La Escuela Nacional de Ballet Fernando Alonso volvió a colocar el nombre de la Mayor de las Antillas en lo más alto del panorama dancístico internacional, esta vez desde el XII Concurso Internacional de Sudáfrica a finales de julio: sus alumnos elevaron el nombre de la Escuela Cubana de Ballet con una fuerza que solo nace del arte y la disciplina, tras obtener los máximos galardones del evento.

El palmarés cubano fue excepcional: los estudiantes Greisell Lastre Casuso y Joan Manuel Riera Pérez ganaron la medalla de oro en la categoría Pas de Deux Clásico, mientras que Jason Baró Benavides conquistó el lauro supremo, el Grand Prix del concurso. La institución no pasó por alto el papel fundamental de los maestros que guiaron a los jóvenes en cada ensayo hasta la final: Martha Iris Fernández, Grettel Lastre Casuso y Wendy Ferrer.

Jason Baró Benavides: El camino a un sueño cumplido

Para Jason Baró Benavides, el joven ganador del Grand Prix, esta oportunidad internacional fue el fruto de un esfuerzo previo. Explicó que su participación surgió gracias a los logros obtenidos en el XXX Encuentro Internacional de Academias para la Enseñanza del Ballet, celebrado en La Habana, donde consiguió el primer lugar en la Categoría Juvenil modalidad pas de deux, el reconocimiento a la Mejor Pareja junto a Gabriela Lemus y, crucialmente, el Grand Prix que le otorgó una beca para competir en Sudáfrica.

“Para Jason Baró Benavides, el joven ganador del Grand Prix, esta oportunidad internacional fue el fruto de un esfuerzo previo”. Imagen: Cortesía de la madre de Jason Baró Benavides

El proceso de preparación, sin embargo, no fue sencillo. Jason lo describió como una etapa de “arduos días de ensayo y mucha responsabilidad”, que incluso los obligó a sacrificar sus vacaciones de verano. Reconoce que, sin el apoyo incondicional de sus maestras, Grettel Lastre y Wendy Ferrer, este riguroso proceso de proyección hacia el concurso no hubiera sido posible.

Una vez en Sudáfrica, Jason vivió la competencia como “una experiencia muy bonita”. Viajar con sus compañeros Greisell Lastre y Joan Manuel a un nuevo país y tener la oportunidad de bailar en un “tabloncillo extranjero” fue para él un acontecimiento demasiado grato. El cariño del público y la solidaridad entre los participantes hicieron que su estadía en el concurso fuera profundamente satisfactoria.

Su repertorio en la competencia fue una combinación de sugerencia externa y creación propia de la escuela. Para la variación clásica, se presentó con el pas de deux de Don Quijote junto a Greisell Lastre, una pieza sugerida por el propio Dirk Badenhorst, miembro del jurado del concurso en La Habana y director del evento sudafricano, quien les otorgó la beca. Por otra parte, su obra contemporánea fue Mellis, un montaje coreografiado por la maestra Wendy Ferrer donde, según Jason, se jugaba con ritmos afrocubanos y la travesura de dos hermanos.

“Su repertorio en la competencia fue una combinación de sugerencia externa y creación propia de la escuela”. Imagen: Cortesía de la madre de Jason Baró Benavides

Ganar el Grand Prix devino culminación de un camino de sacrificio. “Significó mucho para mí porque tuve la oportunidad de presentar a mi país en un evento internacional con grandes concursantes. Saber que cada sacrificio y cada hora de entrenamiento tuvo su fruto”, afirmó. Este premio, que le produce un “inmenso orgullo”, lo motiva a seguir trabajando y esforzándose aún más por alcanzar sus sueños. Al ser preguntado por el papel de su formación, Jason fue categórico: “La Escuela jugó un papel fundamental en mi preparación, ya que todo lo que sé se lo debo a mis maestros y a la misma en general”. Para él, este galardón es un fiel reflejo de lo que ha significado estudiar en una institución tan prestigiosa como la Escuela Nacional de Ballet Fernando Alonso.

La visión de la maestra: Un esfuerzo colectivo coronado por el éxito

La profesora Grettel Lastre Casuso, una de las mentoras del grupo, detalló la intensa preparación que vivieron los estudiantes. “Fue realmente dura, tuvieron tres meses de ensayos constantes”, relató. Cada estudiante tuvo un desafío particular: Greisell Lastre se presentó con dos pas de deux clásicos y dos dúos contemporáneos, lo que requería una enorme resistencia; Joan Manuel Riera interpretó el Grand Pas Classique y el dúo contemporáneo “Tacto junto” a Greisell; y Jason, como se mencionó, con el Don Quijote y Mellis. La maestra Grettel se encargó de los ensayos de las piezas clásicas con el apoyo de la maestra Marta Iris Fernández, mientras que la coreografía contemporánea fue obra de la maestra Wendy Ferrer.

“El desempeño de los estudiantes en Sudáfrica, considerando las circunstancias, fue heroico”. Imagen: Cortesía de Grettel Lastre Casuso

La oportunidad concreta llegó en abril, durante el Encuentro Internacional de Academias de Ballet en La Habana, donde el presidente del concurso sudafricano, Dirk Badenhorst, invitó personalmente a los muchachos a participar en su competencia con las piezas clásicas que finalmente presentaron.

El desempeño de los estudiantes en Sudáfrica, considerando las circunstancias, fue heroico. La profesora Lastre recordó el agotador viaje de dos días y cómo, al llegar, los jóvenes tuvieron un ensayo el mismo día para presentarse en la semifinal al día siguiente. “Fue un reto increíble porque estaban muy cansados y aun así sobrepusieron todo ese cansancio y malestar del viaje y se crecieron en el escenario”.

“Fue un reto increíble porque estaban muy cansados y aun así sobrepusieron todo ese cansancio y malestar del viaje y se crecieron en el escenario”. Imagen: Cortesía de Grettel Lastre Casuso

Para Lastre Casuso, una de las maestras más jóvenes de la escuela, esta experiencia fue profundamente significativa. “Me siento realmente orgullosa de haberlos acompañado en este proceso tan importante con unos logros tan significativos”, expresó. Subrayó que fue un “orgullo inexplicable” presentarse por primera vez en escenarios internacionales a través de sus estudiantes, porque “aunque sean ellos los que bailan y los que ponen su en escena, uno como maestro realmente lo siente y lo vive al igual que ellos”.

El triunfo en Sudáfrica ratifica, una vez más, la vigencia y excelencia del método formativo de la Escuela Cubana de Ballet. Cada paso de Jason, Greisell y Joan Manuel sobre el escenario internacional no solo exhibió una técnica depurada, sino que llevó consigo el legado de Fernando Alonso y la entrega de maestros como Grettel, Wendy y Martha Iris. Más que un punto culminante, este éxito representa un peldaño crucial en la carrera de estos jóvenes artistas: la disciplina, el talento y el amor por el arte cultivados en las aulas de la Escuela Nacional son el pasaporte seguro para conquistar los escenarios del mundo y escribir, con paso firme, el futuro del ballet.