Danza Fragmentada: 30 vueltas al sol y 6 estrenos mundiales
Bailar con el espíritu de todos, pero bailar con movimiento propio; reinventarse una, otra vez, generación tras generación; tocar al mundo desde el oriente del oriente cubano. Esa ha sido la hazaña de Danza Fragmentada durante 30 años, en tierra de la danza, Guantánamo.
Del 3 al 8 de octubre ―comienzo del mes para celebrar la huella de la cultura cubana― inició la temporada de la compañía Danza Fragmentada, rama dorada de la creación de Ladislao Navarro Tomasén, custodiada por dos fundadoras como Luz Elena Daudinot y Esther Domínguez Pineda.
Hay tantos nombres, tantos sueños, tantos cuerpos, tantos brazos. Hay tantos artistas que han tenido en Danza Fragmentada su primera escuela, su primer vuelo y ahora están en muchos sitios de este mundo. Y los hay aquí, ahora mismo, hablando con las tablas, con el aire, contigo.
Danza Fragmentada extendió invitaciones a Danza Libre, al Ballet Folklórico Babul y al proyecto El K’merino. También prestigiaron la temporada, la Escuela Profesional de Danza que lleva el nombre del inolvidable Alfredo Velázquez Carcasés y el profesor César Reynier Simonó Reyes, con sus talleres. Como corolario, la primera bailarina Yohanet Romero González presentó su tesis de grado “Danza Fragmentada: Ecos del pasado y ventana al futuro”.
El teatro Guaso ha sido escenario emblemático, así como toda la aldea de Boti y todo Guantánamo. Esta vez, sobre las tablas, han cohabitado lo experimental, lo neoclásico, el folclor y lo contemporáneo.
Gracias especialmente a Liubis Balart Martínez, especialista en Relaciones Públicas de la Compañía Danza Fragmentada, por todas sus precisiones, por todo su apoyo, por cedernos estas imágenes del maestro Olaph Johe Quiala para compartirlas a través de La Jiribilla.
Danza Fragmentada ha hecho de estas 30 vueltas al sol ―metáfora que preside las celebraciones― una apoteosis.