Vuelven las Habaneras

Rafael Lam
4/12/2018

Bajo la dirección artística de Cecilio Tieles, el Museo de la Música organiza, del 3 al 6 de diciembre, el evento Conocer la habanera. Resulta de gran importancia, especialmente ante la llegada de los 500 años de la ciudad, que se rescaten los festivales de habaneras que desde 1986 se celebraban.

De origen urbano, la habanera es un género vocal instrumental nacido en La Habana. Se define como una línea melódica de carácter lírico y romántico, acompañada de instrumentos que ejecutan un patrón rítmico estable a manera de bajo.


Foto: Internet
 

Se define como una línea melódica de carácter lírico romántico, con acompañamiento instrumental que ejecuta un patrón rítmico estable a manera de bajo. Este último, conocido como ritmo de habanera, tango o tango congo, resulta el elemento de identificación y reconocimiento más importante del género.

Tan relevante es este género musical, que su base nutrió a casi todas las músicas de América. El desarrollo de las habaneras se dio fundamentalmente en las zonas portuarias. A través del mar se trasladó a América, España y el resto de Europa. El ostinato, característico del bajo tradicional, se incorporaría a la cancionística de España, México, Perú, Venezuela y Argentina. Se dice que la habanera se encuentra hasta en el origen del controvertido reguetón.

Según la definición del musicólogo cubano Danilo Orozco, “la habanera parte de un núcleo de relaciones rítmico-acentuales de origen afroide bantú dahomeyano. Presenta estructura binaria simple y compás de 2/4; es interpretado en tempo lento y utiliza textos a base de versos octosílabos generalmente, en función de mantener su diseño formal.”

Un clásico ejemplo lo constituye la pieza de Sebastián Iradier, La Paloma, una de las habaneras más conocidas en el ámbito internacional. Compositores de otros países europeos —Bizet, Glinka, Lalo, Saint Säens y Ravel— buscaron novedades para sus composiciones en España y utilizaron, precisamente, los ritmos y melodías de habaneras conocidas, tomadas de la música española.

Esta influencia de autores españoles de zarzuelas también fue recibida por los creadores cubanos, quienes produjeron obras de temas y personajes nacionales. Aparecieron así las habaneras de Raimundo Valenzuela (La mulata Rosa), Ignacio Cervantes (El submarino), Manuel Pérez de la Presa (Los Saltimbanquis), José Marín Varona (El hijo del Camagüey), y, en el siglo XX, Ernesto Lecuona (La Plaza de la Catedral).

La habanera adquiere mayores dimensiones en el contexto de la canción lírica cubana de finales del siglo XIX e inicios del XX. Ejemplo cumbre de ello es la habanera (1892), de Eduardo Sánchez de Fuentes. Tras esta creación, el género se coloca en el umbral de la canción popular y la canción de concierto. Alejo Carpentier escribió que la habanera fue el primer hit internacional de la música cubana.

Son reconocidas a nivel nacional e internacional las habaneras Veinte años, de María Teresa Vera; Mariposita de primavera, de Miguel Matamoros; La rosa roja, de Oscar Hernández, y En el claro de la luna, de Silvio Rodríguez. Luego de las primeras décadas el siglo XX el género perdió vigencia como expresión contemporánea, aunque han aparecido algunas obras con el patrón rítmico reconocible. En el marco de la creación académica contemporánea se ha utilizado como vía de expresión de lo cubano.