Carlos Zamora

Las flores tardías

Suelen los marineros, cuando llegan las lluvias, abrirse la camisa para que aniden las muchachas azules. Uno entre mil, quizás, recibe la gracia y no lo dice a nadie. Porque es una herida la muchacha azul, pero duele tan sabroso, que el privilegiado se despide del mundo confiado en que gana la muerte pero también el paraíso.