Daria Abreu: “demasiada carga e historia encima”

C. M. Moreno / Fotos: Cortesía del autor 
5/2/2016

Electo Silva sigue siendo el director del Orfeón Santiago. Vive por decisión personal en el tranquilo barrio de Cuabitas, en la periferia de Santiago de Cuba. Su casa, pequeña y modestísima, está adornada en la entrada por una buganvilia roja sin podar. Para entrar por la verja el visitante tiene que doblarse y esquivar los gajos. Dentro, el espacio es insuficiente para tantas partituras, libros y discos por doquier que le otorgan cierta dinámica, movimiento, alegría. Éste refugio en Cuabitas, es su ermita en la montaña, desde donde resplandece y custodia.

Por la edad —en noviembre próximo cumplirá 88—Electo no está asistiendo al Orfeón, ni a la vida pública.

Electo es el líder histórico del movimiento coral santiaguero y eso pesa sobre los hombros de Daria Abreu, quien lleva en la actualidad la dirección del coro Orfeón Santiago, agrupación vocal emblemática surgida de la mano del maestro.

¿Por qué crees que Santiago de Cuba ha sido una tierra propicia para fundar coros?

“Se propició por Electo Silva. Creó el Festival Internacional de Coros. Todo lo que sucede en él lo concibió Electo, las rondas corales, los coros que salen a la calle desde el parque Céspedes, desde todas la iglesias, desde donde quiera. Y la gente los sigue, y nos reconoce. Hay una empatía con los coros en general”.

El Orfeón Santiago se fundó en 1960. Desde su creación —informa Daria—, ha podido grabar una decena de discos, algunos de polífonía, otros de música cubana. En 2005 y 2010 el coro conquistó dos Premios Cubadisco por La isla de la música Vol. 5, y Por los caminos de la poesía, respectivamente. El año pasado, por su aniversario 55, el coro, ya bajo la batuta de Daria, pudo grabar otro álbum llamado De pura cepa, sobre sones y guarachas que licenció el sello Egrem.


Daria Abreu y el Orfeón Santiago

Electo hacía mucho énfasis en lo de leer, poesía, narrativa. Priorizaba el texto. ¿Cuáles son las pautas que tú ahora asumes para seleccionar el repertorio?

Las mismas.

¿Y no cambia nada?

Sí. Yo. Mi forma de interpretar, la manera de escoger el repertorio porque somos dos personas diferentes. Pero como tengo la tradición de Electo, con el trabajo del Orfeón y su características siento que no puedo cambiar eso. O sea, si yo tuviera un coro nuevo, un coro formado por mí, podría hacer lo que quisiera, pero, por suerte, tengo una historia, ¿no?, la de este coro, y eso debo respetarlo.

¿Crees que debes respetarlo?

Claro que sí. Porque si hubiera estado mal, pero no, triunfó. Hoy la gente reconoce el trabajo del Orfeón. Y recuerdan los años pasados. Yo tengo que mantener esa historia, esa tradición. Los cantores me dicen ‘Daria, vamos a cantar esto’. Entonces les digo que tenemos que ser cuidadosos, Electo no está, pero estoy yo. Sigo teniendo al Orfeón, su escuela, y la gente cuando se sienta a escuchar quiere ver al Orfeón. Después de cinco años me doy cuenta que ya la gente reconoce que el sonido ha cambiado y es natural porque ya los cantores no son los mismos.

Si yo tuviera un coro nuevo, formado por mí, podría hacer lo que quisiera, pero, por suerte, tengo una historia, ¿no?, la de este coro, y eso debo respetarlo.¿Te diste cuenta que has cambiado? ¿Cómo?

[Sonríe, le brillan los ojos, se toma unos segundos para contestar]Justo me di cuenta en este Festival. La gente decía: “ay, que fresco, tiene que ver con este siglo XXI, y el repertorio también…”. Me asombro porque vivo pensando qué vamos a cantar, en que si esto no nos va a quedar bien, o qué va a pensar la gente, porque tengo que pensarlo en el momento de escoger, tengo demasiada carga e historia encima. Y ahora, de pronto, la gente lo ve muy normal.

O sea, que no te lo propusiste

Para nada. Más bien me he propuesto mantener lo que él dejó. Claro, uno siempre le pone lo suyo porque aunque trabajé con él y todo, no somos personas iguales.

¿No lees como él? 

No tengo el tiempo que él tuvo.  Y no vivimos en momentos iguales. Él no tenía que hacer lo que hago yo, como mujer, como madre. He estudiado mucho, particularmente música, Electo es autodidacta. Quizá en solfeo y en armonía he estudiado más que él, he dedicado más tiempo en especializarme, pero el nivel intelectual de Electo es muy poderoso y está por encima no solo del mío sino de cualquier director ahora en Cuba. Hay personas excepcionales, que vienen al mundo a sentar pautas. Él vino al mundo a sentar cátedra en el movimiento coral en Cuba, y en el mundo, porque mucha gente venía a Santiago solo para ver qué había hecho el Orfeón. Se venía a ver qué estrenaba el Orfeón y de ahí cantaban eso que había hecho el Orfeón. Fue una escuela para todos, pero desde Santiago, él no se movió nunca de aquí.

Él le trasmitió algún tipo de… llamémoslo “ideología”, acerca de la decisión de quedarse en Santiago. ¿Hablaba él de eso? 

Sí, hablaba mucho de eso. De su orgullo de vivir aquí, de defender las cosas de Santiago.

¿Era recurrente?

Todo el tiempo. Le propusieron cientos de veces que se fuera de Santiago, incluso para otras partes del mundo, y él se negó. Nos inculcaba que había que mantenerse, preservar lo que había aquí en Santiago.

¿Y qué piensas tú de eso?

Lo que pasa es que yo valoré lo que tenía en el momento de decidir si me quedaba o me iba. Aquí soy Directora, una persona de importancia en el ámbito cultural de Santiago, si me voy de aquí es para hacer algo de igual grado. Eso es lo que me ha mantenido aquí.

Puedes explicar qué caracteriza al Orfeón

El trabajo del solista. Electo, y yo también lo he mantenido, pensamos siempre que el que entra aquí tiene que ser capaz de hacer solos. El concepto es Solista-Coro. Electo decía que eso levanta la moral. Tú puedes cantar a coro, pero sale un solista y eso la gente lo agradece y lo aplaude, claro, según la interpretación, según lo que logre. Y en ese sentido hasta en lo más clásico siempre buscaba que la obra tuviese un solo, para así destacar a alguien, y que todos pudieran hacerlo. Hay personas que no son solistas, que tienen una voz media para hacer cuerdas no más, él buscaba al hacer la captación que tuviera buena voz. A lo mejor no tenía un buen oído, pero te podía hacer un son. O aquel tenía aptitudes para la música clásica, es decir, solistas que garantizaran una variedad, más el criterio que te dije de seleccionar un repertorio refinado, con las pautas que creó el maestro Electo.

¿Ahora mismo todos son solistas?

La mayoría. Tenemos varios solistas, la mayor parte de la cuerda tiene solistas.

Y eso le levanta la moral al cantor.

Exacto. Cuando el público te aplaude más eso estimula, regocija al cantor. Es el premio del público.

He desconfiado de esa frase hecha: ‘el premio del público’, ¿ciertamente les interesa a los músicos?

Claro que es importante. A veces comienzas a cantar un concierto y si el público es frío la gente no canta igual. Cuando tú sientes un ¡bravo!, y los aplausos que no paran comienzan a cantar mejor, eso es levantar la moral.

Electo vino al mundo a sentar cátedra en el movimiento coral en Cuba, y en el mundo, porque mucha gente venía a Santiago solo para ver qué había hecho el Orfeón. Se venía a ver qué estrenaba el Orfeón y de ahí cantaban eso que había hecho el Orfeón. Fue una escuela para todos, pero desde Santiago, él no se movió nunca de aquí.Me decías algo del repertorio

Es otra cosa que nos caracteriza. Electo escogía muy bien sus textos, el escogía algo de Neruda, por ejemplo, pero no cualquier cosa.

Se dice que en la música el texto no es tan importante, sin embargo para Electo sí.

Mira, el disco Por los caminos de la poesía no está tan bien cantado como pudo haber estado. Electo solicitó con insistencia hacer un disco, pero justo cuando el coro había sido renovado en su totalidad. Entonces ahí es cuando entro yo a trabajar de forma más activa porque Electo se puso delicado de salud. Los nuevos cantantes acababan de llegar, no había una cuerda ahí, un trabajo técnico. Como se dio la oportunidad de grabar el disco había que aprovechar la oportunidad. Y aun así ganó el premio Cubadisco de ese año. ¿Por qué crees que ganamos? Electo se sentó a buscar los textos, luego hilvanar un lugar con otro, de una obra a otra, que todo eso tuviera coherencia, eso tiene un premio. ¿Comprendes? ¿Y cómo le puso? Por los caminos de la poesía.

Ese es Electo, él pensaba en el texto, la música era un elemento de refuerzo, de énfasis, pero ahora qué sucede contigo, cuando seleccionas el repertorio en qué piensas, ¿en la poesía?, ¿en igualar la búsqueda o el éxito de otro coro?

Pienso en el coro, en qué le hace falta al coro en este momento. ¿Un reto? Tengo un buen coro que ha madurado, llevamos un tiempito juntos, y ya yo puedo montar una obra de dificultad. ¿Qué hace falta en este momento?, quizá algo de actualidad, más movido, o más texto. Pienso en la música renacentista, porque tengo cantores nuevos y eso me va ayudar a empastar el coro e ir depurando el aspecto técnico. Busco dar saltos. Pero en todo lo que escojo intento que no sea un repertorio banal y que tenga un peso interpretativo, que no sea cualquier compositor o arreglista, y que nos aporte en todos los sentidos, tanto interpretativo como musical.

¿Se constatan los resultados de ese esfuerzo, de esa constante superación?

Sí. Ahora mismo nos invitaron al festival de Leo Brower Las Voces Humanas. Y nos felicitaron por el repertorio. Cantamos en inglés y en español, spirituals; desde la polifonía hasta la música cubana. Uno tiene que demostrar lo que ha logrado en 55 años. Ahora hay una tendencia a bailar en el escenario y lo que hay que hacer es convencer al público… Por ejemplo, el coro nacional, que para mí es una escuela, ellos no bailan, ni se mueven casi y te convencen con las interpretaciones, son muy cubanos y no hay manera de que la gente no aplauda. Ahora hicieron un programa desde el Renacimiento, Schumann, del Romanticismo, eso a veces es lo que decimos: un clavo, difícil de escuchar, porque además es en alemán y la gente no entiende, pero al final terminaron con una rumba. No hay que bailar, ni hacer otras cosas porque a veces los coros no son para eso, no son actores, pero se ven forzados a hacerlo.

¿Cómo captan a los cantores?

Ponemos convocatorias por la radio, la ciudad. La gente viene y hacemos una audición, deben tener buen oído, musicalidad, ritmo. Si saben música es mucho mejor, pero si no sabe se las enseñamos.

¿Cómo es la retención?

Como en todos los lugares, la gente se va. El salario es poco y se trabaja mucho, es agotador, empieza, vuelve a empezar. Por otro lado no viajamos tanto ya. Antes la gente se sentía estimulada porque Electo era muy conocido en este mundo y cada dos años salíamos. Otros se fueron para el Coro Nacional. Yo soy joven, nadie me conoce, y eso implica menos trabajo fuera, como ha pasado durante estos diez años. Soy flexible, tengo gente trabajando al mismo tiempo aquí y allá, en Tropicana, y puedo comprender alguna eventualidad de esas.

¿Cómo es la comunicación con grupos de otras provincias, sientes que hay un flujo de información?

Nosotros hicimos una gira nacional y estuvimos casi por toda Cuba; compartimos con otros coros. La relación que tenemos es con los directores, mandamos correos, y nos vemos allí todos porque se prioriza que los directores estemos, me refiero al  Corhabana, o se impartan talleres para otros directores porque hay algunos que no son graduados. El programa de música coral en Cuba incluye la superación para sus directores y es en estos espacios donde nos vemos.

¿Todos los directores de Cuba van al Corhabana?

Todos los coros no, los directores sí. Los coros hacen una rotación y seleccionan a quienes están mejores y que no han ido a ediciones anteriores. Nosotros fuimos los primeros en ir cuando abrió el Corhabana. Esa es una limitación, pero lo mismo está pasando con nuestro Festival. La situación económica impide que vengan todos los coros como antes, y hay problemas también de alojamiento. Las capacidades definen la cantidad de coros que pueden venir. Habría que encontrar una solución parecida a la que había antes. Los coros llevan mucha gente, y lo bueno de nuestro Festival era que venían todos. Este año por ejemplo, el público extrañó el coro de María Felicia, y el Schola Cantorum Coralina, y el de Matanzas. El público conoce a los cantores y los esperaba en el parque al final de las funciones.

¿Cómo se organiza ahora el Festival de Santiago?

Lo organiza el Centro de la Música. Antes quien coordinaba el Festival era Electo cuando estaba bien. Él gestionaba todo, invitaba a los coros de más calidad que él conocía en sus viajes, tenía muchas relaciones. Esos coros se programaban con dos años, que es el plazo que tenemos para eso. Ahora el Festival se prepara de otra manera que no funciona bien. Le falta un líder que como Electo planifique todo de manera coherente. Digna Guerra, por ejemplo, con su liderazgo, puede darle forma al Corhabana, pero aquí esa figura ya no existe. Si vas a hacer un evento tienes que buscar a alguien que sepa, tenga prestigio y poder de convocatoria. Eso falta.

¿Cómo es la relación de Electo con el coro en estos momentos?

Al principio creo que le costó aceptar que ya no podía continuar dirigiendo, quizá comenzó a sentir que no era imprescindible, pero sus temores fueron en vano, porque él siempre va a ser imprescindible. Hoy es diferente, él me aconseja. Estuvo en el Concierto del aniversario, y en el del Festival de Coros, y allí me besó, me aconsejó, y fue muy bien. Creo que me he ganado su respeto. Quizá ha visto que sí funciona, que las opiniones son buenas. Yo soy igual que él, trabajo mucho, no paro. Nosotros no dejamos de trabajar ni un día, ni cuando la sede estuvo en reparaciones. Eso ha llegado a él y se ha dado cuenta que puedo mantener su obra.

¿Cómo te relacionas con la presencia ineludible de Electo en la historia de la agrupación?

Al principio con los cantores que quedaban de aquella época yo sentía un poco de tirantez, de rechazo. El público, los directores de otras agrupaciones, también me lo hacían sentir. Yo hacía mi mayor esfuerzo pero como quiera somos diferentes. Yo dirigí cuando Electo estaba, pero cuando seguí sola, ya no tenía a esa misma gente y no podía hacer lo mismo  si a los nuevos les  faltaba la base. Ahora el mismo trabajo me ha liberado de eso y en este Festival pude constatar que la gente entendió lo que estoy haciendo.

¿Coincides con algunos que caracterizan su obra como densa?

Él tiene algo que yo no voy a lograr nunca: la comunicación con el público. Su nivel intelectual se lo permite. Puede hablar de cosas de casi todas las ramas, porque lee, por tiene una curiosidad infinita. Entonces él se para frente al público a conversar y la gente se ríe, buscaba ese intercambio entre él, la gente del coro, y el público.

Electo era compositor, arreglista, la gente venía a ver qué estrenaba el Orfeón. Un día se le ocurre que no se había hecho música cubana para coros, seleccionó 30 canciones de la trova e hizo un libro que todavía hoy es muy útil. Conrado Monier, Guido López-Gavilán, son difíciles de interpretar en el extranjero, difíciles incluso para nosotros y lo que hizo Electo es más asequible.

Es el decano de la música coral, fue una escuela formadora, desde sus cantores, desde el repertorio que escogía. También, como viajaba el mundo entero tenía mucha información. Viajaba como jurado, intercambiaba partituras y eso lo mantenía actualizado. Lo que cantaba el Orfeón no lo cantaba otra gente, o sea, buscaba una repertorio que no lo cantara nadie.

¿Electo previó el relevo?

Lo que pasa que uno piensa que va a vivir toda la vida y no es así. En mi caso, desde que entré aquí él comenzó a prepararme, fui su asistente, quizá por mi forma de trabajar, mis estudios, mi talento.

¿Crees que institucionalmente debe mejorar la promoción?

La promoción es vital; nosotros aquí hemos logrado asistencia a conciertos por la promoción que hacemos. Hay una persona en la empresa que le pagan para realizar esa función. Hay que hacer posters, invitaciones. Hay gente que nunca ha ido a la Sala Dolores. Con el turismo sucede algo parecido, hay que ir a los hoteles y presentarles lo que va a suceder en la Sala Dolores. Nosotros no podemos hacer todo esto.

¿Han podido realizar algún video clip?

Hicimos uno ahora, “Santiago cuna y pan”, de Cuscó Tarradel, por el aniversario 500 de la ciudad.

Pero no fue algo que generaron ustedes

No podríamos hacerlo, no tenemos dinero para eso. Cuando hemos tocado las puertas, se impone lo de pagar y es muy caro. Nadie se engancha. No tenemos ese dinero, y la Empresa de la Música tampoco.

¿Cómo asume el público extranjero el trabajo del Orfeón?

Funciona muy bien en todos los públicos. Fui con Electo a Francia, México, España, Guadalupe, Martinica. Nosotros tenemos algo muy bueno, el repertorio. Entonces para América tenemos repertorio, para el Caribe también, podemos cantar cosas de allí y con arreglos del propio Electo.

Él anduvo por allí también

Vivió en Haití, sabe creole. Tenemos todo ese repertorio. En España hemos estado varias veces, trabajando todos los días y el público ha llenado las capacidades. En México con frío y la sala vendida completa, y nosotros cantando, aun cuando decían que la gente normalmente no iba. Tuvieron que ponernos calefacción detrás porque llevábamos un vestuario que no era para países fríos.

¿Cuáles son los próximos pasos?

Ir a Bahamas al Festival América Canta.

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