El diario mexicano La Jornada informó el 29 de septiembre del fallecimiento de Guerrita, como siempre le dijimos en Cuba. Contaba con ochenta años de edad, la mayor parte de ellos dedicados a la Revolución Cubana desde su patria natal y desde aquel hermano pueblo donde residía hace más de cuatro décadas. El triste hecho ocurrió en la capital mexicana durante la madrugada del viernes.

Muy jovencito, Guerrita participó en la lucha contra la tiranía de Batista y, después del triunfo de la Revolución fue miliciano y ocupó diversos cargos en la Dirección Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas. Fue director del diario Juventud Rebelde (1968-1971) y de la revista Bohemia (1971-1980).

Su paso por el diario juvenil lo convirtió en una lectura necesaria para mis atardeceres habaneros y para los de muchos lectores entusiasmados por su agilidad informativa, mirada perspicaz y analítica acerca de lo que necesitaba la juventud revolucionaria de entonces; por su respuesta inteligente y combativa a las expresiones de la contrarrevolución imperialista.

Nos conocimos cuando fui su profesor de Historia de Cuba en los cursos para trabajadores de la Escuela de Periodismo de la Universidad de La Habana, donde él logró reclutarme para dirigir la sección de Historia de aquella revista, la de más larga vida en el periodismo cubano y con amplia repercusión en buena parte de América Latina desde la década de los 40 del pasado siglo.

Guerrita era, y siguió siéndolo siempre, un admirador de Fidel Castro y un seguidor absoluto de sus ideas y proyecciones nacionales e internacionales, y supo conducir a Bohemia por los caminos delineados por el líder revolucionario.

Me atrevo a afirmar que, con indudable talento, entrega, originalidad y osadía, bajo su dirección el semanario sobrepasó el alcance que había mantenido en la vida nacional desde los años 40 y 50, cuando cada edición circulaba a partir de los jueves por Nueva York, México, Centroamérica, Venezuela y otros lugares del continente.    

Recuerdo a más de un vecino o amigo, sabedor de mi presencia en Bohemia, que aprovechaba cualquier encuentro para expresarme su satisfacción con diversos textos allí aparecidos, para proponerme temas y asuntos en próximas ediciones.

Su paso por el diario juvenil lo convirtió en una lectura necesaria para mis atardeceres habaneros y para los de muchos lectores entusiasmados por su agilidad informativa, mirada perspicaz y analítica acerca de lo que necesitaba la juventud revolucionaria de entonces.

Bohemia fue pues, por esos años, una muestra de periodismo revolucionario, de debate interno en el país, de continuidad del sentido de la dirección revolucionaria encabezada por Fidel, creadora y original, crítica y autocrítica, siempre fiel a la patria, a sus valores, al socialismo, a la solidaridad y el espíritu internacionalista y antimperialista. Allí siempre se evitó el teque, como le decíamos entonces a la consigna vacua sustitutiva del análisis hondo y orientador.

Guerrita supo unir a los que quedaban de la vieja guardia de la revista desde la década de los años 40 con la hornada de los formados durante la Revolución. De hecho, fue aquella una escuela práctica de periodismo revolucionario, no solo por los principios ideológicos y políticos que se defendían, sino sobre todo porque se sostenía la buena escritura y el análisis razonado.

Luego de Bohemia, Guerrita fue acogido por Armando Hart, entonces ministro de Cultura y revolucionario íntegro que siempre apoyó el talento y la creatividad. Estuvo Guerrita un tiempo al frente de una gran imprenta y luego marchó a México, donde se le abrió un espacio en la prensa escrita, muy bien aprovechado por él para defender la Revolución Cubana, nuestro socialismo y la liberación nacional contra el imperialismo estadounidense y todas las formas de colonialidad.

A ello unió una activa vida social sostenida en esos mismos principios, sin dejar de mantenerse absolutamente actualizado de lo que ocurría en la patria, la cual visitaba sistemáticamente.

En el hermano país mexicano, como señaló el diario La Jornada al informar de su deceso, fue coordinador del Foro de Reflexión Política México y el Mundo Actual, organizado conjuntamente por Casa Lamm y el rotativo, de donde fue colaborador y articulista.

Guerrita fue un cubano orgulloso de su nación y su Revolución, un fidelista consecuente, un hombre entregado a las causas por las que luchó, a las que se entregó y a las que fue siempre leal.

En La Jornada, en Excélsior y Telesur trató temas internacionales. Durante su amplia carrera profesional trabajó como periodista en países de Asia, África, Europa, América Latina y Estados Unidos. Fue miembro del capítulo mexicano de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad.

Ejerció la docencia en el Centro Nacional de Conservación, Restauración y Museología de Cuba, y en la Facultad de Arte del Centro Cultural Casa Lamm, en la Ciudad de México.

Guerrita fue un cubano orgulloso de su nación y su Revolución, un fidelista consecuente, un hombre entregado a las causas por las que luchó, a las que se entregó y a las que fue siempre leal. 

Con toda razón el embajador cubano en México, Marcos Rodríguez Costa, escribió:

“Con profundo dolor conocimos del fallecimiento del amigo y periodista cubano, radicado en México, Ángel Guerra Cabrera, referente del periodismo, la solidaridad y la hermandad. Gracias por tu vida. Extendemos nuestras condolencias a familiares y allegados”. Y nuestro presidente, Miguel Díaz-Canel, señaló: “Mis condolencias a familiares y amigos de Ángel Guerra, prestigioso periodista, activo miembro de la Red de Intelectuales en Defensa de la Humanidad e infatigable defensor de Cuba y de la Revolución, desde La Jornada y otros importantes medios en México, donde residía”.  

Guerrita fue un hombre de principios y firmeza inclaudicables, por encima de cualquier incomprensión pasajera, que siempre sirvió a su causa y a sus ideales. Sus amigos siempre lo recordaremos con orgullo.