La Galería La Nave, perteneciente a Génesis Galería, acoge la exposición Estéticos Integrados de Damián Pozo, una propuesta que cuestiona los cánones visuales y conceptuales impuestos al arte actual. La muestra, resultado de su tesis de graduación del Instituto Superior de Arte de Cuba, es un recorrido crítico por las normas que condicionan la creación artística, explorando la tensión entre lo auténtico y lo serializado. Pequeñas figuras de biscuit colocadas en el piso de La Nave guían al público por una exposición que repiensa la realidad del arte contemporáneo.

Pozo desglosa su investigación en tres fases: sometimiento, adaptación y manipulación, representadas simbólicamente en “El laberinto”, una instalación de yeso industrial donde piezas repetitivas en patrones de tres evocan la homogenización del arte. Esta obra funciona como metáfora central: los sistemas culturales imponen fórmulas que, al repetirse, diluyen la conciencia artística.

“Damián Pozo no solo exhibe obras, sino que despliega un manifiesto visual sobre las tensiones del arte contemporáneo”.

Por su parte, la serie Juego de la herradura (óleo sobre lienzo) y el video Cómo hacer arte contemporáneo en 5 minutos ironizan sobre la masificación de lo “instagrameable” en detrimento del contenido. “De mitos y leyendas, en cambio, propone un equilibrio entre producción serial y autenticidad y destaca a la hibridación como estrategia de supervivencia en el mercado del que un artista, por supuesto, no se puede enajenar.

Meira Marrero Díaz, tutora de Pozo en esta investigación de pregrado, destaca la coherencia de la muestra: “Integra estética y técnicamente el TODO”, desde la pintura tradicional hasta formatos como el site specific y el videoarte. Los títulos, deliberadamente ambiguos, invitan a una lectura personal y resuenan con la idea del artista internacional multimedia Antoni Muntadas: “La percepción requiere involucramiento”.

“La estandarización no es el enemigo; el peligro es olvidar que podemos subvertirla”.

Y en ese propósito de no enajenarse de la realidad, la tesis de Pozo culmina con un llamado a resistir la manipulación sin renunciar al diálogo con el sistema. Su obra no rechaza lo popular, sino que lo interroga, buscando una armonía entre creación y producción. Como apunta Marrero, la exposición es un “convite a descubrir”, donde lo lúdico y lo crítico coexisten, recordándonos que el arte, incluso bajo presiones, puede emerger desde el polvo y la luz.

Damián Pozo no solo exhibe obras, sino que despliega un manifiesto visual sobre las tensiones del arte contemporáneo. “El laberinto no es solo una instalación, es la trampa en la que caemos al producir bajo reglas ajenas”, explica. Las piezas de yeso, deterioradas progresivamente, simbolizan “la erosión de la autenticidad cuando el artista prioriza el like sobre el concepto”. Su video Cómo hacer arte contemporáneo en 5 minutos es una sátira mordaz: “Es el tutorial de la banalización, donde lo ‘contemporáneo’ se reduce a un algoritmo de colores y formas vacías”.

Pozo insiste en que “la libertad está en elegir cómo navegar el laberinto”.

Para Pozo, la serie Juego de la herradura encarna la paradoja de la adaptación: “Son pinturas que imitan códigos de éxito comercial, pero llevan dentro grietas, pequeñas rebeliones, que delatan la mano del artista”. Y es ahí donde radica su tesis: “La estandarización no es el enemigo; el peligro es olvidar que podemos subvertirla”.

Marrero Díaz destaca cómo Estéticos Integrados trasciende lo anecdótico: “Es un tarot visual donde cada pieza revela capas de historia personal y colectiva”.

La exposición es un “convite a descubrir”, donde lo lúdico y lo crítico coexisten, apunta Meira Marrero.

Compara la muestra con “un iceberg pop: superficies vibrantes que esconden críticas al fast art”, y celebra su “multidisciplinariedad como acto de resistencia”.

“Damián no rechaza lo serial; lo usa como espejo. Sus obras son imanes porque atraen tanto al espectador casual como al que busca descifrar el código”, añade. Sobre el guiño al pop art agrega: “Es un homenaje y una denuncia. Koons hablaba de entusiasmo, pero Pozo nos recuerda que el arte verdadero también exige despertar”. La instalación, para ella, “es un mapa del viaje artístico: desde el polvo del yeso—lo primigenio—hasta la luz artificial del video—lo efímero”.

Pozo insiste en que “la libertad está en elegir cómo navegar el laberinto”, mientras Marrero concluye: “Esta exposición es un warning: sin conciencia, repetiremos mitos hasta convertirlos en decoración”. La galería, así, se transforma en un espacio de preguntas, no de respuestas donde lo estético y lo ético chocan, como las herraduras que propone el joven artista en juego visual que nunca termina.

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