Coral de Honor para Gael García Bernal: Un viaje artístico que empezó en Cuba
“Me conmueve mucho e inmediatamente pienso en mi familia y en las personas que me presentaron el cine”, comenzó diciendo el actor mexicano Gael García Bernal al recibir el Coral de Honor en la 46ta. edición del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana. Esas palabras marcaron el tono de un momento dentro del FINCL que celebra una trayectoria que es, en esencia, un reflejo del cine latinoamericano contemporáneo.
El jurado del festival destacó la coherencia y el aporte continental del actor y cineasta mexicano, subrayando más de dos décadas de trabajo junto a directores fundamentales como Alfonso Cuarón, Alejandro González Iñárritu y Pablo Larraín. El premio reconoce su éxito internacional y su compromiso persistente con narrativas que exploran la complejidad identitaria, social y política de la región.

Al evocar sus inicios, García Bernal reveló cómo su conexión con Cuba fue seminal. “Fue aquí en San Antonio de los Baños donde vine a hacer un curso de cine cuando tenía 15 o 16 años”, recordó, refiriéndose a su paso por la Escuela Internacional de Cine y Televisión. Esa experiencia, aseguró, fue mucho más que formativa: fue la puerta para “descubrir muchas dimensiones del cine” que lo fascinaron como espectador y, luego, como creador.
Su relato trazó un arco desde la incertidumbre inicial ─cuando el cine mexicano producía apenas un puñado de películas al año y parecía “completamente inalcanzable”─ hasta el momento revelador.
Recordó que aceptó Amores perros “pensando que era la única película que iba a hacer en la vida”, y que fue durante el rodaje de Y tu mamá también donde confirmó su vocación. “Ahí descubrí o logré atisbar todo lo que me gustaba como espectador… el cine se volvió ese lugar, ese multiverso donde uno habita”, confesó, definiendo su oficio como un espacio para “viajar, sublimar, entender, inventar, hacer familia y amigos”.

Este “viaje artístico”, término que prefirió sobre el concepto de “carrera”, tiene para él un hogar natural en Latinoamérica. Su vínculo con Cuba, además de formativo, es profundo y entrañable. Con humor, bromeó sobre su juventud en la Mayor de las Antillas: “Qué bueno que no existían en ese entonces los teléfonos con cámara, porque nos hubiéramos metido en muchos problemas”. Esos lazos, afirmó, los atesora como un “secreto bien profundo” que prometió convertir, en el futuro, en material para una nueva película.
La entrega de este Coral, que coincidió con la firma de un relevante convenio de colaboración entre el Icaic y los Estudios Churubusco, fue la reafirmación de un diálogo cultural permanente y el reconocimiento a un artista cuya obra encarna el espíritu del festival habanero: la creencia en un cine latinoamericano como espacio de memoria, encuentro y constante interrogación sobre quiénes somos.
Al final, como él mismo sugirió, todo se remonta a ese primer descubrimiento, a esa presentación al cine que empezó, para Gael, hace mucho tiempo y no tan lejos de donde hoy le renden tributo.

