Cuando se habla de trabajos encomiables en la formación de voces infantiles no puede soslayarse el nombre de Carmen Rosa López Hernández; una talentosa maestra de coros, portadora de un entusiasmo, vitalidad, energía renovadora y jovialidad que resultan increíbles después de 42 años de incesante labor creativa.

¿Cómo fueron sus inicios en el movimiento coral cubano?

Con 17 años de edad y mientras cursaba el segundo año de la carrera de piano en el Conservatorio Amadeo Roldán, me di cuenta de que más que tocar piano y ser una intérprete solista me gustaba mucho más la vivencia de la música coral, porque la había recibido desde edades muy tempranas. La música coral es una asignatura que forma parte del programa docente de las escuelas de música, por esa razón la aprendía sistemáticamente. A ello se agrega que siempre fui integrante de los coros de la escuela y participaba en todas sus actividades.

Fue así como cambié de carrera y decidí ser directora de coros. Mi ubicación, ya egresada del Amadeo Roldán, fue en la escuela Alejandro García Caturla. Comencé en ese centro en 1981, y hasta la fecha permanezco en él, lo cual no significa que no haya desempeñado otros trabajos, como clases impartidas a actores y actrices de la Universidad de las Artes (ISA), estudiantes del Instituto Pedagógico Enrique José Varona y la Escuela Nacional de Música, entre otras responsabilidades.

“Un logro muy significativo del movimiento coral cubano es que prácticamente cada provincia del país cuenta con su coro oficial y es reconocido como una institución”

Cuando comencé a trabajar en Alejandro García Caturla, mi principal propósito era que los niños no se aburrieran en clases, sino que se sintieran estimulados y deseosos de aprender en cada encuentro. Toda mi vida profesional la he dedicado a ser directora de coros. Considero que he tenido suerte, aunque más importantes son el trabajo sistemático y el esfuerzo cotidiano, los cuales me han permitido llevar a mis alumnos a escenarios de alto nivel. Por ejemplo, Diminuto, que fundé en 1993, es la única agrupación perteneciente a Escuelas de Arte que está incluida en el catálogo de una casa disquera de nuestro país: Bis Music. No quiero decir con esto que seamos una agrupación exclusiva de esta casa; si otras nos convocan, como ha sucedido, también asistimos. Tales son los casos de la EGREM, Colibrí, Unicornio y Abdala, con las cuales hemos trabajado.

¿Por qué el nombre de Diminuto a una agrupación que incluye entre sus integrantes a niños de 14 años?

Es algo que algunas personas me señalan, pero esa es una larga y curiosa historia. En mis inicios en García Caturla tenía a mi cargo varias agrupaciones, eran grupos de clases, todos de mucha calidad; tanto es así que con uno de ellos participé en un Encuentro Internacional de Coros en Santiago de Cuba, en 1984. Regresamos dos años más tarde.

En 1993 se celebró un festival de coros profesionales que excepcionalmente estuvo precedido por una especie de concurso para seleccionar las mejores agrupaciones. Por esa fecha ya me había graduado del ISA, y osada como siempre, preparé cuatro coros integrados por alumnos de diferentes niveles. Una vez concluidas las audiciones se me acercó un miembro del jurado interesado en conocer el nombre del coro que estaba integrado por los niños más pequeñitos. Era ese precisamente uno de los escogidos para participar en aquel evento.

La selección de los coros se efectuó en la Quinta de los Molinos, y al terminar su presentación, los niños, felices, comenzaron a corretear por aquel lugar inmenso, poblado de grandes árboles. En comparación con el sitio vi a mis alumnos por un instante tan pequeñitos que inmediatamente contesté: “Diminuto, ese coro se llama Diminuto”.

“Diminuto cumplirá en el venidero mes de noviembre 29 años de creado”. Foto: Tomada del sitio web de Radio Cadena Agramonte

El nombre prendió y se quedó para siempre. En realidad, se corresponde con las características de esta agrupación porque los niños forman parte de ella cuando todavía son muy pequeños. Diminuto cumplirá en el venidero mes de noviembre 29 años de creado. Sus primeros integrantes, sus fundadores, ya pasan los 30 años de edad, y es realmente gracioso cómo continúan llamándose con visible orgullo: “Yo soy Diminuto” o “Yo fui Diminuto”. Del mismo modo, cuando me encuentro con ellos en la calle o en algún sitio, convertidos en hombres y mujeres, canosos incluso, y me llaman “profe”, a veces no los reconozco. Ante mi desconcierto me dicen emocionados: “Yo fui integrante de su coro Diminuto”.

¿Por qué han sido los niños, y no los adultos, quienes han marcado su carrera profesional?

Como dije anteriormente, cuando decidí ser maestra de coros mi intención era que los niños no se aburrieran, que vieran su participación en el coro como un medio de entretenimiento y diversión. A partir de ahí fui inculcándoles la necesidad de superación y de adquirir nuevos conocimientos. Este modo de trabajo funcionó, así que les tomé más amor a los niños y a esa labor junto a los pequeños.

“Con ellos me siento cómoda, muy a gusto; me contagia su alegría y soy parte de ellos”. Foto: Internet

He tenido incluso posibilidades de trabajar con personas de otras edades. Sin embargo, siempre he retomado el trabajo con los niños. No sabría decir si es porque son los niños los más agradecidos, o porque con ellos me siento cómoda, muy a gusto; me contagia su alegría y soy parte de ellos. Lo cierto es que esa es la edad que más disfruto para formar voces y la que me ha dado la posibilidad de desarrollarme profesionalmente, realizar lo que siempre quise hacer, y sentirme plena, feliz.

¿Cuántos niños integran actualmente el coro Diminuto?

Los integrantes varían en dependencia de la actividad que vayamos a realizar y de la capacidad del escenario donde nos presentamos. Nunca olvido, por ejemplo, aquella ocasión en la que reuní a 102 niños a propósito de una velada solemne efectuada en la escalinata de la Universidad de La Habana.

De la misma manera, hace solo unos días los integrantes de Diminuto realizaron su primer concierto en la sala de Nave Oficio de Isla, un hermoso proyecto creado y dirigido por el realizador y actor Osvaldo Doimeadiós. En esa actividad participaron niños de los cuatro coros que dirijo en la Escuela, que son todos, en esencia, Diminuto.

Las edades de estos pequeños oscilan entre los ocho años (cuando entran a la Escuela) hasta los catorce. Es decir, desde el tercer grado hasta el noveno, que concluyen sus estudios en este centro y comienzan en la Escuela Nacional de Arte.

En otras presentaciones hemos reducido el número de integrantes, adaptándolos al espacio disponible y a las características del concierto programado.

¿Alguna experiencia vivida fuera de las fronteras nacionales?

En 2006 viajé a la ciudad de Morelia, capital del estado de Michoacán, en México, para participar en el Festival Internacional de Música que lleva el nombre del prestigioso músico mexicano Miguel Bernal Jiménez. Este evento, que tiene carácter anual, dedica cada una de sus ediciones a un país distinto. Ese año estuvo dedicado a Cuba y en él se dieron cita una gran cantidad de reconocidos músicos cubanos.

Fui a Morelia para asistir a ese Festival y permanecí allí por tres años, trabajando en la ampliación del repertorio con canciones cubanas y mexicanas del coro de esa ciudad. Este coro, fundado en 1956, está considerado el mejor coro de niños de la nación azteca. O sea, que fue un honor trabajar con ellos, y aunque mi estancia en Morelia se prolongó mucho más de lo previsto, al final resultó una experiencia muy bonita y gratificante.

¿Qué es para Carmen Rosa López un director de coros?

Ante todo debe ser un amante de su profesión. Tiene que ser, además, un actor, un maestro y especialmente un educador, porque constantemente educa a sus alumnos, no solo en cuestiones relacionadas con las técnicas vocales y la música en general, sino en todos los sentidos. Debe tener algo de psicólogo y de médico. No son pocos los que se ríen de mí, porque traigo siempre en mi cartera un bolso donde puede encontrarse desde un destornillador hasta hilos, agujas, botones, termómetro, tijeras, medicinas. Lógicamente este requisito no es válido para todos; es algo personal que me ha resultado de gran ayuda.

¿Proyectos futuros?

Próximamente volveremos a presentarnos en Nave Oficio de Isla, donde está prevista la creación de un espacio dedicado exclusivamente a la música coral. Asimismo, preparamos un concierto con motivo del Día de la Cultura Cubana, en el mes de octubre.

De manera particular formaré parte del elenco artístico de una teleserie juvenil llamada Primer grado. Se trata de una propuesta que me hizo recientemente el director de programas de televisión Rudy Mora. En ella no tendré que esforzarme mucho, pues interpreto el papel de una profesora que trabaja en una escuela de arte y es directora de un coro.

¿Cómo evaluaría el estado del movimiento coral cubano?

En mi opinión, goza de una salud excelente. En Cuba hay actualmente muchas agrupaciones corales y de magníficas condiciones artísticas. Contamos con un número considerable de coros caracterizados por su diversidad; coros femeninos, masculinos y mixtos.

Un logro muy significativo del movimiento coral cubano es que prácticamente cada provincia del país cuenta con su coro oficial y es reconocido como una institución.

“En Cuba hay actualmente muchas agrupaciones corales y de magníficas condiciones artísticas”

Más que del estado del movimiento coral, que reitero es muy bueno, deberíamos preocuparnos y ocuparnos de que haya una mejor y mayor difusión de los espacios de concierto. La realización de un concierto trae consigo la movilización de una alta cifra de personas, amén de la preparación y los reiterados ensayos.

No siempre ese esfuerzo es compensado con la asistencia de público. A veces resulta penoso que una sala no esté abarrotada de personas, cuando es excelente la calidad de la agrupación protagonista de esa presentación. Nos falta eso: crear una mayor capacidad de convocatoria.

Nuestro movimiento coral cuenta indiscutiblemente con extraordinarios directores de agrupaciones que han llevado a lugares cimeros este género musical. En él, sin embargo, hay dos figuras descollantes que por su labor enaltecen la cultura nacional: Electo Silva y Digna Guerra.

¿Cuánto han aportado a la carrera profesional de Carmen Rosa estos prestigiosos maestros?

Tuve el privilegio de conocer a Electo Silva desde que era estudiante. El coro al que pertenecía, dirigido por la maestra Carmen Collado, tenía incluidas en su repertorio muchas canciones compuestas por Electo. Por ello, cada vez que venía a La Habana sosteníamos provechosos encuentros, que en realidad se convertían en verdaderas clases magistrales. Tuve también la inmensa dicha de participar en los Encuentros Internacionales de Coros, organizados y dirigidos por él en Santiago de Cuba. Nunca me perdí sus seminarios, donde ponía sus vastos conocimientos a disposición de todos.

“Nuestro movimiento coral cuenta indiscutiblemente con extraordinarios directores de agrupaciones que han llevado a lugares cimeros este género musical”

Digna Guerra fue mi maestra. De ambos profesionales y de la práctica cotidiana he aprendido todo cuanto sé. Tanto uno como el otro son para mí verdaderas instituciones del movimiento coral cubano. Llegaron para quedarse por siempre en el panorama de nuestra música coral. Aunque es justo reconocer la labor desarrollada por otros muchos maestros.

Hace solo unos días y con la asistencia de más de una treintena de coros, representativos de todas las provincias del país, concluyó en nuestra capital la edición XIV del Festival Corhabana. ¿Qué representa este evento para el desarrollo del movimiento coral del país?

A pesar de que no participé en esta edición de Corhabana —porque entendí que esta nueva generación, recién incorporada a Diminuto, no posee todavía la preparación para estar a la altura del Festival—, sí he estado presente en las anteriores. Es un evento muy bonito que propicia la reunión de todas las agrupaciones corales existentes en el país.

Corhabana y el Festival Internacional de Coros en Santiago de Cuba son los eventos más importantes del movimiento coral cubano. Por suerte se realizan en lugares distintos y en años alternos, lo cual ofrece la oportunidad de participar en ambos.

Sus escenarios, La Habana y Santiago de Cuba, son demostrativos de los espacios donde se concentra el mayor desarrollo del movimiento coral y se corresponden al propio tiempo con las personalidades que han hecho posible su esplendor: Electo Silva y Digna Guerra.

“Corhabana y el Festival Internacional de Coros en Santiago de Cuba son los eventos más importantes del movimiento coral cubano”

Los dos festivales facilitan la participación no solo de coros profesionales, sino también de coros de las escuelas de música. En ambos casos su alcance es internacional; y tienen lugar talleres, conferencias, clases magistrales y productivos intercambios de experiencias que posibilitan la apropiación de nuevos conocimientos y valiosas enseñanzas para un mayor desarrollo de nuestra profesión. A su vez, obligan a la superación de las agrupaciones, para presentarse con la calidad requerida en estos certámenes que devienen motivación para trabajar.

¿Premios?

Entre otros puedo citar Los Zapaticos de Rosa, que otorga la Organización de Pioneros José Martí, con la cual tenemos magníficas relaciones gracias a la participación de Diminuto en casi todas sus actividades culturales.

“Poseo, además, un premio muy especial, que sin restarle valor al resto, es el más
preciado: el amor de varias generaciones”. Foto: Tomada de la página de Facebook de Bis Music

Fui reconocida igualmente por el Ministerio de Educación con el Premio al Mérito Pedagógico, además de un premio que aprecio muchísimo, porque tiene para mí una significación muy especial: Evangelio Vivo, concedido por la Asociación de Pedagogos de Cuba. Lo recibí en 2013, y más allá del valor que tiene este galardón en sí mismo, lo que más me enorgullece es que el año anterior le había sido conferido a nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro. He sido merecedora también de varios premios Cubadisco, y me han distinguido con un Premio de Honor en este importante evento de nuestra música.

Poseo, además, un premio muy especial, que sin restarle valor al resto, es el más preciado: el amor de varias generaciones. Ese amor espontáneo y sincero de mis alumnos, cualesquiera que sean sus edades, y la hermosa familia que poseo, son las mayores recompensas que me ha dado la vida.

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