Buenavista Social Club: la historia interminable que siempre debió ser (III)
La noticia llena de júbilo a todos los integrantes de la producción Buenavista Social Club: el musical que desde hace meses trae de cabeza a los amantes de la música cubana, a los más importantes críticos e influencers (convertidos de la noche a la mañana en “gurúes y exegetas” de la música cubana), ha sido nominado a los Premios Tony, el equivalente a los Óscar para las películas, en el mundo de los shows musicales que se presentan y producen en Estados Unidos.
Solo se han necesitado tres meses en cartelera —en algunos casos con dos funciones diarias— para que la música cubana vuelva a ser un fenómeno comunicacional en la ciudad de New York, solo que esta vez desde las nunca apagadas marquesinas de Broadway.
La historia de Buena Vista Social Club
El musical recrea en dos planos temporales la vida de la cantante Omara Portuondo y de su hermana Haydée (radicada en New York en la década de los 50), fundadora del cuarteto de Aida Diestro junto a Elena Burke y Moraima Secada. Asimismo, comandado por el productor y músico cubano Juan de Marcos González desde una recreación libre, se vincula con las historias de la vida de las cuatro de las integrantes del legendario proyecto musical. Todo ello contado con matices ajustados a los requerimientos de Broadway.

Es una forma de contarnos, además, la relación profesional y humana que existe entre Compay Segundo, Omara Portuondo, Eliades Ochoa e Ibrahim Ferrer; todo ello vinculándolos a otros nombres imprescindibles del proyecto como son los casos de Rubén y Juan de Marcos González.
De acuerdo a informaciones publicadas, Buena Vista Social Club ha recibido 10 nominaciones y se anuncia que su banda recibirá un “premio especial” durante la ceremonia que habrá de efectuarse el día 8 de junio.
A los efectos de nuestra historia musical no debe sorprender que tanto la historia como la música de esta propuesta resulten nominadas y/o premiadas, y es que sus creadores y productores, al margen de pasajes edulcorados de la historia, tuvieron a bien el llamar como asesor al creador y principal impulsor del proyecto musical: Juan de Marcos González, quien desde sus vivencias y profundo conocimiento de la historia musical cubana fue clave para la credibilidad tanto de la historia como de su puesta en escena.
Buenavista Social Club es, hasta el presente, el único producto cultural y musical cubano hecho totalmente en Cuba que ha modificado dos de los eventos más importantes de los shows musicales, primero los Grammy y ahora los Tony.
Entonces se imponen algunas preguntas. ¿Estará presente este importante músico cubano y algunos de los integrantes originales que aún nos acompañan en esta ceremonia? ¿Será reconocido su papel como uno de los más importantes promotores de la música tradicional cubana de fines del pasado siglo y del presente más allá de nuestras fronteras?
Tendremos acá en Cuba la oportunidad de poder ver, disfrutar y aprobar —dado nuestro celo con las recreaciones de nuestras historias musicales y sociales— esta propuesta que ha vuelto a colocar a importantes figuras de nuestra música en la órbita internacional.
No es secreto que algunos de los sobrevivientes de esta historia no pudieron asistir a la función de estreno por mucho que los productores se esforzaron para que estuvieran entre los invitados. Los que pudieron asistir recibieron una larga ovación y la atención de los medios allí presentes.
Los que fueron quedando por el camino también fueron aplaudidos y mencionados en algunas comparecencias ante la avalancha de medios.
Lo más trascendente de estas nominaciones es el hecho de que los organizadores se han visto en la necesidad de crear una categoría para esta puesta en escena.
De estas nominaciones destaca la de Natalie Venetia Belcon que interpreta una creíble Omara Portuondo. La actriz logró meterse en la piel de “la diva del BSC” a pesar de la barrera del idioma y convence hasta el delirio a un público —críticos incluidos— que descubre a una de las voces más grandes de la música cubana de los últimos dos siglos.
Productores y directores del Buena Vista Social Club como propuesta hecha desde Broadway han corrido el riesgo de entrar en la piel de la música cubana; no importa que la historia se haya situado en los hoy lejanos años de la década del 50 del pasado siglo y transite por el mito de la grandeza de la música cubana hecha en esa época, un mito que de alguna manera enlaza a músicos cubanos contemporáneos que forman parte del elenco de la obra como son los casos de Rene Avich, Leonardo Reina y Mel Semé. Ellos son deudos de esa música que les define y aportan a la puesta ese toque “cubiche”.
Sin embargo, lo más trascendente de estas nominaciones es el hecho de que los organizadores de los Premios Tony se han visto en la necesidad de crear una categoría de premios para esta puesta en escena: el premio especial Tony para la orquesta del musical, que tiene en su planta a músicos cubanos y de otras partes del continente asentados en NYC.
La ceremonia, prevista para el 8 de junio en el teatro Radio City Music Hall de Nueva York, tendrá a Cuba y su música en el centro de atención.
Curiosamente el Buenavista Social Club es, hasta el presente, el único producto cultural y musical cubano hecho totalmente en Cuba que ha modificado dos de los eventos más importantes de la historia del mundo del entretenimiento: primero los Grammy, en los que se creó una categoría para esa producción discográfica, y ahora los Premios Tony al mundo del teatro. Me pregunto qué próxima modificación vendrá en un futuro no muy lejano influida o provocada por el proyecto que en los años 90 del pasado siglo liderada Juan de Marcos González junto a un grupo de figuras de la música cubana.
Esperemos al 8 de junio. La ceremonia será en el teatro Radio City Music Hall de Nueva York, el mismo en el que hace unos noventa años debutara Mario Bauza —considerado por muchos como uno de los padres del jazz cubano y un nombre imprescindible en nuestra historia musical en la ciudad de New York— ejecutando la trompeta como parte de la orquesta de Chick Webb y teniendo como compañero de cuerda a un joven Dizzie Gillespie.
Esa noche Cuba y su música volverán a estar en el centro de atención de los premios y nosotros, desde este lado del Caribe, gozaremos de orgullo.
La leyenda del Buenavista Social Club seguirá siendo la historia interminable que siempre debió ser de la música cubana; solo que ahora desde las marquesinas y las luces de neón de Broadway. Veremos a futuro que otra sorpresa llegara. ¿No es así Juan de Marcos?