El tiempo para escribir, para que las ideas se transformen en párrafos, cada vez se me reduce más, entre apagón y apagón. Será por eso que siempre ando buscando la luz. Esa es justamente la médula de la fotografía, que ha tenido en Santiago de Cuba un julio espectacular. Los 510 años de la fundación de la villa han sido un pretexto  —feliz pretexto— para la apoteosis.

La insistencia en hacer estas líneas que ceden pronto espacio a las imágenes, toma como bandera aquella certeza de nuestra Premio Cervantes, Dulce María Loynaz, de que “la cultura sigue… y es a ella a quien debemos servir; la hora difícil no excusa el cumplimiento de este deber a los llamados a hacerlo”. Apostaré al lector para que este descubra, sin demasiada intermediación, el gesto aprehendido en el instante decisivo, el detalle que el lente nos devela (revela), la luz inusitada, la sombra guarnecida en el misterio, las manos en la destreza y en la plenitud.

La curaduría y el diseño de ambas propuestas han sido obra de la Historiadora del Arte y crítica, Luisa María Ramírez Moreira y de la infatigable Belice Blanco Garcés, presidenta del Club Fotográfico de Santiago de Cuba Tomás Padró. Lleva toda razón esta última cuando convoca a todos los artistas del lente, de la luz, al deber de testimoniar estos tiempos.

Santiago cuenta

Santiago cuenta es el nombre escogido para la expo colectiva inaugurada una tarde de la mitad de este sofocante julio en el Centro Cultural Claret, que exhibe obras de una veintena de miembros del Club Fotográfico de Santiago de Cuba Tomás Padró, fundado el 20 de mayo de 2023. Deudor de una larga tradición de esta manifestación en la urbe oriental, el Club ha declarado que su expreso propósito es “contribuir al discernimiento y promoción de la fotografía” en la ciudad.

“Andros Daniel Montoya Herrera (Andros_Ide) afirma que requirió dos centenares de disparos y más hasta atrapar el ave en pleno vuelo con un tesoro en su pico”.

El Club agrupa a artistas de diferentes edades, tendencias y experiencias, lo que permite acercarse a un amplio abanico de miradas, como las aquí mostradas. Apenas unos ejemplos: Andros Daniel Montoya Herrera (Andros_Ide) afirma que requirió dos centenares de disparos y más hasta atrapar el ave en pleno vuelo con un tesoro en su pico. Diego César Cruz Alfaro (10go_cruz) cuenta que fue a parar al malecón santiaguero con otros fotógrafos y, ojo entrenado al fin, inmediatamente divisó la imagen que salía a su encuentro: un hombre solitario pescando y el excelente encuadre con el árbol, una escena de paz.   

Diego César Cruz Alfaro (10go_cruz) divisó la imagen que salía a su encuentro en el malecón santiaguero.

Ana María Lora (Anita Lors) siempre quiso atrapar el fuego de la Fiesta del Fuego (Festival del Caribe) y nunca desistió hasta lograrlo, hasta encontrar el lente adecuado, el ángulo justo.

Ana María Lora (Anita Lors) quiso atrapar el fuego de la Fiesta del Fuego.

Rubén Aja Garí, nos devuelve al ángel de la Catedral en una composición de puro arte. Renato Arza, artista de la radio, demuestra agudeza en su nueva pasión.

Rubén Aja Garí y el ángel de la Catedral en una composición de puro arte”.

Entró al cementerio de Santa Ifigenia a homenajear a su madre fallecida. La sobrecogedora hermosura de la escultura funeraria y la cámara hicieron lo suyo, hasta posarse en una niña pétrea, descabezada, en un rostro esquivo…

Renato Arza y la sobrecogedora hermosura de la escultura funeraria. Foto de Renato Arza

La callada grandeza

El Centro Cultural Francisco Prat Puig vive un acontecimiento con la exposición La callada grandeza de la maestra Belice Blanco Garcés y de Luis Enrique Pérez Hechavarría, caricaturista, diseñador y animador. Vicente González Díaz, fotógrafo y director del Centro Regional de Gestión y Manejo del Patrimonio Natural y Cultural Subacuático (Cubasub), es artista invitado. La dedicatoria abarca no solo a la ciudad, sino también al narrador oral del barrio de San Pedrito, Pedro Ángel Ramiro Cabrera (Ramirito) y al compositor Enrique Bonne, ambos recientemente desaparecidos.

“Los caminos de Wilfredo” (Tríptico). Fotos: De Belice Blanco Garcés

La callada grandeza ha hurgado en los antiguos trillos, en los saberes ancestrales, en la sangre y en las lágrimas. Ha revelado los ríos subterráneos, los afluentes que nos habitan, el arma sin mella de la persistencia, la callada grandeza de las cosas simples.

Del tríptico “Los hilos de Xiomara”. Foto: Belice Blanco Garcés

La Doctora Olga Portuondo Zúniga, Historiadora de Santiago de Cuba, Premio Nacional de Ciencias Sociales, afirmó de estas once personalidades, devenidos protagonistas de esta acción, “son seres felices (…) no demandan mucho más que transmitir el tesoro de su saber individual, porque cada uno conforma la personalidad del santiaguero, y a su vez contribuyen a la definición del cubano y de la humanidad.”

Berta, La Pregonera Mayor. Foto: Jesús Vicente González Díaz

La callada grandeza es un proyecto multimedial con el comunicador Dayron Chang Arranz como artífice que arrojó, además de esta muestra expositiva, un libro, un programa de radio, una serie documental y otra de animación, así como una página web. Por supuesto, la investigación que ha conllevado todo, hubiera sido imposible sin el respaldo de metodólogos y especialistas del sistema de Casas de Cultura y de la Dirección Municipal de Cultura en el territorio

La mano talentosa de Luis Enrique Pérez Hechavarría en el humor gráfico y la animación.

La corneta china nos invita, nos presenta a creadores populares convertidos en instituciones en sus respectivos desempeños: la narración oral, la artesanía, la vinicultura, las manualidades, la música…que han sido galardonados con el Premio Memoria Viva. Así entramos. Lo singular, lo estimulante, lo grande de esta oportunidad, es que muchos de los fotografiados estuvieron en la propia exposición, mirándose, mirándonos. Es Cuba que nos contempla orgullosa.

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