El jazz no se escucha, se respira. Es un suspiro colectivo que nace en los dedos del pianista, en el aliento del saxofón, en el latido del contrabajo. Como dijo alguna vez el gran Duke Ellington, “el jazz es libertad”, y en esa libertad habita su esencia: un diálogo sin fronteras donde cada nota es un corazón abierto. El jazz no cuenta historias; las vive, las rompe y las reinventa en tiempo real. El próximo 30 de abril se celebra en todo el mundo el Día Internacional del Jazz, y Cuba, cantera de un género que mezcló con rumba, son y trova, no pasará por alto la fecha.

Del 25 al 30 de abril, en la Mayor de las Antillas se respirará jazz con más fuerza en una jornada que incluirá conciertos y una exposición fotográfica que rinde tributo a su riqueza musical: la agenda está diseñada para celebrar el jazz en todas sus formas, destacando tanto a leyendas consagradas como a nuevas voces.

“El jazz es más que notas en un pentagrama; es memoria viva, resistencia y evolución constante”.

El programa comienza el 25 de abril a las 3 de la tarde en el Salón de Mayo del Pabellón Cuba, con la Gala Jazz Plaza, un emotivo homenaje a los 40 años del Festival Internacional Jazz Plaza. En esta ceremonia, se entregarán medallas a músicos, promotores e instituciones que han contribuido a mantener viva la escena jazzística en la nación caribeña.

El 27 de abril, a las 7:00 de la noche, el Teatro del Museo Nacional de Bellas Artes acogerá una noche donde el jazz se fusiona con las artes visuales. La exposición In Jazz We Trust, de la fotógrafa Lilien Trujillo, deviene viaje íntimo a la esencia del jazz cubano. A través de nueve piezas fotográficas y una instalación, Trujillo captura la conexión casi mística entre los músicos y su arte. “No solo retrato lo que veo, sino lo que siento cuando escucho jazz”, explicó la artista, cuya obra ha sido elogiada por su capacidad de transformar lo documental en poesía visual.

Tras la inauguración, el pianista Ernán López-Nussa tomará el escenario junto a invitados especiales. Con una carrera que abarca desde el jazz tradicional hasta fusiones con la música clásica y el folclor cubano, López-Nussa promete un concierto lleno de matices, donde la técnica y la conexión con el público se entrelazan sin esfuerzo.

Ernán López-Nussa defiende una carrera que abarca desde el jazz tradicional hasta fusiones con la música clásica y el folclor cubano. Foto: Tomada de MNBA

El 29 de abril, a las 7:00 de la noche, la Plaza Vieja se convertirá en el epicentro del jazz contemporáneo con un concierto de Roberto Fonseca. El pianista, conocido por su trabajo con el Buena Vista Social Club y su exploración de las raíces africanas en la música cubana, presentará un repertorio que mezcla lo ancestral con lo vanguardista. Fonseca, un virtuoso capaz de transmitir historias enteras con solo tocar un acorde, promete un espectáculo que trascenderá lo musical para convertirse en una experiencia casi espiritual.

“El jazz no se escucha, se respira”.

Finalmente, el 30 de abril, a las 6:00 p.m., el Teatro de la Casa de Cultura de Plaza vibrará con el concierto Jazz Mundial en Plaza, liderado por el irrepetible Bobby Carcassés. acompañado por su grupo Afro Jazz. Premio Nacional de Música y figura fundacional del jazz cubano, el músico es un showman en el sentido más puro: canta, baila, toca el piano y, sobre todo, conecta con el público como pocos. La clausura de la jornada, promete ser un espectáculo que guiará al espectador por ese viaje sonoro diferente y envolvente del jazz afrocubano. 

Bobby Carcassés, figura fundacional del jazz cubano, un showman en el sentido más puro. Foto: Tomada de Internet

El Día Internacional del Jazz, establecido por la Unesco en 2011, no es solo una celebración musical, sino un recordatorio del poder de este género para promover la paz y el diálogo intercultural. Este año, más de 190 países se unirán al Concierto Global All-Star, transmitido desde 13 ciudades, con artistas como Herbie Hancock y Dianne Reeves. Cuba, con su tradición de fusiones y su capacidad para reinventarlo, ocupa un lugar central en este movimiento.

El jazz es más que notas en un pentagrama; es memoria viva, resistencia y evolución constante. Nació en los márgenes para convertirse en un lenguaje universal, capaz de unir a personas de culturas diametralmente opuestas. En nuestra Isla se convirtió en un símbolo de identidad. Hoy, mientras nuevos talentos exploran sus límites, el jazz sigue siendo ese espacio donde la libertad no se pide: se toma. Y en esa toma de posesión, nos recuerda que, al final, la música es la que guía y los oyentes improvisamos.   

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