Entre las muchas cualidades que distinguen a los cubanos se encuentra, y en lugar preferencial, su resiliencia. Y ese poder inmenso de resistencia es todavía más palpable en aquellos que tuvimos el privilegio de nacer en las provincias orientales, especialmente en Santiago de Cuba.

Mientras La Habana, por su condición de capital del país, acogió históricamente a aquel reducido grupo de cubanos poseedores de pequeñas, medianas y grandes fortunas, en el oriente de la nación se establecieron aquellos que mayoritariamente poseían como única riqueza su fuerza de trabajo. Habría que reseñar otras muchas cuestiones de índole económicas, sociales y políticas demostrativas de esta ya solventada diferencia entre orientales y occidentales, cuyos orígenes se remontan a la lejana época en que España ejercía su dominio sobre Cuba. Sin embargo, no es ese el propósito de esta crónica.

Sin regionalismo ni chovinismo de ninguna índole podemos afirmar que Santiago de Cuba es, además de hospitalaria, la ciudad más aguerrida y rebelde de Cuba. Allí nacieron los legendarios Antonio y José Maceo y otros grandes cubanos de la estirpe de Guillermón Moncada, Frank País y Vilma Espín, por solo citar algunos de los valerosos hombres y mujeres que avalan su título de Ciudad Héroe de la República de Cuba conferido por Fidel el 1 de enero de 1984. Valiosos han sido y son igualmente sus creadores, destacados en todas las expresiones del arte y la cultura en general y portadores indiscutibles de genuina cubanía.

“La fuerza de Melissa nos golpeó duro. (…) Pero más grande y fuerte es la voluntad del pueblo cubano”.

La noche del pasado 28 de octubre un devastador huracán que tuvo por nombre Melissa recorrió de sur a norte el territorio de la ciudad indómita, afectando además las provincias orientales de Granma, Las Tunas y Holguín. Las imágenes que vemos hoy de estas regiones resultan sobrecogedoras: infraestructuras severamente dañadas, ríos desbordados, zonas incomunicadas, añejos y robustos árboles arrancados de raíz, calles y aceras destruidas por las lluvias torrenciales y los vientos descomunales, puentes derribados…

Pero una vez más la unidad y solidaridad de los cubanos se hace sentir. Brigadas de los más diversos sectores integrados por hombres y mujeres que no tienen fecha de regreso a sus hogares, ya parten del Centro y Occidente del país para prestar sus servicios en “lo que sea necesario a nuestros hermanos orientales”.

Y aquellos que por razones lógicas no se alistan para viajar al oriente del país, ya se concentran “para compartir no lo que nos sobra, sino lo que tenemos”, al decir del Héroe de la República de Cuba Gerardo Hernández Nordelo, en las afueras de la Dirección Nacional de los Comités de Defensa de la Revolución, en el Pabellón Cuba, sede nacional de la Asociación Hermanos Saíz, del Ministerio de Cultura y algunas de sus instituciones y de la Uneac. Traen consigo todo cuanto pudieron recolectar. No solo pertenencias suyas sino también aquello donado por familiares, amigos y vecinos, como muestra de la grandeza humana que caracteriza a los cubanos. Y no falta tampoco la ayuda solidaria que ya recibimos de países amigos de todo el mundo.

La fuerza de Melissa nos golpeó duro. Dejó a su paso una estela de destrozos. Es una realidad triste y palpable. Pero más grande y fuerte es la voluntad del pueblo cubano. Así también es la de los santiagueros, que volveremos a levantarnos para erigir en tan solo unos pocos meses una ciudad todavía más hermosa, como franca demostración de la perdurable frase del poeta Manuel Navarro Luna, “es Santiago de Cuba, no os asombreis de nada”.