Un son eterno para Guillén

José Manuel Lapeira Casas
15/2/2020

¿Puede una obra literaria engendrada de la exclusión y el desprecio a las verdaderas raíces culturales de nuestro pueblo considerarse cubana? ¿La poesía criolla sería cabal o coherente si estuviera acompañada de la omisión del negro en sus temáticas? En ese contexto de segregación étnica fueron publicados el 20 de abril de 1930, en las páginas del Diario de la Marina, los ocho poemas de Nicolás Guillén que conformaban Motivos de son. Como era de esperar, el alarido de la aristocracia conservadora no tardó en hacerse sentir ante aquel acto de blasfemia sin precedentes.

Noventa años después se recuerda la osadía de Guillén tras la estela de luz que dejan los grandes. El juicio implacable de la historia hizo justicia al verso desenfadado, portador de los mejores valores de la cultura popular cubana. Con motivo de esta fecha trascendental en la obra del Poeta Nacional, se organizó un foro literario en su honor en la sala Rubén Martínez Villena de la UNEAC, con la participación de la asociación de Escritores de la UNEAC y la Fundación Nicolás Guillén.

Fotos: Del autor
 

La actividad inició con la presentación del documental El son te salió redondo, del realizador Puri Faget, donde se relata el proceso que llevó al pequeño compendio de poemas a asumir un rol de defensa de lo autóctono ante la discriminación ejercida por las altas esferas del poder. Así, denota el vínculo onírico cuando una voz le susurró en sueños al joven Nicolás una frase que terminaría siendo icónica: “Negro bembón”. A la par se aprecia la irrupción de Guillén en el universo musical cubano y la “guerra” entre Alejandro García Caturla y Amadeo Roldán por musicalizar sus poemas, siendo este último el vencedor.

No todo fue críticas hacia la publicación, y llegaron hasta las manos del escritor camagüeyano cartas de felicitación de intelectuales como Fernando Ortiz, Juan Marinello y Jorge Mañach. En su momento Guillén también confesó que se nutrió mucho del ambiente de los barrios periféricos de La Habana y que sin ello quizás no hubiese escrito Motivos de son. El son está presente en este título debido al arraigo popular que iba tomando ese ritmo en la época, al cual pretendía hacerle una contribución desde la poesía.

No podemos olvidar que las letras cubanas en esa etapa están enmarcadas por el esplendor y la decadencia del modernismo, que abre paso a expresiones tempranas del vanguardismo. Por tanto, los versos de Guillén no están desentendidos de esa realidad, sino que adapta las imágenes distintivas de los solares hasta convertirlas en una profunda estampa de cubanía. Se distinguen las inquietudes de un joven que asume los ideales más progresistas de su tiempo y transita por el auge de una revolución poética que lo conducirá a nuevas formas de asumir el discurso lírico.

En ese intento de renovación se propone extirpar expresiones del colonialismo cultural, enraizado en la sociedad cubana y sus imaginarios, afrontándolos desde nuevas sensibilidades en las que comienza a apreciarse su tono intimista y conversacional. Este camino provoca un enfrentamiento con su medio y las limitaciones políticas, sociales y estructurales delatadas en el racismo y la mirada clasista eurocentrista.

 

Como resumen, el panelista Virgilio López Lemus definió a Guillén como un autor de rupturas que establece límites diferenciadores entre lo popular y lo populista, por lo cual no se mostró ajeno al movimiento social que se desarrollaba en Cuba en la década de los años 30 del siglo pasado. No se trata de rebuscamiento o melaza cuando Samuel Feijóo expresaba: “Como sabemos, los Motivos de son fueron el verdadero inicio ‘oficial’ del son-poema, la forma literaria más adecuada a los ritmos del son cubano y ello es historia grande de nuestra literatura nacional y universal”.

Dentro de las resignificaciones que Guillén le otorga al verso, está el haberlo dotado de un poder mediador de la lengua, que es poesía en el sentido del ritmo y por tanto no hay prejuicios al entrelazar la poesía escrita con la forma de hablar cotidiana. En la medida que se desarrollan las variantes de procesos socioculturales más complejos de asimilación, Nicolás Guillén hace uso de las posibilidades que ofrece el acervo popular. La poetisa cubana Nancy Morejón refiere: “Es un desafío tremendo siempre que se habla de Guillén, por su forma tan integradora de abordar la cultura”.

De esta manera se puede entender como el inicio de una cruzada racial que aspira a derrumbar estereotipos y códigos de dominación a partir de conceptos opuestos a una moral deslegitimadora. En este sentido, Guillén se convierte en un soldado de primera fila en la guerra de culturas que busca darle voz a los olvidados y marginados, hacia un ideal del color y la real identidad cubana. Desde su visión, la nación como un todo unitario está por encima de los prejuicios que segmentan inútilmente a la sociedad y cercenan toda vía de intercambio entre sus integrantes.

Noventa años después, la vigencia del Poeta Nacional establece un rumbo meridiano en las políticas culturales del país que anhelamos. Releo las preguntas iniciales y las respuestas parecen más claras. A pesar de las incomprensiones, los comentarios mal intencionados y los ataques frustrados de “culturalistas” petulantes, leer a Guillén sigue siendo el mejor motivo para encender el son que no se detendrá jamás.