Una imagen de archivo: Félix Pita Rodríguez y la cara de un escritor radial

Leonardo Depestre Catony
3/3/2020

No lo puedo asegurar, pero es bastante probable que la foto de Félix Pita Rodríguez que acompaña estas líneas no se haya vuelto a reproducir en casi 75 años. Se publicó en la página 38 de la edición de Bohemia del 23 de noviembre de 1947. Transcribimos su texto:

Félix Pita Rodríguez es uno de los más prolíficos escritores de la radio. Diariamente, son más de cuarenta las cuartillas que el autor tiene que llenar para cumplir sus compromisos con diversas emisoras. Se explica, pues, ese gesto de condenado a muerte que, ante el agobiador rimero de libretos, nos muestra el escritor.

Félix Pita Rodríguez escribiendo para la radio. Foto: Cortesía del autor
 

Compartimos la foto con los lectores, un hallazgo privilegiado no tanto por la búsqueda como por la casualidad, pues se trata de una instantánea curiosa y prácticamente desconocida. El escritor, flaco como siempre fue, con un cigarro en los labios como le era habitual, y una expresión entre resignada y risueña, enfrenta su tarea de redactor radial ante la máquina de escribir.

Recordemos la época: año de 1947, tiempos en que la radio era dueña y señora del dial, cuando aún no existía en Cuba la televisión y la imagen digital era impensable hasta para los más entusiastas soñadores.

Pero no crea, abundan los casos del escritor agobiado entre decenas de cuartillas, como Félix. Mientras en Estados Unidos son unos cuantos los escritores luego devenidos celebridades, dedicados a escribir guiones cinematográficos, en la Isla, más modestamente, también son unos cuantos los escritores igualmente brillantes, dedicados a ganarse el sustento diario escribiendo programas para la radioaudiencia.

En 1943, la Asociación de la Crónica Radial e Impresa de Cuba eligió a Félix el mejor autor dramático y en esta faceta de autor para la radio trabajó en Buenos Aires, en 1949, y para la radio y la televisión en Caracas, en 1958 y 1959.

De manera que, al cabo de observar detenidamente la foto, no queda sino repetir la manida frase: una imagen es más elocuente que mil palabras.

Poeta, narrador, ensayista, crítico literario, escritor para la radio y la televisión, autor teatral, traductor, periodista, jurado de concursos… ¡cuántas cosas! Interrogado un día sobre lo que significaba la literatura para él, respondió:

Inventar mundos y gentes, armándolos con pedazos de gentes y fragmentos de mundos que conocí o vi, es un deleite sin parangón. Nada me hace más feliz (…) Aspiro a lograr lo que pedía Martí a la literatura: que sea servicial y fuerte.

Varios oficios y profesiones desempeñó: desde ayudante de un vendedor de bisuterías y tónicos milagrosos en su juventud, hasta director del magacín dominical del periódico Noticias de Hoy, órgano oficial del Partido Socialista Popular, entre 1940 y 1943.

Intelectual de su tiempo y de los venideros, Félix poseyó un espíritu aventurero y bohemio, justiciero y audaz… pero en el fondo se tomaba muy en serio las cosas y se convertiría en un agudo crítico social, en un autor que gustaba de escarbar tras las razones y raíces, a la manera del investigador que no se contenta con echar un vistazo por las ramas. Se le admiró tanto como se le leyó, e influyó con su consejo oportuno en el desarrollo de nuevos autores.

Nacido en Bejucal el 18 de febrero de 1909, allí transcurrió su niñez. “Pero de que dejó huella honda no puede haber dudas —dice—, porque esos once años primeros de mi vida, son precisamente los que Rilke citaba como decisivos para el poeta adulto. En mi libro Tarot de la poesía hay un poema, El patio de Constanza, en el que está expresado eso”. Quiere esto decir que Félix nunca olvidó a su patria chica, de la cual sintió orgullo.

Orden Nacional Félix Varela, que le fue conferida en 1982, y Premio Nacional de Literatura 1985, de su trayectoria como poeta y cuentista no es momento para hablar ahora, lo haremos en otra ocasión con el detenimiento que merece un autor como Don Félix, quien aún en vida comenzó a tejer su leyenda, al punto de que su amigo Eliseo Diego lo identificó como “el demonio interior en su propio demonio interior”. ¡Casi nada!