Hace 329 años se creó en Cuba el Cuerpo de Bomberos y al propio tiempo se instituyó el 13 de noviembre como el día de quienes apagan incendios y, sobre todo, salvan vidas.

Precisamente y de manera muy merecida a estos hombres y mujeres que por su heroísmo, valentía y entrega a su riesgosa profesión personifican el altruismo más puro, les fue erigido el monumento más alto y majestuoso que existe en la Necrópolis Cristóbal Colón.

Está situado en un lugar preferencial, en la zona de monumentos de primera categoría, justo entre la entrada del principal camposanto cubano y la capilla central. Fue inaugurado el 24 de julio de 1897 y erigido a la memoria de los bomberos que perdieron la vida durante un incendio en la ferretería Isasi el 17 de mayo de 1890, convertida actualmente en museo, en el Centro Histórico de La Habana Vieja.

Rostros esculpidos de bomberos fallecidos en el incendio de la ferretería Isasi.

Los autores de este monumento, considerado la mayor expresión de majestuosidad y simbolismo de la Necrópolis de Colón, fueron el escultor Agustín Querol y el arquitecto Julio Zapata, ambos españoles. Una vez que lo idearon, los artistas se trasladaron a la ciudad de Génova, Italia, donde se concibieron la mayor cantidad de piezas que conforman la obra.

Figuras como las de los murciélagos de alas extendidas en las pilastras de la base del monumento aluden la muerte alevosa; le imprimen carácter epopéyico las ubicadas en cada uno de los cuatro ángulos: hacia el noreste está representada la abnegación, hacia el sureste el heroísmo, hacia los puntos noroeste y suroeste el dolor y el martirio.

“Figuras como las de los murciélagos de alas extendidas en las pilastras de la base del monumento aluden la muerte alevosa”.

En esta obra, que acapara la atención de visitantes nacionales y extranjeros, las esculturas de mujeres sentadas en actitudes diferentes y de espaldas a una pilastra que se eleva desde el mismo centro del panteón, decorada en lo alto con laurel, guirnaldas y encinas entrelazadas que significan la gloria y la fortaleza. En la cara de la pilastra que da a la avenida Cristóbal Colón pueden observarse varios trofeos y los escudos identitarios de Cuba y España, de La Habana y del Cuerpo de Bomberos.

Si bien por un lado el monumento resalta lo epopéyico de la acción, por el otro representa la inmortalidad, identificada en la estatua central del Ángel de la fe que conduce el alma de un bombero a la gloria. Magistral representación escultórica que da el nombre en latín de Heroum a esta excepcional obra, única de su tipo en Cuba. En su base, hay veintiocho medallones con los retratos en altorelieve de las víctimas de un incendio.

El monumento resalta lo epopéyico de la acción y representa la inmortalidad.

Perenne homenaje a esos hombres y mujeres que decidieron proteger vidas humanas a costa de su propia seguridad es el monumento de los bomberos en la Necrópolis Cristóbal Colón. La historia actual de nuestro país está permeada de momentos trascendentales como los protagonizados por los heroicos integrantes del Cuerpo de Bomberos.

Qué cubano podrá olvidar, por solo citar algunos ejemplos ocurridos en los últimos tiempos, la extraordinaria labor de los bomberos en el rescate de las víctimas del hotel Saratoga en La Habana o del accidente en la base de Super tanqueros en la provincia de Matanzas donde un incendio de proporciones inimaginables amenazaba con destruir una ciudad entera.

La incansable y titánica labor de los bomberos cubanos se ha hecho sentir igualmente en cada catástrofe natural, en cada huracán, en cada emergencia surgida en el país. Justo por las miles de vidas que han salvado, por el consuelo brindado a las víctimas de incendios, por su probada valentía y heroísmo son indiscutibles merecedores de un monumento tan alto y majestuoso como el que le rinde honores en la Necrópolis Cristóbal Colón. Y más todavía, el respeto y agradecimiento sincero y eterno de todos y cada uno de los cubanos.

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