De crítico y lector: algunas ideas sobre los Versos libres de Martí

Caridad Atencio / Fotos: Tomadas de Internet
14/6/2016

Cierto crítico de mi generación [1] refería que los Versos libres, de José Martí, no tendrían centenario ni enmarcaciones de fecha cerrada, dada su condición de libro no publicado por el autor, y mucho menos concertadas jornadas para homenajearle bajo la égida de instituciones que se encargarían de ello; lo cual resulta cierto, pero en verdad, no le hace falta.  Despojado de génesis exactas, de las perfecciones que supone una edición facsimilar y de los festivales académicos marcados, donde investigadores y profesores aprovechan para dar a conocer el artículo o el ensayo hace tiempo escrito y sin lugar viable para su difusión, el poemario martiano convoca con emoción y sello de gran literatura las ansias eruditas de los más variados estudiosos: investigadores, ensayistas, críticos, periodistas, escritores, profesores, estudiantes y a ciertos intelectuales más cercanos a la enunciación teórica de la literatura que a tejidos ensayísticos comunes en la norma [2].

Las referencias al verso en la poesía de Martí son bastante frecuentes, así como la estimación que este le merece y su implícita trascendencia. Si en Versos sencillos afirma:

Yo te quiero verso amigo,

Porque cuando siento el pecho

Ya muy cargado y deshecho,

Parto la carga contigo.

P.C, T. I, p. 283.

En Versos libres sigue dando muestras de su sustancial unidad con el verso, como símbolo de la poesía, que le es siempre fiel, que siempre se le acerca cuando se encuentra solo:

Solo estoy solo: viene el verso amigo,

“Sed de belleza” P.C, T. I, p. 86.

[…] ¡Oh verso amigo:

Muero de soledad, de amor me muero!

“Hierro” P.C, T. I, p. 67

Saber no quiero

De la pompa del mundo: el amor cabe

En un grano de anís: la gloria apenas

En un ojo de hormiga [3]: la grandeza

Del corazón, el hombre envenenado

Antes la muerde que la aplaude: el verso

Es el último amigo. Así en mi mesa,

Solos los dos, mientras el hombre aspira

Y engaña la mujer, mientras consume

La virtud su prisión agonizante,

Solos, mi verso y yo, nos contemplamos,

“Lluvia de junio”

P.C, T. I, p.139 – 140.

Los poemas de Versos libres son un caso curioso para la crítica y la historia de la literatura, debido a la condición de ineditez en que quedaron tras la muerte de Martí, a las texturas barrocas de la mayoría de sus imágenes, a lo enjundioso de su estilo; pero, sin dudas, hay textos que se levantan sobre otros. No pierdo la ocasión que este ensayo me brinda para sugerir una antología integrada por:

-“Pollice Verso”

-“Al buen Pedro” [4]

-“Hierro” [5]

-“El Padre Suizo” [6]

-“Amor de ciudad grande” [7]

-“Estrofa Nueva”

-“Banquete de Tiranos” [8]

-“[La noche es la propicia]” [9]

-“Dos Patrias” [10]

-“Domingo Triste”

-“Lluvia de Junio”

-“[Todos soy canas ya…]”

-“[De forma en forma y de astro en astro vengo…]”

-“Flor de hielo”

-“[Con letras de Astros…]” [11]

-“[No, música tenaz, me hables del cielo”

-“[Yo sacaré lo que en el pecho tengo]”

-“Mi Poesía”

De ellos podemos decir, a falta de palabras más precisas, lo que Gottfried Benn sobre los poemas esencialmente modernos: obras que reposan en sí mismas, que irradian luz propia, que rebosan fascinación duradera. Y qué hizo para ello: “Una vez quiso él enseñar como se es poeta y dijo que “para hacer poesía no hay como volver los ojos fuera: a la naturaleza, y dentro: al alma” [12]. En breves palabras, quizá sin desearlo, describió uno de los pilares de su poética, de profundas implicaciones analógicas. Por nuestra lectura del libro insigne y de los acercamientos a él dedicados, concebimos a Martí como un poeta moderno, tan interesado en el proceso de invención poética como en la obra misma, es decir, hay presencia de una poética explícita en su lírica, de lo que esta debe ser. Por una parte “está el estado emotivo, el estado anímico, la materia temático–melódica y por otro está el producto artístico. De este modo se vinculan la idea de consciencia, control crítico y la idea del arte. Al componer versos, el poeta no contempla sólo el poema, sino que también se observa a sí mismo. La producción del poema deviene en cuanto tal tema, no el único tema, pero en cierto modo resuena por doquier y la simultaneidad de la actividad poética e introspectiva sobrepasa la frontera donde ambos se compenetran…” [13]. Como lírico moderno Martí nos ofrece una filosofía de la composición y una sistemática de la creación, y en los poemas del libro se aluden los problemas del tiempo, del arte, de los fundamentos íntimos de nuestra existencia. No nos cabe duda, por la variedad y riqueza de textos consultados respecto al libro, y nuestra lectura de él, que Versos libres significó para el autor una vía de experiencias poéticas distendidas y trascendentes que le permitieron ubicar su estilo lírico entre los enunciadores de la modernidad.

Un poeta que me es muy cercano dice que cuando quiere sentir cómo se deslizan sobre sí los velos de la patria lee los Versos libres; yo los busco cuando quiero, de un golpe, fijar y eclipsar la maldad humana. Así, en el caleidoscopio de emociones fuertes, transcurren las dolorosas libaciones, sin un final.

Notas:
1.  Osmar Sánchez Aguilera. ”Versos libres: notas para un centenario conjetural” El Gallo Ilustrado. Sem. Cult. de El Día, México, 1718: 8-9, 28 de mayo de 1995.
2.  Recuérdese que en el caso de la recepción de Versos sencillos, los autores de acercamientos verdaderamente relevantes eran en su mayoría poetas.
3. Estos versos apotegmáticos encierran la misma idea que su famosa sentencia: “Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz” Carta al General Antonio Maceo, K.W, 15 de diciembre de 1893, Obras Completas, T. 2, p. 459 Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 1991.
4. En este curioso poema asistimos al trabajo de ridiculización del personaje que se presenta, logrado por la utilización contrastiva de la adjetivación organizada en definidos campos semánticos:
Pedro
bribón
Sangriento (sudor)
—adjetivación inusitada
torcido(oro)
descuidado
buen —en sentido irónico—
utilización despectiva
del diminutivo “monedilla”
que reclaman las manos
“húmedas” —otra cualidad que
degrada al comerciante en contraste
con el hablante lírico— del
barbero.
El hablante lírico
pensativo
febril
pálido
grave
solitaria(mesa)
triste
apretada (bolsa)
En el poema se contrasta su titánica misión con el sustantivo “lances”, en el sentido de “circunstancia” y “ocasión”, con lo cual él la califica. Esto contribuye también al logro de la fina ironía dolorosa en el poema que se ha logrado sobre la base de “cirugía, inserciones y amputaciones”.
5. Allí pueden leerse estos versos:
Y el aire hueco palpo y en el muro
Frío y desnudo el cuerpo vacilante
Apoyo, y en el cráneo estremecido
En agonía flota el pensamiento.
Para Martí, el sufrimiento enaltece; en su visión, es un sublime goce. Fijémonos que el pensamiento “flota” en la agonía, no se hunde en ella.  Aquí reconocerá el valor del sufrimiento, la hondura que reporta a su concepción sobre la vida del hombre. El sufrimiento emparentado a la belleza, léase: en el sufrimiento está contenida la belleza. Ya había pronunciado que la hermosura perfecta es el dolor. La unión de la belleza y el dolor había sido reconocida por Baudelaire cuando afirmó:
Yo no pretendo que la Alegría no pueda asociarse con la Belleza, pero digo que la Alegría es uno de sus adornos más vulgares, mientras que la Melancolía es, por decirlo así, su ilustre compañera, llegando hasta el extremo de no concebir (¿será mi cerebro un espejo embrujado?) un tipo de belleza donde no haya Dolor.
Charles Baudelaire. Diarios Intimos. Ediciones Coyoacán, 1997, México, p. 25.
“Desde otro ángulo, Polvo de alas de mariposa atestigua la recurrencia de temas y construcciones metafóricas predilectas de Martí. El formidable poema “Hierro” de Versos libres, hirsuto entre los hirsutos y violentos poemas de esta colección, tiene su contraparte remansada, pero igualmente estremecedora, en un madrigal:
El hierro, amigo mío
Se funde así, y el bondadoso herrero
Me iba a decir, ante las anchas tazas
Como se funde el hierro
Y yo que sufrí tanto
Ayer, posé en el yunque
Mi mano ya insegura, y dije al hombre
¡Yo sé como se funde
P.C, t. II, p. 194- 195
Luis Alvarez. “Pro Captu Lectoris: “Los Versos Mínimos de José Martí”. Cuadernos Patria, Año 2. N. 2, enero de 1989.
6.  El tratamiento de los temas de la muerte por hambre y de la impotencia ante el orden social injusto establecido aparece en el siguiente poema de Juan Clemente Zenea, considerado por su autor como una imitación, y también en el conocido texto “El Padre Suizo”:
Poema XXII
Poder del arpa
Salió el padre muy temprano
A buscar pan a sus hijos,
Y vuelve al morir el día
Muriendo de angustia y frío.
-¿Danos pan! Tenemos hambre!
– Claman al verlo los niños!
-¡Danos pan, que ya es de noche!
¡Danos el pan que has traído¡
Inclina el padre la frente
Y se sienta pensativo,
Y en torno suyo se agrupan
Sus tiernos y hermosos hijos
¡Dadme el arpa – dice entonces;
Y traen el arpa los niños.
Y él arranca de sus cuerdas,
Maravillosos sonidos.
Y no se acuerdan del hambre,
Y bailan los pobrecitos,
Y del baile fatigados
 Se quedan todos dormidos.
¡Dios mío! – murmura el padre;
¡ved mis hijos! , ¡ved mis hijos!
¡Y no abrieron más los ojos
Aquellos hermosos niños?
Juan Clemente Zenea
Poesía. Ed. Letras Cubanas, 1989, p. 154.
7. De “las incompletas y en ocasiones deterioradas colecciones de publicaciones periódicas newyorquinas en lengua española […] que se conservan en las hemerotecas y archivos habaneros” proviene el poema Un Socialista Hambriento —publicado en Museo de las Familias. (New York) V. I, n. 5, 15 de diciembre de 1872, p.74—, de Rafael María de Mendive, encontrado por el investigador Enrique López Mesa, quien lo adjunta como anexo a su valioso trabajo “Algunos aspectos culturales de la comunidad cubana de New York durante el siglo XIX”. Dicho texto fue recibido con gran interés por parte de los investigadores martianos que leyeron el ensayo de López Mesa, viendo en aquel un posible antecedente del gran poema de Versos libres “Amor de Ciudad Grande”:
Un Socialista Hambriento
-¡Inmundo Nueva York, maldito seas
Maldita tu opulencia fementida
Becerro de oro, que haces de la vida
Un mercado de carne sin ideas!
Muy pronto querrá Júpiter que veas
Tu espléndida existencia convertida
En un lago de sangre corrompida
Al pálido fulgor de horribles teas!
Sodoma de la América, y enjambre
De todas las humanas cobardías;
Tu cinismo horripila, y da calambre!
-¿Qué te hice para tales profecías …?
-¡Calla, bestia! No ves que muero de hambre,
Y todas tus riquezas no son mías?
Esta materialidad que roe hasta los huesos de los que viven en la gran ciudad, reflejada en el soneto, es también descrita por Martí en el poema aquí aludido. La descripción, un tanto expresionista, tiene algo afín al texto de Martí en sus caracterizaciones antitéticas que muestran al mismo tiempo esencia y apariencia:
Mendive
Becerro de oro, que haces de la vida
Un mercado de carne sin ideas!
Muy pronto querrá Júpiter que veas
Tu espléndida existencia convertida
En un lago de sangre corrompida
Al pálido fulgor de horribles teas.
Martí
[…] Si los pechos
Se rompen de los hombres, y las carnes
Rotas por tierra ruedan, no han de verse
Dentro más que frutillas estrujadas!
No son los cuerpos ya sino desechos,
Y fosos y jirones!
La mirada que deslinda, de un golpe de agudeza e intención, apariencia y esencia del fenómeno de la gran ciudad, está tanto en esas estrofas de Mendive, como en estas de Martí:
[…] ¿Qué es lo que falta
Que la ventura falta? Como liebre
Azorada, el espíritu se esconde,-
Trémula huyendo al cazador que ríe,
Cual en soto selvoso, en nuestro pecho;
Y el Deseo, de brazo de la Fiebre,
Cual rico cazador recorre el soto.
¡Me espanta la ciudad1 Toda está llena
De copas por vaciar, o huecas copas?
Pero el enjuiciamiento de Mendive del Socialismo y el socialista – quien se erige en personaje literario dentro del soneto- es algo aparte, los juzga como ambiciosos y miserables, y ese parece ser, en fin de cuentas, el tema principal del poema del maestro de Martí. Por otra parte las sinuosas conexiones entre la degradación del espíritu humano y la vida de la gran ciudad, tratadas por Martí en el poema ya habían sido advertidas por Baudelaire:
¡Hay algo más absurdo que el Progreso, puesto que el hombre, como lo demuestra la vida diaria, es siempre semejante e igual al hombre, es decir, siempre está en estado salvage? ¿Qué son los peligros del bosque y del campo comparados a los choques y conflictos diarios de la civilización! Aun cuando el hombre arme su trampa en el bulevar o traspase su caza en los bosques desconocidos, ¿no sigue siendo acaso el hombre eterno, es decir, el más perfecto animal de presa?
Ver Diarios Íntimos. Ediciones Coyoacán, 1999, México, p. 32.
8. Curiosamente aparece en este texto la misma idea que en “Yugo y Estrella”: el yugo fijando la estrella, la luminosidad, la virtud: “Los que no ostentan en la frente honrada / Ese cinto de luz que el yugo funde”. Asumir el yugo de llevar la estrella. En “Yugo y Estrella” un símbolo entra en el otro para irradiar semantizaciones nuevas.
Nos cautiva ver la huella multiforme del pensamiento de Martí, regando el mismo fuego aquí y allá. Obsérvese la coincidencia entre el siguiente fragmento de “Banquete de Tiranos” y la idea que se adjunta posteriormente que procede de “Tres Héroes”, La Edad de Oro:
Los que se aman a sí: los que la  augusta
Razón a su avaricia y gula ponen:
Los que no ostentan en la frente honrada
Ese cinto de luz que el yugo funde
Como el inmenso sol en ascuas quiebra
Los astros que a su seno se abalanzan:
Los que no llevan del decoro humano
Ornado el sano pecho: los menores
Y segundones de la vida, sólo
A su goce ruin y medio atentos
Y no al concierto universal.
P.C, T. I, p. 106
“Hay hombres que viven contentos aunque vivan sin decoro. Hay otros que proceden como en agonía cuando ven que los hombres viven sin decoro a su alrededor. En el mundo ha de haber cierta cantidad  de decoro como ha de haber cierta cantidad de luz. Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres.”
O.C, T. 18, p. 305, Editorial de Ciencias Sociales, 1992.
9. Este magnífico poema recrea un motivo muy transitado por la poesía, por la gran poesía: la alabanza de la noche. El tema de la noche tiene un fuerte precedente en la poesía romántica pues “al romanticismo […] le gusta lo que sorprende o asombra por su grandeza, lo que da la impresión de infinito […] Más nuevos y más especiales para los románticos eran los paisajes eróticos o cuando menos extrañas o sorprendentes por su grandeza,  su originalidad o por la admiración o el terror que inspiraban. Más que tales aspectos sorprendentes, los poetas románticos sobresalen en descripciones de espectáculos grandes, pero de apariencia sencilla que la costumbre de verlos continuamente convierten en indiferentes para la mayoría de los hombres: ante todo, el cielo con sus brumas […], la nocturna bóveda  inundada por la claridad de la Luna o centelleante de los luceros. Tieck y Novalis evocan la noche con predilección. Lamartine, especialmente a partir de las Armonías, multiplica las impresiones de la noche serena, como si su alma se lanzara a los espacios celestes y se hundiera con éxtasis ene el mundo sideral. ( ver Paul Van Tieghen. El romanticismo en la Literatura Europea. Editorial Hispano Americana, 1955, p. 230 y 326).
En el poema  de Martí la noche es el espacio propicio para el nacimiento de la poesía, por eso la llama “noche amiga”, igual que al verso, en esto noche y verso se equiparan. Asumir la noche como el espacio de la escritura – recuérdese la profunda conciencia que sobre este fenómeno desarrolla la poesía de Martí – y como emblema de la patria parecen más ganancias del estilo poético martiano, que herencias recibidas a través del canon epocal. No obstante el poema “La Bella Lectora” de José Jacinto Milanés, de alabanza nocturna es, quizá, uno de los pocos anteriores a Martí donde se relaciona la literatura con la noche:
Una noche lloviznosa
Me place, Micaela
Discreta como hermosa,
Verte junto a la vela
Leer con voz sonora
 casta y pura novela.
Tu voz encantadora
Hace vivo y palpable
Cuanto el libro atesora;
Y en magia inexplicable
Tú o el autor se ignora
quien luzca más amable.
Y mientras la ventana
Forma, al cruzar la brisa,
Un son de queja vana,
Y trémula, indecisa,
La luz  juega y ondea
Dentro de la guarda – brisa,
En corro te rodea
Tu familia amorosa,
Y en descubrir se emplea
Con atención ansiosa
El fin que se clarea
De la novela hermosa.
José Jacinto Milanés. Antología Lírica. Biblioteca Básica de Literatura Cubana, Editorial Arte Literatura, La Habana, 1975, p. 69 – 70.
Cintio Vitier afirma que en este poema “es la primera vez que aparece en nuestra poesía lo que llamamos el rasgo del sobrepasamiento. El poema, de pronto, se sale de sus bordes previsibles y se lanza a un espacio descomunal, inesperado. Esa súbita visión de Milanés – los gritos de la Noche alabando a la Doncella – es como el relámpago mayor donde su latente locura y su videncia poética logran fundirse en un extraño instante”. Lo Cubano en la poesía, Instituto Cubano del Libro, p. 120, La Habana, 1970.
Osmar Sánchez afirma que en cuanto “a la asociación entre la noche y la escritura, numerosísimos son los ejemplos de la relación entre ellos que se hallan en la producción” de Martí. ”Ejemplar por rotunda, es la explicación dada en el poema “Hierro”: […] las oscuras / Tardes me atraen, cual si mi patria fuera / La dilatada sombra” […] En el texto prosístico que se ha considerado prólogo de “Flores del Destierro”, el autor reconoce como “únicas horas mías” precisamente las de la noche. Y en el caudal de sus cartas sobresale este ejemplo: “La poesía, como los lirios de San Juan, necesita de la noche para exhalar entera su fragancia”. (O.C., T. 22, p. 225). Por el reverso de esa relación entre noche y escritura es intuible la desfavorecida situación del poeta y su producción correspondiente en el total de la actividad martiana. Ver “Las “Patrias del poeta. Catorce notas sobre fronteras y un estudio ( a propósito de los Versos libres de José Martí)” Anuario del Centro de Estudios Martianos, n, 21,1998, p. 64.
10. Este excelente texto es una imagen de la vida de Martí. El poema es a un tiempo una despedida, una asunción, una certeza, una concepción del mundo. El verso: “El universo / Habla mejor que el hombre” destacado por Octavio Paz, como emblema de todo lo que pudo expresar el modernismo a través de la analogía, cobra sentido, gran sentido, al leer todo el poemario y ver su recurrente insistencia en la idea de que un paisaje espiritual puede ser explicado con precisión y riqueza a través de un paisaje natural y viceversa, y halla algunas de sus variantes más atendibles en:
[…] el hombre pasa
Y queda el Universo: […]
De la fealdad del hombre a la belleza
Del universo asciendo
“Marzo”, P.C, T. I, p. 132
Yo pronuncio
Pronta a nacer una inmortal poesía[…]
Se amasará[…]
[…] de las entrañas exploradas del Universo.
“Siempre que hundo la mente en libros graves”
P.C, T.I, p. 136
“[…] ¡Cobarde y ciego
Quien del mundo magnífico murmura!
“Antes de trabajar”, T. I, p. 126
Estas ideas nunca soslayan al hombre, sino que lo colocan como un elemento consustancial de ese mundo y a la altura a al nivel de dichos elementos.
11. Este poema, que recrea el eje alto / bajo, propio de la poesía romántica, exhibe una imagen fuerte, muy parecida a otra de “Yugo y Estrella”:
[Con Letras de Astros…]
Abalánzase, apriétanse, recógense
Ante él en negra tropa, toda suerte
De fieras, anca el viento y boca juntas
En una inmensa boca, . y en bordado
Plato de oro bruñido y perlas finas
Su corazón el bardo les ofrece.
“Yugo y Estrella”
Cuando, para manjar de la sangrienta
Fiesta humana, sacó contento y grave
Su propio corazón: cuando a los vientos
De Norte y Sur virtió su voz sagrada.
Únense en estas dos imágenes la dación suprema del poeta y el apóstol. El joven bello, pálido y sombrío que es el poeta en el texto “[Con Letras de Astros…] y que grabar querría en el espacio todo el horror que ha visto, surge “Como estrella apagada”. Esta imagen recuerda la siguiente estrofa de Versos sencillos:
Yo he puesto la mano osada,
De horror y júbilo yerta,
Sobre la estrella apagada
Que cayó frente a mi puerta.
Estamos nuevamente en presencia de lo ascensional que vuelve a ser terrestre, lo terrestre que atesora lo ascensional como virtud raída. Luego del ascenso, hay un descenso sacrificial.
12. Juana de Ibarbouru. “La poesía de Martí”, en Memorias de Congreso de Escritores Martianos, Publicación de la Comisión Nacional Organizadora de Actos y Ediciones del Centenario y Monumento a Martí, La Habana, 1953, p. 634.
13. Gottfried Benn. El yo moderno. Editorial Pre- Textos, 1999. Valencia, p. 178 – 179.