Raúl Nogués y Juan Carlos Travieso entraron en la intimidad de Marta Valdés —no asidua a miradas indiscretas, alejada de focos y parafernalias, y celosa de un portentoso mundo interior que aflora, en cambio, en la letra de sus canciones— como se llega a alguien que uno admira mucho: preocupados por mostrarnos la dimensión artística y también humana de una de las figuras emblemáticas no solo del movimiento musical conocido como feeling, sino de la música cubana y de la cultura del país en que nació en 1934.

Marta Valdés, soberana del tiempo (Travesuras Filmes, 2024) es un documental necesario no solo porque nos trae a Marta en primera persona, sino porque está filmado desde la honestidad de sus realizadores y desde la sinceridad de una admiración que no oculta y que, en cambio, potencia con la incorporación de entrevistas que realzan, precisamente, la amistad, el valor y los aportes a la cultura nacional de la autora de “Palabras” y “Sin ir más lejos”. ¿Cómo atrapar un universo creativo —complejo y rico en influencias y amplitudes, en reminiscencias de su pensamiento— como el de Marta Valdés?

“No era tarea fácil la que, desde el guion, se propusieron Nogués y Rey Montalvo”.

No era tarea fácil la que, desde el guion, se propusieron Nogués y Rey Montalvo, sobre todo por el manejo de un cúmulo de materiales importantes que testimonian una vida larga y fecunda en experiencias, y que conllevaban al desglose de qué contar y cómo hacerlo.

Ante ello intentaron mostrar el “universo inmediato” de la compositora, logrando que el hogar —sin una Marta reciente en cámara, pues la escuchamos en grabación en off, realizada poco antes de su fallecimiento el 3 de octubre de 2024, como una presencia omnisciente que nos continúa dando lecciones de vida— fuera un cómplice más, permitiéndole a la cámara, que no es intrusa, desplazarse por su cotidianidad y aportar una sensibilidad tan importante como un testimonio o una fotografía. Cada objeto —su sillón, que le acompañó en varias presentaciones, obras de arte, pequeñas artesanías— es un espejo tan valioso que abre las puertas no solo a la casa, sino al mundo íntimo conformado por las “pequeñas cosas” de la cotidianidad sentimental y afectiva de Marta Valdés.

El documental se complementa con entrevistas que subrayan la admiración hacia Marta.

El documental —dividido en bloques temáticos que se “ensamblan” coherentemente y de manera cronológica, para hacernos partícipes de una vida y una obra— se complementa con entrevistas que, como comenté, subrayan la admiración hacia Marta, rasgos de su personalidad, aportes de su música y la influencias en las siguientes generaciones de artistas que no dejan de reconocer lo complejo del universo armónico y de sus composiciones. Los entrevistados son los músicos Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Miriam Ramos, Gema Corredera, Ivette Cepeda, Leonardo García, Haydée Milanés, Lázaro Horta y Dayron Ortiz. Y los escritores Roberto Fernández Retamar, Laidi Fernández de Juan, Arístides Vega Chapú y Alfredo Zaldívar (importante es su relación con la ciudad de Matanzas, que le brindó en un momento de su carrera una esperanza y un retornar. Y uno de sus sellos, Ediciones Matanzas, publicó varios de sus libros).

Algunas de las entrevistas fueron realizadas con anterioridad y retomadas —es algo que se nota— para el documental que nació de una primera conversación sobre Elena Burke que Nogués le solicitó y, como hemos visto, de una amistad. Marta incluso, ha dicho Raúl Nogués, casi fue una especie de co-directora, con una participación más directa que la de otro entrevistado, porque a fin de cuentas, es su documental, el documental de y sobre Marta Valdés por el que ella, además de sus canciones y su obra literaria, quiso ser recordada. Además de las entrevistas, las valiosas fotografías de archivo, donde vemos a la compositora junto a importantes músicos cubanos y foráneos, así como grabaciones del programa Feeling dirigido por Ana María Rabasa, complementan un discurso que resulta “un canto al agradecimiento”, pues, como ha comentado Nogués, “refleja la esencia de lo que es y de lo que significa Marta Valdés para la cultura cubana”.

“(…) el valor testimonial termina siendo, sin demeritar lo demás, lo más importante”. Imagen: La Jiribilla

Marta Valdés, soberana del tiempo es —como he referido el colega Pedro R. Noa Romero— un material que “documenta la memoria, muestra la labor de alguien o recrean un acontecimiento sin descollar en el sentido artístico”. Aquí el valor testimonial termina siendo, sin demeritar lo demás, lo más importante. Y más cuando uno piensa que Marta Valdés “no tenía” un documental en un país, dada su variedad de géneros y ritmos, con una producción frecuente sobre el tema. En esto se relaciona, por ejemplo y solo revisitando el presente siglo, por el abordaje de músicos, a materiales recientes como Brouwer. El origen de la sombra (2019) de Katherine T. Gavilán y Lisandra López Fabé); Con todo mi amor, Rita (2000) de Rebeca Chávez; Renacer (2012) de Marta Sánchez y Raúl Isidrón, sobre Frank Fernández; Omara: Cuba (2015) de Lester Hamlet, dedicado a la novia del feeling; Chucho Valdés… El niño que lleva dentro (2018) de Ángel Alderete; Los últimos días de Benny Moré (2019) de Damián Pérez Téllez; Bola de Nieve (2003) de José Sánchez-Montes; El gran Fellove (2020) del actor y director Matt Dillon, sobre el compositor y cantante Francisco Fellove y el reciente Oriki para Bola de Nieve (2023) de Lourdes de los Santos, que ganó el Premio Cubadisco 2025 en el apartado Audiovisual, donde estuvo nominado esta producción de Nogués y Travieso; entre muchos otros documentales sobre agrupaciones, ritmos, procesos y momentos importantes de nuestra música, realizados en el país o fuera de sus fronteras.

“Sus realizadores nos la muestran ‘soberana del tiempo’ y ese acto de fe y justicia desde el audiovisual alimenta con virtud el cuerpo identitario y espiritual de la Nación”.

Portador de una carga emotiva, sin que roce el sentimentalismo pero consciente del “efectismo” que porta, sobre todo para los que conocemos y admiramos la música de Marta Valdés, el documental tuvo su estreno en enero en el XXIX Festival Longina en Santa Clara y participó en el Festival Internacional de Cine de Gibara y en el evento Cámara Azul en las holguineras Romerías de Mayo, espacios donde tuve la oportunidad de verlo.

Disfrutarlo es acercarnos —y esto hay que agradecercelo, más allá de una posible contención en busca de síntesis— a un legado que nos insiste en la música y en la búsqueda, a pesar de los multiples obstáculos, de la belleza. Una de las autoras más importantes del feeling —junto a Ella O´Farrill—, la compositora de piezas de Teatro Estudio y la exigente pero querible voz, tierna en su hondura poética y vivencial, se nos ofrece de otra manera y lo hace desde la sinceridad de quien sabe que deja, en ese acto, parte del legado de una vida. El mayor valor —concuerdo en ello con Travieso, quien realizó su fotografía y edición— es haber logrado registrar el testimonio de Marta Valdés. Sus realizadores nos la muestran “soberana del tiempo” y ese acto de fe y justicia desde el audiovisual alimenta con virtud el cuerpo identitario y espiritual de la Nación.