Tiempo del mármol: Athar Jaber en Bellas Artes

Maikel José Rodríguez Calviño
11/12/2018

Entre las actividades efectuadas durante la Semana de la cultura belga en La Habana destaca Ofrendas, muestra personal del escultor Athar Jaber. Curada por Oscar Antuña, la exposición dialoga con la muestra permanente de pintura flamenca exhibida actualmente en el quinto nivel del Edificio de Arte Universal del Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), lo cual constituye una propuesta sui generis en nuestro panorama expositivo más actual.


Visual general de la exposición Ofrendas. Fotos: Maité Fernández

 

De origen iraquí, nacionalizado holandés y formado en Italia y Bélgica, país donde reside, Athar Jaber es un notable artífice del mármol. No en vano se desempeña como profesor de escultura en la Real Academia de Bellas Artes de Amberes. Ofrendas, su primera exposición en Cuba, incluye 27 piezas de pequeño y mediano formato elaboradas con mármol de Carrara. Algunas, concebidas especialmente para la ocasión, parten de elementos iconográficos presentes en la colección de pintura flamenca de MNBA; otras, ya existentes, fueron museografiadas en estrecho vínculo con piezas de dicha pinacoteca, a la usanza de las antiguas galerías de arte que entremezclaban pinturas y esculturas. La vida trashumante del propio creador sirve de inspiración para la muestra, centrada en los procesos de circulación geográfica del arte, así como en los rituales físicos y simbólicos que catapultan a los objetos al status de obra artística o los convierten en artefactos culturalmente significativos para un grupo cultural en específico.

La formación clásica Jaber salta a la vista en el exquisito tratamiento del mármol, devolviendo un hermoso conjunto de piezas inconclusas, mutiladas o maltratadas por la intemperie y la injerencia humana. En primer lugar encontramos la serie Ex votos (2018), compuesta por ojos, bocas, orejas y extremidades humanas que nos remiten a las figurillas colocadas por los devotos en altares y sitios de peregrinación para garantizar la sanación corporal mediante la magia simpatética. En este apartado destacan Seno y Calavera. La primera establece nexos con una Sagrada familia, elaborada en el primer cuarto del siglo XVI, que nos remite a la Galactotrofusa, advocación mariana centrada en el acto de amamantar. Athar elaboró un seno femenino esférico y con múltiples areolas, símbolo, quizá, del carácter universal que la Iglesia católica le otorga a la Virgen como Madre y Reina de todos los seres humanos. El otro exvoto se inspira en una calavera que aparece en María Magdalena, pieza de igual data, atribuida al Maestro de las Medias Figuras Femeninas. Es común encontrar en los programas iconográficos de esta santa católica una calavera que simboliza la fugacidad de la existencia y la renuncia a la vida mundana y los placeres terrenales. Jaber se inspiró en dicho elemento para elaborar un objeto ovoidal que recuerda un cráneo humano, reproduciendo incluso sus características suturas, lo cual evidencia de forma clara la maestría técnica alcanzada por el joven escultor.

El ritual constituye uno de los tópicos abordados en Ofrendas. Trabajos como Piedra ungida fueron sometidos a procesos de “consagración” que reproducen los algoritmos místico-religiosos llevados a cabo por los seres humanos para legitimar o sacripotenciar objetos significativos al interior de sus imaginarios. Del ónfalo griego, ombligo del Mundo según la cosmovisión helena, hasta el Elegguá cubano, todas las culturas rinden culto a sus piedras, y eso Jaber lo refleja en trozos de mármol que él empapa con leche, sangre, miel o hierbas maceradas. Estos procesos aparecen debidamente graficados mediante audiovisuales, cuya proyección también comparte espacio con las pinturas flamencas, lo cual aporta otra nota de contemporaneidad a la colección e ilustra algunos de los mecanismos de trabajo empleados por el artista.

De hecho, la preservación y exhibición de esculturas en espacios museales implica un proceso de sacralización, despojado de todo carácter religioso, que constituye la esencia de lo museal. Dichos algoritmos de selección y conservación fueron reflejados en las piezas Mármol preservado; Negro, dorado y rojo; y Vacío, compuestas por fragmentos de rocas que el artista cubrió con pan de oro, conservó en grandes frascos de cristal, como si fuesen frutas en almíbar, o empaquetó al vacío, dotándolas de un irónico carácter “comestible”. Tal pareciera que podemos comprarlas en un supermercado y consumir a nuestro antojo. He aquí una clara alegoría sobre los procesos actuales de legitimación, socialización y consumo del arte sometido a las leyes mercantiles de la oferta y la demanda.    


Mármol de Carrara preservado

 

Por último, llamo la atención sobre la pieza Cabeza baleada: dolorosa referencia al maltrato y la depredación que sufre el patrimonio artístico durante los conflictos bélicos. De hecho, esta obra, que en la exposición aparece acompañada por otro video donde se muestra su ejecución, fue inspirada en el ataque perpetrado durante el 2015 por el Estado Islámico al Museo de Mosul y al de la Puerta Negra en Nínive, Iraq. Asimismo, la muestra incluye dos estelas: en la primera aparece un fragmento del Salmo II, relativo al Rey David, el ungido de Iahvé. La otra reproduce la inscripción Inbide calco te, traducible al español como “Envidioso, te piso”: frase de carácter antropopaico[1] presente en un célebre mosaico, protagonizado por un delfín devorando un pulpo, que actualmente puede apreciarse en la romana Taberna de Pescivendoli. A esta última, el propio artista ha llamado “estera”, aludiendo a la función original que cumplía dicho mosaico en el contexto donde fue colocado.


La obra de Athar Jaber en interacción con la Colección de pintura flamenca
y holandesa del Museo Nacional de Bellas Artes.

 

Ofrendas constituye una oportunidad ideal para entrar en contacto con la obra de un joven escultor cuyo trabajo aúna densidad conceptual y maestría técnica. Su concepción museográfica, sugerente y novedosa, ofrece una visión interactiva y desacralizada (mas no irrespetuosa) del museo, visto aquí como un espacio vivo, dinámico, conectado con propuestas contemporáneas que rinden tributo a la tradición. Mientras recorría la muestra, llevaba en mente una máxima de Adolfo Colombres que me permito parafrasear: el Tiempo ablanda lo duro y endurece lo blando. O sea, que solo el Tiempo otorga la consistencia final de las cosas; solo él moldea el verdadero rostro del arte. Athar Jaber ha estudiado y comprende este proceso y lo ha reflejado con maestría en sus hermosas esculturas.          

Notas:
[1] Antropopaico: término aplicable a frases, rituales o animales que protegen contra los malos espíritus. En el caso del mosaico griego, la frase alude al acto de pisar al delfín, por cuanto este espanta los peces e impide el trabajo de los pescadores.