Veintidós cuentos de humor

Laidi Fernández de Juan
30/3/2017

Empiezo por agradecer a Carlos Fundora la oportunidad que me brinda al convertirme en presentadora de esta antología. Luego, aplaudo a Ediciones La Luz por tomarse en serio un asunto largamente postergado, y lo digo con total honestidad. La carencia de editoriales que de verdad asuman la literatura humorística con todo el rigor que merece, es algo que nos castiga desde hace mucho tiempo. Aprovecho para señalar que la colección “A reír”, si bien ha dado espacio (y voz y letra, que es lo que más nos interesa) a muchos autores del género, produce libros en pequeño formato, con papel rápidamente perecedero, y el resultado es, como cabe esperarse, unos cuadernitos que se pierden en una maraña de libros, de modo que casi nadie sabe que existen. Tablas Alarcos ha hecho un gran esfuerzo, debe reconocerse, sobre todo en cuanto al Humor Escénico, o sea, ha publicado textos que han sido llevados al arco de las tablas.


 

Cabe preguntarse por qué no existen editoriales para otros géneros literarios, usual e injustamente considerados menores, como el Policíaco, por ejemplo. La respuesta es sencilla: esa literatura Negra, de suspense, de intriga o como se prefiera nombrar, sí integra la otra, la Literatura en mayúsculas, y por tanto, no necesita un aparte. Trabajo costó, es verdad, y esa sería la opción para quienes se dedican al Humor Literario Puro. Mientras tanto, seguimos dando la batalla. El plural este no tiene nada que ver con la pseudomodestia en que fuimos educados muchos de nosotros, sino con la realidad monda y lironda de que ya formamos parte de un grupo imposible de soslayar.

Y ya puesta a criticar, no me resulta posible dejar para más adelante la pregunta que me incomoda, como casi todas ellas: ¿Por qué no hay mujeres en las antologías de Humor? El problema de la exigua cantidad de damas en el mundo del humor, no se limita a Cuba. En una famosa Antología realizada en México, La Mona Risa, aparecen 18 hombres y solo tres mujeres. De Cuentos humorísticos, Veinte clásicos, publicada en Cuba por la Editorial Arte y Literatura en el año 2004 con autores universales, los 20 son masculinos, y en la deliciosa colección Humor a la uruguaya, de Colihue Sepé Ediciones, hay textos de 25 hombres y solo uno de mujer: Elina Berro, una uruguaya que firmaba con el pseudónimo Mónica. Como no se trata de una discriminación demostrable, y, en todo caso, al no ser Cuba la excepción, ni, por tanto, la ausencia de escritoras atribuible ni a Fundora ni al Aquelarre ni al CPH ni a los Jurados que han evaluado textos humorísticos durante sucesivas Fiestas de Brujas, dejo esta cuestión para un debate posterior. Lo cierto es que Veinte cuentos de humor y Otto autor desesperado, por cierto, ilustrados por Onelio Escalona, artista multifacético, o como se dice ahora, “integral”, reúne si no a los mejores (para no ser absolutista), sí a los más reconocidos, premiados y talentosos escritores cubanos que han apostado por el riesgo de ser considerados humoristas.

Hay varias maneras de anunciar este libro, por ejemplo: “Es una muestra de la continuidad y vigencia de una larga tradición cubana en cuanto a Literatura Humorística, iniciada desde fines del siglo XVIII, exactamente en 1790, con el Costumbrismo, y cuyos encumbrados exponentes en la contemporaneidad fueron los admiradísimos Emilio Roig, Eladio Secades, Juan Ángel Cardi, Marcos Behemaras, Enrique Núñez Rodríguez, y el inimitable Héctor Zumbado, una especie de Gurú entre nosotros” o… “Estamos ante una selección de los mejores escritores de Cuba que ahora mismo se empeñan en utilizar el humor como herramienta literaria, y así transitar por el camino conciliante y enamorado del que hablara Jorge Mañach”. Pero aún quedaría mucho por decir, porque yo estaría cometiendo el grave pecado de caer en lo que nuestros hijos llaman “muela bizca”. Mejor sería referirme concretamente a quiénes están aquí, en esta antología que seguramente será memorable.

En el prólogo, Fundora explica que desde el ya lejano 2002, cuando salió, gracias a Sed de Belleza, Cuentos de la bruja, no se había repetido la feliz idea de publicar los cuentos que resultaran ganadores y las Menciones del concurso Literario del Aquelarre, certamen que, por cierto, ha resistido cuanto embate pueda existir sobre la faz de esta tierra de tan ardiente sol. Así que, ya entrando en materia, es fácil identificar las razones que permitieron seleccionar a estos autores y no a otros (ni a otras). La lista la encabeza, con total justeza, Eduardo del Llano, a quien pretende asesinar el último autor de este libro, Otto Ortiz, a través de un cuento muy bueno, que no por azar obtuvo Premio en 2014. Comparto con Otto la misma relación de amor-lo que sea con Eduardo, colega de tantísimos años. En el interregno, encontramos otros nombres muy conocidos, ganadores de múltiples certámenes y en más de una modalidad, un team de grandes estrellas integrado por: Carlos Fundora, Berazaín padre, Jorge Fernández Era, Nwito, Baudilio Espinosa, Jorge Bacallao, Jape (quien en la actualidad recoge cuentos humorísticos escritos por mujeres, valga mi admiración, además de hacer esos videos que nos persiguen por mar y cielo), y otros dos, que a partir de esta antología se integran a las grandes ligas: Claudio del Castillo y Alejandro Rodríguez.

A modo de curiosidad, señalo dos hechos, que por sí mismos no revisten gran importancia, pero que podrán ser materia de estudio para alguien que no tenga nada mejor que hacer: las edades de los autores oscilan entre los 31 y los 65 años (interesante, digo yo, por aquello de la sostenibilidad del humor literario, hablando en términos quinquenales y planificadores) y en cuanto a los estudios universitarios de estos escritores, curiosamente ninguno pasó por la Escuela de Medicina, ni por la Facultad de Derecho, ni de Arquitectura ni de Agronomía, nadie estudió coreano, yiddish, Diseño Industrial ni Farmacia ni Contabilidad ni Psico o Sociología; pero salvando dichas materias, estas criaturas a quienes tanto quiero y defiendo, provienen de carreras tan disímiles como Historia del Arte, Física, Filología, Periodismo, Telecomunicaciones, Controles Automáticos, Matemáticas, Dirección de Medios Audiovisuales. Solo uno de ellos no ostenta título como tal, y adivinen: es quien único dirige un Grupo de Humor Escénico. Dejo el dato flotando en el aire, como la famosa respuesta en el viento.

Una última cosa añado: todos, absolutamente todos los cuentos, que son 21 y uno quemao, merecen inscribirse en el oscuro pasillo de un camino que aunque repleto de obstáculos, nos convida a insistir, a perseverar, a decir Sí, se puede. Ese oscuro túnel ha sido iluminado ahora por Ediciones La Luz, insisto. Y todos los cuentos aquí reunidos demuestran que el Humor no debe ser clasificado como “Inteligente” (que sería el adjetivo más socorrido en este caso, lo reconozco), por la sencilla razón de que su contraparte, o sea, el humor “Estúpido”, sencillamente no es Humor, al menos No Literario. Y es que, compañeras y compañeros: La literatura Humorística, créanme, vale la pena.

Felicidades, abrazos a todos, gratitudes a quienes escucharon estas voces, y nos vemos en la próxima asamblea. Para quejarnos, reírnos y seguir creyendo en nosotros mismos. La verdad es que nos encanta desacralizar estatuas y dejar al descubierto el pollo del arroz con pollo, como hacen estos excelentes narradores, cuyos cuentos nos ofrecen, como quien dice “A mí, que me quiten lo bailao”.   

 

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