Ven, te invito a que leas

Mairyn Arteaga Díaz
7/11/2017

Tal vez, la historia hoy sería diferente si al fundar las primeras villas en el Nuevo Mundo las metrópolis, cualesquiera que tuvieran el mando, hubieran incluido en el croquis de edificios una biblioteca, así plaza, iglesia, casa de gobierno y biblioteca, y este sí hubiese sido un lugar de verdadera liberación.

Visitar el templo sagrado de los libros, lo sabrán quienes lo hayan vivido, es una oportunidad para estar en paz, para sentirse en armonía con el Universo; ahí en los salones amplios y luminosos o en los rincones más pequeños rodeados de estantes uno siente esa tranquilidad inmensa que viene con el conocimiento y con la buena vibra que emana de unas hojas de papel. Y allí están los textos como quien dice “ven, ábreme, te invito a que me leas”.


Biblioteca Provincial Martí. Foto Internet
 

En una de las construcciones más bellas de las que rodean al Parque Vidal, en Santa Clara, se localiza la Biblioteca Provincial Martí, edificación de estilo neoclásico que antes fuera Palacio de gobierno y ahora se mantiene abierta para todos aquellos que quieran cultivar mente y espíritu, la mejor misión que pudiera tener una mole de concreto.  Con varias estancias que se especializan, según las distintas materias, el centro deviene eje fundamental para la promoción de la lectura en el central territorio.

Una escalera empinada conservada a través de los años te lleva al segundo piso y al final del pasillo encuentras la sala de fondos raros y valiosos, encaminada a conservar el Patrimonio de Villa Clara llevado al papel: allí volantes, carteles, revistas, folletos y textos desde el siglo XVI hasta este XXI y como lista para responder cualquier pregunta está Cristina Alomá, una de las trabajadoras de más años en esta labor y la jefa de la sala, consciente del valor de las letras agrupadas en títulos, cualquiera que sea su formato de presentación.


Cristina Alomá
 

La función de una biblioteca pública, dice Cristina, es la de brindar servicios a toda la comunidad en tanto se erige como una institución cultural de importancia y Santa Clara tiene el privilegio de contar con una población de altos niveles de instrucción al atesorar, incluso desde antes de 1959, la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas y otros centros de educación que traen esa población flotante, ávida de conocimientos, a la ciudad.

Aquí la biblioteca juega un papel fundamental como vocera, no solo de la literatura en formato papel y digital, sino también de fondos que tienen que ver con personalidades, música, pintura, cine…

Una tarea que se ve coronada con la presencia de vínculos con otras entidades, díganse museos, centros de información, archivos, librerías, medios de prensa y toda la red bibliotecaria presente en cada municipio villaclareño, que promocionan las novedades y brindan detalles del catálogo que posee la institución, todo en pos de formar y educar a los usuarios.

La Biblioteca Martí, por ejemplo, se divide en varios recintos a los que usted puede acudir y que lo esperan: aparece el de lectura e información donde se inscriben los interesados adultos; el de lengua y literatura, la sala Luis Braille para discapacitados, con fondos para lectores ciegos y débiles visuales; y para los que sí ven más allá de alguna limitación físico-motora; y el área destinada a los niños y jóvenes de tres a 15 años, con otro buró para registrarse en el centro.

El inmueble, explica Cristina, posee contratos con escuelas, empresas, centros penitenciarios hasta donde se trasladan los servicios con el empeño de fomentar hábitos de lectura en las personas que estudian, trabajen o permanezcan en dichos lugares por diversos motivos; charlas, encuentros con autores locales, préstamo de textos y la presencia de un pequeño anaquel que se surte de ejemplares cada tres meses, constituyen acciones que se llevan a cabo mediante el programa de extensión bibliotecaria.

Una experiencia enriquecedora representan, agrega Cristina, las actividades que se realizan en la salita de los niños, que a veces no tiene toda la difusión que quisiéramos y que incentiva el gusto por la lectura desde esas primeras edades; ahí se presentan textos, van los autores, los pequeños intercambian con ellos, algo exclusivo que pasa en pocos lugares del mundo. Escritores del patio como Mildre Hernández o Luis Cabrera Delgado han sido invitados en distintas ocasiones.

La Biblioteca Martí tiene, además,  un rol protagónico en cada Feria del Libro y es sede de algunos de los programas principales del evento; espacio también donde confluyen acciones de la Sociedad Cultural José Martí y la delegación provincial del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente; un centro con fondos diversos y únicos que incluye enciclopedias, catálogos, pinacoteca, colección de películas hasta los más diversos títulos de libros, clásicos de la literatura universal, nacional o local.

Desde la sala de fondos raros y valiosos, al final del pasillo en la segunda planta, Cristina Alomá está segura de que esa función social y cultural de la institución no la va a perder nunca más allá de los avances tecnológicos que igualmente utiliza en su desarrollo.


Usuario en la Biblioteca. Foto: Arelys María Echevarría Rodríguez
 

La biblioteca está abierta a la comunidad, que  también colabora en la  conformación de gustos y estrategias para incentivar los hábitos de lectura, concluye  tras aseverar que “para eso continuaremos aquí”.

Mirar con otros ojos la construcción neoclásica constituye entonces deber primero de los que habitan la provincia en el corazón de Cuba, que varíen los usuarios, que se llenen los salones, que se emplee el tiempo en compañía de las páginas escritas es un anhelo de los que allí trabajan, que no solo se use su sombra para cubrirse del sol o la lluvia, que sea la biblioteca más popular que la nueva tienda abierta en la esquina, que los libros no se queden desairados cuando desde aquel estante llamen al viajero: “Ven, acércate, te invito a que leas”.  

Fuente ACN