Uno de los momentos más trascendentes en la celebración del XXXI Festival La Huella de España, celebrado en La Habana entre los días 22 y 26 de abril del presente año, han sido los homenajes al gran bailarín español Antonio Gades, figura sumamente admirada, no solo en la escena teatral cubana sino también en los ámbitos más populares en nuestra nación y en las esferas oficiales de nuestro gobierno.
Fue Antonio un amigo más que cercano, fue un militante activo en la solidaridad con la Revolución cubana, desde el triunfo de la misma en enero de 1959.
En este XXXI Festival su nombre estuvo presente en la reposición del ballet Bodas de Sangre el pasado 22 de abril para el Ballet Nacional de Cuba, tarea en la que se fundieron los esfuerzos de la Fundación que lleva su nombre en España y que estuvo representada aquí por la maestra Stella Arauzo, directora artística de la mencionada institución, quien tuvo a su cargo los ajustes entre la versión cubana, montada por Gades en 1978 y la primera que él realizara el 2 de abril de 1974 en el Teatro Olímpico de Roma. En esta ocasión se contó con la presencia valiosa del Primer bailarín español Joaquín de Luz, quien junto a Viengsay Valdés, Sadaise Arencibia y Daniel Martínez, artista invitado del Ballet Español de Cuba, tuvo a su cargo el rol de Leonardo.
“Fue Antonio un amigo más que cercano, fue un militante activo en la solidaridad con la Revolución cubana, desde el triunfo de la misma en enero de 1959”.
El día 24 en la Sala Villena de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), se le rindió tributo a Gades con imágenes de su interpretación en el ballet Ad Libitum, de Alberto Méndez, donde se fusionaron junto a él y Alicia Alonso los talentos artísticos de los músicos Sergio Vitier y Tata Güines.
Los tributos continuaron, de manera muy emotiva en la presentación del libro Antonio Gades, arte y revolución, de la autoría de Julio Ferrer, destacado periodista, escritor y docente, nacido en la Ciudad de La Plata, Argentina. Obra que constituye un hermoso y documentado acercamiento a la figura del gran bailarín, no solo como artista sino también como ser humano.

El Coloquio, que tuve el honor de conducir, se realizó en la sede de la Casa del Alba y contó con la presencia del autor del libro y de un panel integrado por varias personalidades que tuvieron un estrecho vínculo con Gades, entre ellos Redento Morejón, quien, en su calidad entonces de Consejero Comercial de la Embajada de Cuba en España, propició la primera visita de Gades y su compañía a Cuba en 1975; el doctor José Ángel García, gran Especialista en Traumatología, que veló por la salud del artista; Pedro Bellón, su asistente personal en Cuba; Pedro Simón, Director del Museo de la Danza y Mercedes Beltrán, Coordinadora Artística de este Festival La Huella de España, recordaron distintas facetas de la personalidad del genial artista y de manera especial sus estrechos vínculos con Cuba, a la que llamó siempre “el puerto de su vida”.

Antonio Gades, bautizado así posteriormente por su maestra, la gran Pilar López, había nacido con el nombre de Antonio Esteve Rodenas, el 16 de noviembre de 1936, en Elda, provincia de Alicante, en el seno de una familia de obreros. Su padre fue un modesto albañil, militante comunista que, habiendo sido fusilado por las tropas franquistas durante la Guerra Civil Española, salvó su vida milagrosamente, y que por la pérdida de un ojo arrastró siempre el apodo de El Ventana. Fue él quien le inculcó al hijo las ideas solidarias y de justicia social que lo acompañarían durante toda su vida.

El 20 de julio del 2004 nos llegó la terrible noticia del fallecimiento de Gades en el Hospital “Gregorio Marañón”, de Madrid, la que sumió a los cubanos en un dolor profundo. El día 22, cumpliendo su expresa voluntad, llegaron sus cenizas a Cuba, donde recibieron honores oficiales hasta su reposo definitivo, el 25 de marzo del 2005 en el Mausoleo a los Mártires del Segundo Frente Frank País, en la oriental provincia de Santiago de Cuba.
