Selección de poemas

Damaris Calderón
14/1/2016

Mi cabeza está en otra parte

Literalmente:
fuera del camino.
Como el herido
convaleciente que
no puede ser
llevado en hombros.

Monsieur Guillotind
inventó una máquina
para separar
la cabeza del cuerpo.

(La cabeza cortada
contempla las cosas tal como son,
el Presente puro, sin ningún significado,
sin arriba no abajo,
sin simetría, sin figuras.
Sin desesperación.)

Rápida y eficaz
como el racionalismo.

 

Riberas del Mapocho

Una ciudad atravesada por un río
una mujer por su hombre
una garganta por una espina.
Mapocho vertical
donde desembocan el Sena y el Aconcagua,
el Nilo y el Almendares,
¿el camino de bajada es el mismo?
Los pájaros picotean con fruición
las cáscaras de plátanos
y los cuerpos ahogados.
Y las lajas de las piedras repiten
que el camino de bajada es el mismo.
Mis pies vertiginosos
las aguas inmóviles
un fuego que se va apagando en medidas.

 

Dos girasoles sobre el asfalto

En el terminal de ferrocarriles
sentada con mi madre
dos girasoles sobre el asfalto.
Su mano borra todo sucio paisaje.
Nunca he comido sino de esa mano
nunca
sino de ese fruto macerado.
Me enseñabas un sendero
para que no me extraviara.
Y siempre regreso, pequeño afluente,
buscando un poco de sosiego
como se le da al enfermo
una cucharada de sopa
Y la cuchara hace frías,
metálicas promesas
hasta que la cabeza se queda
recostada contra el velador.
Una oruga cantándole a un gusano
-la canción de la morfina-
la cabeza roída por dentro,
el tallo esplendente conectado al tubo de oxígeno.
El mar, como un patrullero
pisándome los talones.
Thalassathalassa
he intentado vivir siete veces.

 

El Queltehue

El pájaro que entró no saldrá
ni por el hueco de la sien.
Perdió las alas.
No saldrá.

No metamorfosis.
No Ovidio.

El pensamiento de lo que América sería
si los clásicos tuvieran una vasta circulación
no turba mi sueño.

El queltehue
cuyos huevos empollan en la cabeza del hombre.
La cabeza se inclina con frondosidad.
Toda la podredumbre alcanza su cocción.

El frailecillo susurró:
“No os dejéis tentar por la letra”.

Un insecto devorando un clásico
no turba mi sueño, oh no,
ni el pensamiento de lo que América sería.

 

El banquete (rodajas)

La mujer inclinada hacia delante
(La fruta a medio morder, sobre la mesa)
Tú: la cabeza ida
pensando en símbolos.

Lo peor no es que las cosas sean finitas,
lo peor es que las cosas sean.
Lo peor es saber
que tu cuerpo, tu pelo, aquella boca
serán definitivamente del olvido y el polvo
mucho más
de lo que alguna vez fueron míos.

Este es el fuego.
Crece con arañazos
ramas
carne sudada
y piernas piernaspiernas
que se abren.
Es crudamente tibio.

En esta habitación mínima pieza
puedo por fin tumbarme sobre ti:
una mujer brutalmente desnuda,
no un pájaro ni una gacela.
 

Tomado de Arte Poética

 

 

FICHA
Damaris Calderón: Poeta, narradora y filóloga. Nació en La Habana, Cuba en 1967. Licenciada por la Universidad de La Habana. Egresada de magíster en lenguas y Culturas clásicas por la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, (UMCE), Santiago de Chile, Chile. Aparece incluida en antologías de poesía cubana contemporánea publicadas en países como Cuba, Puerto Rico, España, Chile, Santo Domingo, Colombia, México, Venezuela, Argentina y EE.UU., entre otros. Es miembro de la Sociedad de Escritores de Chile y de la Sociedad de Estudios Clásicos de Chile. Poemas suyos aparecen traducidos al inglés, al portugués, al holandés, al francés y al servo-croata. Reside desde 1995 en Chile.