A Beatriz Márquez la veía yo, a veces, sentada en el sofá del portal de mi vecina, probándose algún vestido de lujo, de los que aquella le confeccionaba de manera exclusiva. Recuerdo que, en no pocas ocasiones, cantaba dulcemente en ese espacio, rodeada de plantas, y en el que a un piano no muy acariciado le agradaba que le saltara la música así.

“Beatriz es un arsenal de vivencias y enseñanzas, y ni siquiera un libro bastaría para darles cabida”.

En más de una oportunidad hemos podido conversar, micrófono radial mediante, y su grandeza radica justamente en saberse “La Musicalísima” pero sin bombo ni platillo. Beatriz, Betty, es sencillamente una mujer de timbre inigualable, ojos bellos, glamour hasta en sus gestos y, como siempre he oído decir, extraordinaria como persona. Toda canción que toca con su voz se convierte en una pieza imprescindible de nuestro cancionero, y si se trata de dúos, en todos resulta idónea.

¿Cuántas historias, anécdotas y reflexiones no podría compartir esta mujer durante horas? Podríamos tomarnos un café, un té, una copa de vino y el tiempo volaría, sin darnos cuenta. Beatriz es un arsenal de vivencias y enseñanzas, y ni siquiera un libro bastaría para darles cabida.

Sin embargo, intentó lograrlo en un principio el realizador audiovisual, director y guionista de radio y profundo estudioso de su vida Felipe Morfa, el querido y nunca olvidado Fepo. Convidó al periodista Jaimé Masó a escribirle, y me alegro de que se me acercara para ponerme en las manos este volumen, próximo a presentarse, preferiblemente con un concierto que Beatriz estaría feliz de ofrecer.

No es una biografía, pero sí se recogen en este texto de Ediciones Cubanas de ARTEX los momentos más significativos en la carrera de Beatriz Márquez. Foto: Cortesía de la autora

Muchas fotografías, recortes de prensa, carátulas de discos y sobre todo, testimonios perfectos de una época, componen el libro La Musicalísima. Beatriz Márquez, un viaje de memorias, publicado por Ediciones Cubanas de ARTEX, como homenaje a la intérprete, pianista y compositora universal.

No es una biografía, me precisó Masó, pero sí se recogen en este texto dividido en seis capítulos los momentos más significativos en la carrera tan rica y diversa de Beatriz Márquez, Premio Nacional de Música 2015.

Están sus inicios, la marcada influencia de su padre René Márquez, sus estudios en la Escuela Nacional de Arte (ENA), la Escuela Cubana de Música Moderna y su participación en importantes eventos nacionales e internacionales.

Historias de temas de reconocidos autores como René Márquez, Adolfo Guzmán, Juan Almeida, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y Juan Formell, entre otros, que se popularizaron en su voz y se han convertido en referentes en su repertorio, vasto y archiconocido como “Espontáneamente” (René Márquez), “Diálogo con un ave” (Mike Porcell), “Amar, vivir” (Rembert Egües), “Te espero en la eternidad” (Adolfo Guzmán) o “Despídete de todo mi existir”, de su autoría, entre muchas otras.

Muchas fotografías, recortes de prensa, carátulas de discos y sobre todo, testimonios perfectos de una época, componen el libro La Musicalísima. Beatriz Márquez, un viaje de memorias.

Sobre ella en el libro hablan familiares, músicos, realizadores audiovisuales y críticos como Esther Borja, María Teresa Linares, Aida Teseiro, Orlando Quiroga, Roberto Fernández Retamar, Jesús Ortega, Leo Brouwer, Marta Valdés, Miguel Barnet, Marilyn Bobes, Gerardo Alfonso, Mike Porcell, Lisette Vila, Frank Padrón, Tony Pinelli, José Ramón Artigas, Rey Montesinos, Gonzalo Rubalcaba y Rembert Egües, así como sus hijos Evelyn García y Michel Maza.

Por cierto, fue muy grato conocer en medio de esta charla sobre un libro que “La Musicalísima” agradece tanto, que un nuevo disco traía en su memoria flash para ser escuchado en la tarde en la que tanto nos reímos y disfrutamos del recuento.

Un encuentro con sus dos hijos, devenido fonograma, es ahora mismo ese proyecto que la desvela, y que será presentado pronto, si fuera posible, en un concierto con todas las de la ley. Una muestra más de su incansable quehacer, de sus ganas de seguir cantando. 

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