Raúl Torres unplugged

Amanda Velero
28/4/2016
Fotos: Cortesía del Centro Pablo
 

Acústico, íntimo, cercano. Así, como en el mejor recital unplugged, estuvo Raúl Torres este sábado 23 de abril en el Centro Pablo. Y aunque la idea del concierto era justamente esa, presentarse solo con su guitarra y su lira reluciente, en algún momento estuvo aún más desenchufado, sin línea eléctrica ni micrófono, cantándonos bien cerquita como si se tratase de una pequeña serenata diurna.

“Saving Rapsody” —un intento poético, un guiño a Walt Whitman, según dijo— y “Ala de luz”, fueron los temas que interpretó a voz limpia, a guitarra limpia, y así pretendía seguir, si el apagón no hubiese sido breve. Luego el sonido se amplificó nuevamente y Torres continúo arrancándole acordes a su guitarra y desgranando las más hermosas canciones.


 

Con César Ochoa, talentoso y joven guitarrista, estuvo también acompañado en algunos temas como “Esbozo, vendavales”, “Me voy” y “20 canciones de amor y un poema desesperado”, estas dos últimas con cierta influencia sabinesca: una por su aire flamenco y la otra por la manera de decir. Ya lo había asegurado también el crítico Joaquín Borges-Triana en el texto introductorio del catálogo: “Nos hallamos ante una poética que rebusca dentro del mundo interior del hombre como especie, con un cierto aire canalla o una mirada deliciosamente cínica e irónica, que mucho le debe a los decires de Joaquín Sabina, figura con la que Raúl ha compartido varias presentaciones”.

Y a propósito de Sabina, alguna vez le escuché comentar a alguien que “Regrésamelo todo” era, para el cantautor español, “la canción más hermosa del mundo”. Desconozco si en verdad Joaquín dijo tal cosa, pero ciertamente es una de las más bellas historias convertidas en canción, universalizada además en la voz de Ana Belén.


 

No faltaron en este concierto los temas más clásicos de Torres, entre los que se ubican junto a “Regrésamelo todo”,  “Se fue”, “Candil de nieve”, “Fénix de cristal” y “El regreso del amigo”. También hubo estrenos, temas que formarán parte de su próximo disco Café bombón, como “Insondable María” y “Clementine”.

“El poeta del sol” es otro tema reciente del cantautor que no faltó en este concierto, una canción dedicada especialmente a la memoria de Santiago Feliú y que en su letra rinde homenaje, además, a Silvio Rodríguez: “Dice un poeta del sol que su abuelo habló con Martí, digo yo que hablé y canté al poeta del sol, si no qué hubiera sido de mí”.

Junto al cantautor Luis Alberto Barbería, cantó a dos voces, sublimemente, “Te quiero bien”: “No cantes aquella canción de la despedida, un día de tu soledad no abras cartas de amor, que música y correos son efluvios de melancolía…”


 

Torres agradeció luego a todo el colectivo del Centro Pablo por la posibilidad de presentarse en ese recinto sagrado de la trova cubana, como calificó el espacio A guitarra limpia, “un lugar que es como un santuario, donde todavía habitan trovadores en esta época de tantas vicisitudes con la lírica”, dijo.

Habitualmente María Santucho, coordinadora del Centro Pablo, o Víctor Casaus, su director, presentan los conciertos A guitarra limpia, pero esta vez ninguno de los dos se encontraban en su casa de la calle Muralla y las palabras de presentación corrieron a cargo del destacado periodista y crítico musical Joaquín Borges-Triana. No obstante, desde la Villa Blanca, en Holguín, envió su saludo a “Raulito” Torres el cineasta y poeta Víctor Casaus ―quien se encontraba en la tarde del sábado en una presentación de libros del Centro como parte del Festival de Cine Pobre de Gibara―, agradeciendo además a Joaquín y toda la tropa de Muralla que hizo posible la realización del recital.

“Víctor me da las gracias porque yo soy el bate emergente, en sustitución suya o de María”, bromeó “Joaco”, y recordó que Raúl Torres posee una obra valiosísima, con doce discos y muchísimos temas antológicos ya en el panorama nacional e internacional. “Se ha convertido en una de las figuras imprescindibles de la canción cubana contemporánea”, afirmó

Al fondo del escenario, una pieza del artista de la plástica Nelson Domínguez dio continuidad a la tradición de A guitarra limpia de juntar manifestaciones y artistas diversos. Para finalizar, Raúl Torres tenía previsto su antológico “Frío”. Después de ese tema, sin embargo, tuvo que regresar e interpretar uno más, despidiéndose con “Murallas chinas”, una hermosa canción escrita a medio camino entre el inglés y el español, pero que comunica y estremece desde la musicalidad y el texto, a pesar de su coqueteo con las dos lenguas.