Como parte de las Olimpiadas, se estableció una modalidad competitiva entre dos entidades estatales. Para ello, se logró el autorizo correspondiente, con firmas, cuños y avales. Se señala que muchas mipymes quisieron participar en el certamen, pero luego de varias discusiones, la idea fue rechazada, ya que no hubo consenso entre los más altos niveles. Muchos organismos se presentaron a la competencia, pero al final, quedaron dos instituciones, cuya representatividad resultó claramente establecida, por ser ambas muy visitadas por la población general, y porque según encuestas e investigaciones de pre y de posgrado, se necesitaba conocer con exactitud cuál de las dos generaba mayores disgustos. Otro elemento que se valoró fue la importancia de la sustitución de importaciones, como explicó Brígida Sepúlveda, la directora del COP o Comité Olímpico Peculiar. Dijo alto y claro: “Debemos promover y cumplir como objetivo estratégico el disgusto autóctono, puramente nacional, lo cual representaría un ahorro considerable, ya que disgustarse por cuestiones geográficamente distantes resulta costoso. Para lograr dicho objetivo, hay que evaluar cuál entidad es capaz de generar no solo mayor contrariedad, sino sistematicidad, constancia, un perseverar que la distinga”.
Fue así que se dio inicio a la competencia entre la Oficoda y El Banco, sin distinción de municipio ni consejo popular. De hecho, ambas competidoras eran de diferentes zonas, como una forma más de demostrar el carácter no territorial del funcionamiento de dichos organismos. La compañera Brígida, luego de verificar ausencia de chantajes, prebendas y promesas, equivalentes al chequeo de dopaje al que son sometidos los deportistas, declaró inaugurada la competencia.
La Oficoda se presentó luciendo un atuendo típico, consistente en un pañuelo multicolor anudado en la frente, el ropaje de agosto llamado “bajichupa” o tope, sandalias de cuando tuvo su mejor momento de esplendor la feria de los artesanos de la Plaza de la Catedral, y con el rostro muy levemente maquillado, en contraste con el estridente acrílico en las uñas, cuyo largo y brillo eran el único aditamento que compartía con la representante de El Banco. Esta mujer, por su parte, portaba el uniforme característico de las unidades bancarias, de chaqueta remangada hasta los codos, saya dos tallas menos que la requerida, medias caladas y zapatos de tacón bajo. Mientras la mujer Oficoda llevaba un mocho de lápiz bicolor en la oreja derecha, la mujer Banco portaba un bolígrafo cuya tinta solo alcanzaba para dos firmas más, el cual pendía de un cordón enroscado. La compañera Brígida comenzó el interrogatorio, una vez presentado el jurado, integrado por un estudiante de secundaria básica, una jubilada mayor de setenta años, y el hijo de una excondesa de El Vedado que solicitó el anonimato.
El debate entre las contrincantes fue duro, según la reseña que apareció en el sitio web del COP o Comité Olímpico Peculiar, pero para no causar ansiedad entre los lectores u oyentes, adelantamos el resultado, si bien detallaremos algunos pormenores de tan peculiar cónclave. Resultó ganadora la mujer Banco, quien procedió a cambiar de inmediato su presea dorada por billetes en moneda nacional, declarando que ella sabía muy bien que luego valdría menos. La mujer Oficoda, por su parte, mandó a fraccionar su medalla de plata en diminutos fragmentos con los cuales se hizo una pulsera tintineante que causó envidia entre sus compañeras municipales.
Básicamente las preguntas se dirigían a profundizar cuál de las entidades representadas cumplía con mayor eficacia (y sistematicidad, insistió Brígida Sepúlveda a nombre del COP) el propósito de disgustar a la población general. La mujer Oficoda comenzó la exposición con argumentos sólidos: Su entidad mandaba a los fallecidos a darse de baja personalmente de la libreta de abastecimiento; eliminaba de los listados a ciudadanos que permanecían en el territorio, mientras declaraba como presentes a muchos emigrados; indicaba que se repartieran los frijoles de mayo en agosto, la leche de abril en junio , y el café, los tabacos y los fósforos de forma sorpresiva, y a través de una elaborada estrategia contribuían a evitar el sedentarismo de la población general mediante las repetidas visitas a las bodegas que debían realizar los habitantes de cada zona. Eso, además, añadió, facilitaba que los bodegueros no cayeran en depresiones por la soledad, ni en complejos de sentirse abandonados por los vecinos de toda la vida.
El colofón de su intervención, la joya de su corona, la guinda de su pastel fue cuando expresó con satisfacción de vencedora segura de sí, que ellos y ellas declaraban fallecidos a muchos compañeros que gozaban, si no de buena salud, al menos vivían, y con este detalle dicho de forma magistral quedó sellada la contribución que sin dudas llevaba a cabo la Oficoda para la sustitución de importaciones en cuanto a disgustos. La señora mayor del jurado sufrió una semiembolia al escuchar el final del texto que leyó la competidora, pero se alivió con una aspirina que le ofreció gratuitamente la compañera Brígida.
La señora Banco, segunda en hablar y primera en ganar, expuso con lentitud de operaria de ventanilla los elementos que finalmente la hicieron acreedora del tan anhelado oro de la competencia. Fueron muchos sus argumentos, de modo que resumiré los más llamativos: Tenemos dos formas de molestar, dijo, que aunque pertenecen a una misma dirección general, no discriminan a la población general, valga la redundancia. Una se nombra Bandec, y la otra Metropolitana. En una cobramos por hacerse tarjetas nuevas, en otra no. Una existe en todos los municipios, la otra no. En una damos a los clientes el contrato legal de su cuenta. En la otra, no. En líneas generales, sorprendemos a los ciudadanos con medidas, decretos y circulares que ni nosotros mismos sabemos explicar, como por ejemplo que si una cuenta fiscal no tiene movimiento en sesenta días, queda automáticamente inactiva. A pesar del descenso del poder adquisitivo de la moneda (continuó), hemos sido capaces de mantener inalterados los intereses que generan las cuentas bancarias, así como continuamos exigiendo que cada vez que el cliente retira dichos intereses, explique mediante una planilla que tiene varios acápites, el origen de dichos intereses aunque sepamos muy bien que somos nosotros quienes los estamos dando, y, algo muy importante (añadió), que nos cuente en qué piensa utilizar ese dinero, mediante otra planilla, que también tiene múltiples renglones. Nosotros decimos como un muñequito ruso que gritaba a todo pulmón “¡Quiero saberlo todo!”.
Por último, compañeros y compañeras del jurado, es mi deber expresarles que hemos alcanzado el non plus ultra del disgusto general en la población no solo dejando vacíos los cajeros automáticos, sino que automáticamente, limitamos la cantidad de efectivo que se puede retirar, de manera que si un cliente, por ejemplo, nos pide 20 000 pesos de su cuenta personal, nosotros solo le damos la mitad, y además, en billetes pequeños. La musculatura de nuestros clientes queda así garantizada porque deben cargar bolsas que pueden alcanzar varias libras de peso, y por si faltara algo, hemos reducido nuestros horarios de atención a la población, y eliminamos los sábados como días laborables.
El jurado de secundaria básica se retiró a patinar a mitad de la exposición de la competidora Banco, mientras que el hijo de la excondesa de El Vedado procedió a lanzar una cáscara de plátano al rostro de la compañera Brígida, justo en el momento en que esta decidía quién había ganado la competencia, habida cuenta el silencio sepulcral de los jueces. Para el próximo año, dijo la presidenta del certamen a modo de resumen, deben presentarse otras entidades, y debe ser más estricta la selección del jurado. Hasta aquí, el sumario que publicó el sitio web del COP, llamado www.cogetudisgustoaquí.com