Bárbara Rivero: los recuerdos, el teatro, la vida

Osvaldo Cano
21/3/2021

Conocí a Baby Rivero una intensa mañana de 1977. Fue en uno de los sensuales pasillos de la Facultad de Artes Plásticas del ISA. Fuimos convocados allí poco más de 20 jóvenes que habíamos aprobado la primera etapa de las pruebas de ingreso para estudiar teatrología y dramaturgia. En una de las aulas nos esperaban varios profesores para entrevistarnos. Eran, Juan José Fuxá, el primer decano de la entonces Facultad de Artes Escénicas, Ivanov, uno de los renombrados asesores soviéticos y Rine Leal, que era quien llevaba la voz cantante.

Foto tomada de Cubaescena
 

Durante la espera uno de los convocados, René Corvo, recitaba con insistencia y a voz en cuello conocidos poemas de Nicolás Guillén. Otro, que luego supe era Amado del Pino, ya con un vientre ligeramente prominente a sus escasos 17 años, paseaba su nerviosismo y su voz de falsete a todo lo largo de los incómodos bancos de mampostería, esos a los cuales los arquitectos llaman asientos de obra. En medio de tanta expectativa me llamó la atención la serena seguridad de una muchacha rubia que parecía conocer a varios de los presentes y que no evidenciaba el menor síntoma de nerviosismo. Era Bárbara Rivero.

Luego vendrían cinco años de estudios en el ISA, las batallas cotidianas, las del teatro y las de la vida. Tanto en unas como en las otras siguió siendo la joven segura y serena de aquella primavera del 77. Lo fue cuando en 1982 defendió su tesis sobre Virgilio Piñera, un autor cuya obra, en ese entonces, parecía estar irremediablemente condenado al olvido. Lo siguió siendo al ejercer como profesora y crítica, oficios en los que brilló por su agudeza e inteligencia. Su serena seguridad, junto a su honestidad e inteligencia, le ganaron el respeto de sus alumnos de la ENIT y del ISA y, por supuesto, el de sus colegas a todo lo largo y ancho de la Isla, la cual recorrió muchas veces en busca de los mejores espectáculos para los festivales de Camagüey o La Habana o para asesorar a los especialistas de las diferentes provincias.

La noticia de su muerte cruel y temprana me estremeció anoche cuando un amigo común me avisaba desde México. Entonces comenzaron a desfilar por mi mente innúmeros recuerdos de los muchos momentos compartidos. Me abrazo a ellos, los cobijo para no perderla, para mantenerla palpitando en cada uno de ellos, para recordar sus buenos consejos, su tenacidad y su valentía, y sobre todo para no tener que decirle adiós.