Distancias conectadas: Se siente en el alma y habla al corazón
30/6/2020
Para quienes experimentamos el convulsionado tiempo presente que nos ha tocado vivir, francamente resulta difícil imaginarnos como seremos vistos en el transcurso de los siglos. Obvio, el brote del Covid-19, mortal virus convertido en pandemia que afecta al planeta en toda su dimensión, ha dejado una profunda huella en los límites mismos de la supervivencia como especie de la raza humana. Y por tal razón, seremos estudiados e investigados con idéntico interés al que despiertan en nosotros los descubrimientos arqueológicos de la milenaria cultura egipcia, del mismo modo que los relacionados con los antiguos mayas.
Muchos se asombrarán de cómo, en una época donde los contagiados por el virus se cuentan por millones y los decesos por decenas de miles en todo el mundo, se distingue como excepción una pequeña isla en el Mar Caribe debido a los bajos índices de afectados entre su población. Entonces llegarán a sabias conclusiones acerca de los altos niveles de seguridad y de confianza, que primaron entre los habitantes de la isla de Cuba, por las gestiones pertinentes del Estado para salvaguardar la salud del pueblo.
Mientras que, en la mayoría de los países, el cuestionamiento personal de cada quien acerca de su derecho a existir es puesto en crisis como parte de la angustiosa realidad de la pandemia, estos investigadores desde el futuro podrán obtener demostraciones que marcaron la diferencia entre lo que pasó en Cuba y el resto del mundo. A través de sitios digitales de nuestra nación, enriquecerán sus perspectivas conociendo cómo actuaron varios exponentes cubanos de la plástica, en estos tiempos difíciles, a partir de la exposición online Distancias Conectadas.
Organizada por el joven artista Sándor González Vilar, dicha exposición virtual, con la obra de diez relevantes personalidades de la cultura cubana contemporánea, constituye la respuesta inteligente a la imprescindible necesidad de mantener las galerías cerradas para evitar así el contagio entre los visitantes, pero sin dejar de comunicar la impronta sanadora del arte. En tal sentido, comprobarán que Distancias Conectadas representó una oportuna apropiación de las redes para que el usuario, tanto por Facebook como por Instagram, pudiera tener a su disposición significativas piezas de un Alexis Leyva Machado “Kcho”, marcadas por el clásico leit motiv de sus botes. Mientras que en otras encontraremos los seres marinos de Juan Carlos Pérez Balseiro o el aliento medieval de los retratos de Eduardo Abela y el dramático expresionismo de Jorge Saenz. Ninguno de estos descubridores en los tiempos por venir, podrá llegar a la conclusión que Distancias Conectadas significó el resultado de una sumatoria ocasional de pintores cubanos, por el acusado rigor de curaduría en cada obra seleccionada para la muestra. Ahí está dignificada la huella del maestro de la colagrafía, Eduardo Roca “Choco”; la singularísima percepción de las calles de nuestra capital por Luis E. Camejo, el revitalizado abstraccionismo de Andy Rivero y la inspiradora elegancia de la pintura de Enrique Wong.
En todo caso, como dice Ernesto Rancaño, autor de magnificas fotografías intervenidas, semejante exposición “…es una carga de nobleza para unas redes desbordadas de violencia y de banalidad. Es, además una oportunidad de abrazarnos los hermanos desde la distancia.” Al propio Sándor González, el hacedor de emblemáticos cuadros titulados “Mi bandera” y “Mi escudo”, corresponde sellar este sentimiento colectivo de pintores cubanos en los días de la Covid-19. Sencillamente, por su empeño en convocar la exposición virtual Distancias Conectadas, ha logrado recrear una inesperada poesía visual que se siente en el alma y habla al corazón.