Latinoamérica en La Habana o construir la cinefilia entre todos

Ana María Domínguez Cruz
7/11/2018

Cuarenta años es mucho tiempo si se quiere contar la historia en apenas una hora. Sin embargo, Iván Giroud, presidente del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, accedió a lo que técnicamente se conoce como una entrevista y que derivó, luego, en una diáfana conversación. Recordó cuán deslumbrado quedó al descubrir este Festival en su segunda edición como espectador, cuando aún era un evento de pequeñas dimensiones, y cómo cuando comenzó a trabajar en él, a partir de su décimo año, lo vio de una manera diferente.


 

¿Cómo lo ves ahora, que te corresponde organizarlo?

Ha sido así desde entonces y hasta la actualidad, cuando el reto de organizar un evento cultural y de tanta significación social como este se asume a la par de los cambios que experimenta el mundo, desde el punto de vista tecnológico y de las comunicaciones.

El equipo de trabajo del Festival comienza a trabajar desde inicios de cada año porque tenemos una responsabilidad muy grande, en tanto debemos cumplir las expectativas que se generan en torno a una fiesta como esta, de reconocido prestigio internacional. Recordemos además la presencia de Fidel desde las primeras ediciones que, innegablemente, redimensionó el evento, y ello es difícil de sostener.

Al inicio el Festival de Cine llegaba a todo el país; sin embargo, ahora no tiene esa escala…

La historia del cine también puede reflejar la historia de los cambios tecnológicos y ello nos coloca en una situación compleja. El cine ya no es analógico sino digital, y no todas las salas del país cuentan con las condiciones necesarias para proyecciones de ese tipo.

La exhibición cinematográfica se concentra en la capital, lamentablemente, sin olvidar el esfuerzo encomiable que impulsa en Camagüey el crítico Juan Antonio García Borrego, pero esa es una experiencia muy particular. En realidad, las provincias han quedado muy rezagadas en ese sentido, y no solo en lo concerniente al Festival de Cine. La alternativa, en relación con este evento, ha sido llevar a las provincias las películas del año anterior, ya en formato Blue-Ray, para facilitar su proyección.

Como se le conoce a nivel popular entonces, es un Festival de Cine de La Habana.

Sinceramente, no quisiera que fuera un Festival de Cine de La Habana y de hecho no es un evento que llegue a cada rincón de esta ciudad, lo cual pudiera asumirse como una debilidad; pero no depende de nosotros sino de las cuestiones relativas a la infraestructura de las salas de cine, que también se ha deteriorado.

Además, y pienso que es lo más importante, este Festival es del cine latinoamericano, aunque se realice en Cuba. Hace 40 años, La Habana fue un punto vital de encuentro, cuando no existían tantos espacios como ahora. La Habana sigue siendo un lugar de resistencia y los cineastas, cuando nos visitan, no solo son argentinos, chilenos o mexicanos, sino latinoamericanos. Cuba es un país más que participa en la muestra, pues aunque funja como anfitrión, la proyección del Festival sigue siendo latinoamericana.

Los modelos de consumo a nivel global han cambiado, y el cine no es la excepción.

Estos nuevos modelos implican que no pocos prefieren ver la película en la casa, y ello demuestra cierta autonomía del espectador, que decide qué ver, cuándo y dónde. Las redes sociales, además, son esenciales porque los más jóvenes no ven televisión, no leen periódicos, apenas escuchan radio.

El público cambió y la clave está, desde los medios y desde el cine, en la selección, en la curaduría… Saber que hay que coexistir con otras alternativas y por ello, buscar la calidad.

Actualmente, la sociedad no espera que la filmen, pues cada ciudadano dispone de sus propios medios para filmarse y compartirlo luego. Es una realidad diferente que nos impulsa a seducir a esa nueva generación, que no tiene los mismos hábitos culturales de nosotros, y que debe descubrir la maravilla de ver una película en una sala de cine y no en una computadora.

Un evento como el Festival propone la exclusividad de ver la obra; pero brinda también la posibilidad de compartir con su creador, sus actores y actrices, sus productores y, por supuesto, construir la cinefilia entre todos, escuchando los criterios de quien está al lado, detrás, delante.

¿Lo más difícil del Festival es la selección de las obras?

Sin dudas. Un festival tiene que seleccionar. Cada creador defiende su obra y eso es legítimo, pero los organizadores del evento debemos velar por el equilibrio en la curaduría. Deben representarse las diferentes tendencias, la variedad de géneros y países, sin descuidar la calidad. Es complejo porque el cine regional ha crecido y vemos países como República Dominicana, Chile y Uruguay, que no tenían una presencia significativa años atrás y que últimamente han aportado excelentes propuestas.

El Festival también se enfrenta a un hecho que lo rebasa. Trabajamos con la producción existente, no producimos las películas que nos gustaría exhibir. Tratamos de encontrar lo mejor, pero no solo depende de nosotros. A veces el cine cubano tiene más títulos, otras veces no. En esta ocasión, por ejemplo, Cuba presentará siete largometrajes de ficción, en las diferentes categorías, lo cual es algo muy positivo.

Esta edición gozará de un alto nivel. De manera sorprendente, tendremos varias obras en concurso en la categoría de Animación, que pensábamos que estaba en peligro de extinción a partir de las pocas propuestas presentadas en el 2017.

El año pasado nos sorprendió la presencia de la mujer en los diferentes roles en el ámbito cinematográfico; ese es un signo diferenciador en América Latina que se mantiene ahora. Descubrimos además en el cine documental el interés por trabajar desde lo autorreferencial, usando archivos personales o familiares para contar grandes historias. Tenemos entonces la sección En familia, para promover la reflexión sobre la familia y su relación en la sociedad.

Para nosotros también es esencial realizar las encuestas durante el Festival, para planificar y trabajar en áreas que tal vez descuidamos o en elementos que no percibimos. Nos interesa cómo nos miran y cómo llegamos a los diferentes sectores de público. Algunas cosas tienen solución y otras no, pero siempre es bueno saberlo.

Iván Giroud
 Iván Giroud, presidente del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. Foto: Internet
 

¿Qué traerá la edición 40 del Festival?

Quisimos que el aniversario 40 no fuera solo en los días del Festival. Por tal razón, hemos adelantado una programación de películas de otros festivales en el Multicine Infanta, que comenzó desde septiembre.

Del 6 al 16 de diciembre propondremos éxitos cinematográficos recientes, aunque también ofreceremos un ciclo de clásicos latinoamericanos restaurados, como las argentinas La historia oficial, La Película del Rey y El lado oscuro del corazón, entre otros títulos que han marcado la historia del cine de la región en los últimos 40 años.

Esta edición estará dedicada a Tomás Gutiérrez Alea (Titón), un cineasta de referencia internacional, y de manera especial concebimos tres momentos para homenajearle. Uno de ellos es la inauguración de una exposición en la Casa del Festival, en 19 y 2, en el Vedado, como antesala a una segunda iniciativa, que es un coloquio, los días 8 y 9 de diciembre, para dialogar y reflexionar sobre su obra, a partir de la visión de catedráticos de diversas universidades de Europa, Estados Unidos y Cuba. Ese será el primer paso para una futura publicación, que agrupe todas estas ponencias.

Tendremos además la proyección de películas emblemáticas de su filmografía, como Memorias del subdesarrollo, cuya copia restaurada será exhibida por segunda vez, ahora que se celebran 50 años desde su primera proyección. El 11 de diciembre, en recordación de su cumpleaños, presentaremos Fresa y Chocolate, cinta que marca un derrotero impresionante en la historia de nuestro cine y de nuestra sociedad.

Esta edición del Festival será también un homenaje a Fernando Birri, uno de los patriarcas del cine latinoamericano y director fundador de la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños, fallecido a finales de 2017. Proyectaremos un documental sobre su vida y la copia restaurada de Un señor muy viejo con unas alas enormes, que inauguró la décima edición del evento.

Giroud adelantó que se realizará un evento teórico el 7 de diciembre, para reflexionar en torno al Festival, sus cuatro décadas de trayectoria y los retos que tiene ante un escenario regional muy diferente.

Comentó que además de la presentación de libros de Ediciones ICAIC y de la revista del Festival, se proyectará un clásico del cine mexicano con banda sonora del destacado compositor y director de orquesta Silvestre Revueltas, la cual será interpretada en vivo por la Orquesta del Liceo Mozartiano de La Habana.