen que encabeza el MSI es la crónica en tiempo presente de cómo se articulan (nuevos) dispositivos de disgregación social y conflictividad, aprovechando la deriva global de una vía única y totalitaria hacia la realización de la individualidad mediante los aspectos más planos de la “sociedad” de consumo.

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