Nos fuimos juntos al Festival Cervantino en México, y lo primerito que hicimos luego de desempacar la valija fue llegarnos a La Diana Cazadora, un emblemático bar de la capital.
Como era mi primera vez en el país, y también la primera en que íbamos a compartir escenario fuera de Cuba, el Nagüe se convirtió en mi turoperador y mi lazarillo.
Debimos de darle baja a no menos de diez cervezas en la barra mientras Sosa me explicaba cómo y dónde se cambiaban mejor los verdes por el peso, dónde estaban las farmacias más cercanas para comprar medicamentos baratos (los lunes), etc.…
“La trova tradicional cubana fue coreada por todos los presentes y los variados saladitos fluían a cuenta de la casa en cantidades obscenas”.
Luego de esa sensación de espachurramiento que nos deja el lager a los bebedores cinta negra, decidimos salir al portal donde unos mariachis hacían de las suyas y pedirnos la primera botella de Mezcal; teníamos un par de días de asueto antes del primer espectáculo y podíamos darnos el lujo de emborracharnos. Tres botellas después ya los mariachis y nosotros éramos amigos de toda la vida… La trova tradicional cubana fue coreada por todos los presentes y los variados saladitos fluían a cuenta de la casa en cantidades obscenas. Luego de terminarnos la tercera botella, me dice Sosa:
—Oye, Nagüe, ya está bueno. Vamos a pedirnos un par de dobles de tequila pa’ remachar y pa’l hotel.
Y así mismo fue. Pedimos los dos dobles, y a esos dos dobles pues le siguieron cuatro o cinco dobles más. Lo cierto es que nos marchamos cuando ya las mutuas billeteras habían desfallecido, no sin antes bebernos un par de dobles más de Tequila Clase Azul reposado cortesía de un cliente maceta.
Nos marchamos serenitos al hotel y nos despedimos sin mucha pompa.
Al día siguiente no vi a Sosa ni en el desayuno, ni en el almuerzo. A eso de las tres me voy a La Diana Cazadora y cuál no fue mi sorpresa cuando vi que el Nagüe le venía entrando por la otra entrecalle. Nos saludamos y me dice:
—Sabía que te iba a encontrar aquí, no te vi ni en el desayuno ni en el almuerzo, vengo a llevarte a conocer otro barcito que está aquí a un par de cuadras… y más barato porque aquí ayer nos pelaron al moñito.
Así quiero recordar a mi amigo Sosa… No había quien lo tumbara en materia etílica. Ni en ninguna otra materia.