El flautista, compositor y profesor José E. Loyola lo ha dicho tácitamente: la flauta es el instrumento melódico más emblemático de los formatos que han interpretado históricamente la música cubana tanto en el ámbito sinfónico, académico como en el popular, donde la encontramos como solista con mayor fuerza en las charangas.

Muchos la han defendido en nuestro país, y entre ellos destaca de manera especial el Premio Nacional de Música José Luis Cortés “El Tosco”, quien fundó la primera orquesta específica de flautas e integrada por mujeres —un hito en la región—, la Camerata Cortés, dirigida por más de 20 años por Guillermo Antonio Pedroso, quien cedió su función a quien califica el maestro Loyola como estelar y multifacético flautista, Orlando Valle “Maraca”.

Maraca ha enriquecido el repertorio de la orquesta sumando obras de la música de concierto, de la popular y del jazz de manera singular, a la par de su desarrollo como músico excepcional, con sus propios proyectos y colaboraciones, de lo que recientemente tuvimos un brillante ejemplo con el álbum Flautas gigantes, en formato de big band, en el que intervienen 64 flautistas de todo el mundo, en homenaje a El Tosco y al norteamericano Artie Webb.

La Camerata Cortés durante el concierto “De Lima a La Habana”, realizado en el teatro del Museo Nacional de Bellas Artes.

En ese proyecto figura el flautista peruano César Peredo, quien acumula experiencia musical de sus raíces andinas y de lo aprendido en academias de su país, norteamericanas y europeas. Su visita a La Habana ha sido un privilegio y extraordinaria fue su clase magistral en el Museo Nacional de la Música, así como su participación en el concierto “De Lima a La Habana”, realizado en el teatro del Museo Nacional de Bellas Artes.

Maraca había anunciado un viaje sonoro diverso. Temas de la autoría de José Luis Cortés como “Suero I” y “Chá Cortés” se disfrutaron en los primeros minutos, ya mostrando a la Camerata Cortés haciendo gala de un rigor profesional elevado. De su autoría, Maraca también presentó en la velada “Nueva era” y “Flauta sin fronteras”.

Orlando Valle “Maraca”, al centro, compartió escenario con el flautista peruano César Peredo y el quenista argentino Rodrigo Sosa.

Peredo hizo “Improvisación andina”, y fue hermoso ese recorrido desde el trinar de las aves que proponía la pequeña flauta preincaica que usó hasta la melodía de la conocida flauta traversa. Además, en calidad de estreno mundial, interpretó “Fantasía sobre el cóndor pasa” y fuimos testigos de un ejercicio sublime del empleo de la música como vehículo de trasmisión de las más profundas emociones.

No estuvieron solos. En algunos temas fueron acompañados por Rodrigo García en el piano, David Faya en el bajo, Adner López en la batería y Armando Ozuna en la percusión. El público también disfrutó de “Loro”, de la autoría de Egberto Gismonti; “Caminando”, de Marco Oliveros y César Peredo; “Obsesión”, de Pedro Flores y “Guajira con Tumbao” —a guisa de gran cierre— de Piloto y Vera.

El gran cierre del concierto “De Lima a La Habana”.

Un invitado especial fue el quenista argentino Rodrigo Sosa, a quien también le ha interesado defender sus esencias ancestrales y ha elevado el nivel de la quena en distintos géneros musicales.

Justamente “Tumbao andino” fue una excelente oportunidad para escucharlos a los tres en un derroche de virtuosismo inigualable… Mágica experiencia.

Loyola estuvo entre los asistentes y aplaudió desde el corazón. Fue un momento especial de disfrute estético, escribió. Tuvo razón.